Capítulo 2 : Mafioso

5 3 0
                                    


Reachell Garnerd :

Mi vida es una absoluta y completa Mierda, en mayúscula.

Literal.

Es lo que llevo repitiéndome mientras observo aburrida el trasero del hombre que me lleva cual costal de papas sobre su hombro. ¡Y es que ni siquiera tiene un buen trasero!

Okey, recapitulemos.

¿Recuerdan que luego de que Cassius me hiciera su propuesta —absurda por cierto— eché a correr como alma que lleva el diablo?

Pues bien, digamos que mi huida no resultó del todo bien, dado que salté por una ventana sin recordar que estaba en un segundo piso, caí sobre un arbusto fangoso, mi tacón derecho pasó a la historia y un guardia me atrapó, terminando de frustrar mi patética huida. Pero he de aclarar que todo fue culpa de la ventana por estar en un segundo piso y no en un primero. Y el guardia también es culpable por no hacerse de la vista gorda mientras una pobre chica intentaba escapar.

Y si, gracias por vuestra comprensión.

El guardia me suelta sobre un sofá y caigo de espaldas con un gesto de dolor. Y joder, creo que me rompí algo. Esperen un momento... Esta habitación me parece familiar.

Miro todo y al ver a Cassius sentado en el mismo mueble de antes, con la misma pose de antes noto que estamos en la misma oficina de la que salí disparada minutos antes. Y si, la vida es taaan cruel.

¿Por qué no puedo teletransportarme como las tías de las películas?

Para mi la vida tiene que ser difícil mientras ellas disfrutan de sus vidas fáciles con un novio vampiro y sus hermanos felices en sus casas.

—¿Terminaste de huir zanahoria? —inquirió Cassius y lo miré mal. Le saco la lengua por el apodo y se le escapa una pequeña risita burlona —. En serio eres como una niña, ¿de verdad saltaste una ventana sin recordar que era un segundo piso?

Me sonrojo violentamente.

—Eh... Claro que lo sabía, sólo que soy una chica muy valiente y atlética —y... ahí mentía, obviamente. Pues no sirvo ni para hacer tres abdominales y aún así tengo el descaro de llamarme a mi misma atlética.

En fin, la hipocresía.

Aunque la hipotenusa suena mejor.

—Ya —murmura con un gesto incrédulo —. Y respecto a mi propuesta, olvidé decirte que no es negociable —dijo poniendo su típica sonrisa malvada y lo miré curiosa por un momento.

Creo que puedo sacar tajada de esto.

—Una pregunta.

—Habla.

—Si tu eres un mafioso entonces eres millonario, y si eres millonario y yo seré tu esposa no tendré que trabajar, ¿correcto? —cuestiono y él me mira confundido, creo que en verdad no se esperaba eso. Pero es lo que hay.

No voy a romperme una uña trabajando, ser millonaria es más fácil.

Y hay más comida a mi alcance.

—Eh... Si, correcto —murmura con el ceño fruncido, aturdido y sin un ápice de maldad en sus facciones. Y he de decir que con esa expresión inocente se ve muy tierno y besable.

Aunque en su estado natural malvado también luce besable, no nos engañemos.

Pero volviendo al tema inicial, todo depende de cuánta comida esté dispuesto a darme. Con dinero baila el perro y con comida bailo yo.

Sip, así de facil soy.

—Entonces acepto con la condición de que me mantengas y no me saques un pulmón para venderlo en el mercado negro. Ah, y devuélveme a mi hermano —exclamo y él me vuelve a mirar aún mas confundidido y aturdido que antes.

Venganza InmoralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora