Capítulo 11

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DANIEL

Estábamos en mi habitación haciendo el trabajo de literatura así que decidí poner un poco de música, pero al parecer eso le hizo mal a Amy

-Esa es ¿" What I like about you"? - Preguntó

-Sí, ¿por? - pregunte

-No, por nada - dijo triste

-¿Que tienes lin... Amy? - dije

-Nada, solo que esa canción me trae recuerdos - dijo

-¿Felices? - pregunte

-Algo así - dijo mientras sus ojos se cristalizaban

-¿Qué pasa?

- Es que me acuerdo cuando tenía cinco y mis padres y yo cantábamos eso, éramos tan felices y ahora míranos, mi madre se va y mi padre esta devastado y yo .Yo solo mírame soy un desastre... - Antes de que pudiera continuar, me acerqué a ella. Rápidamente mis labios se acercaron a los suyos. El vacío mental y emocional tomó el control al instante, pero físicamente estaba más alerta que nunca. La sorpresa de Amy no duró mucho y en cuestión de segundos ya tenía sus manos en mi cuerpo. Mis dedos se enredaron en su suave pelo y su lengua se introdujo en mi boca y se convirtió en una nueva arma de guerra.

AMY

Era plenamente consciente de la mano de Daniel que subía por mi torso para tocar mi pecho. Con esfuerzo le aparté de mí. Sus ojos se abrieron mientras se inclinaba de nuevo hacia mí. — Por favor, no me pegues —, dijo.

Cállate - dije

Podría haber parado en ese momento. Podría haberme levantado y marchado de la habitación. Podría haber terminado con ese beso, pero no lo hice. La sensación de entumecimiento de mi mente que conseguí al besarle era tan eufórica, como si estuviera drogada, que no pude soportar que terminara tan rápido. Odiaría a Daniel, pero él tenía la llave para escapar y en ese momento le quería...le necesitaba. Sin hablar, sin dudar, me quité la camiseta y la tiré al suelo. No tuvo oportunidad de decir nada antes de que pusiera mis manos en sus hombros y lo empujara sobre su espalda. Un segundo más tarde estaba sentada a horcajadas sobre él y nos besábamos de nuevo. Sus dedos me desabrochaban el sujetador que se unió a mi camiseta en el suelo. No me importaba. No era consciente ni me sentía tímida.

Desabroché su camisa mientras él me quitaba el pasador de pelo con forma de lagarto y dejaba caer mis rizos caoba sobre nosotros. Alex tenía razón, Daniel tenía un gran cuerpo. La piel se estiraba sobre su pecho esculpido y mis manos bajaban por sus musculosos brazos con asombro. Sus labios se movieron por mi cuello dándome un respiro. Sólo podía oler su colonia estando tan cerca de él. Mientras su boca bajaba por mi hombro un pensamiento me vino a la cabeza.

Pero su boca presionó la mía otra vez y ese pequeño y breve pensamiento desapareció. Actuando por instinto, tiré del labio de Daniel con mis dientes, él gimió suavemente. Sus manos se movieron sobre mis costillas, dándome escalofríos en la espalda. Éxtasis. Puro y auténtico éxtasis. Sólo una vez, mientras Daniel me daba la vuelta sobre mi espalda, pensé seriamente en parar. Miró hacía mí mientras su mano experta alcanzaba la cremallera de mis vaqueros. Mi cerebro aletargado se despertó y me pregunté a mi misma si las cosas no habrían ido demasiado lejos. Pensé en quitármelo de encima y terminar justo en ese momento. ¿Pero, por qué tendría que parar? ¿Qué tenía que perder? ¿Qué podía ganar? ¿Cómo me sentiría dentro de una hora... o menos? Antes de que pudiera contestar a esas preguntas, Daniel me había quitado los vaqueros y las bragas. Sacó un condón de su bolsillo (vale, ahora que lo pienso, ¿quién lleva condones en los bolsillos? En la cartera vale, pero ¿en el bolsillo? Bastante presuntuoso, ¿no crees?). Sus pantalones ya estaban en el suelo también. De repente, estábamos practicando sexo y mis pensamientos estaban en silencio otra vez

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