• 𝟶𝟷 •

2.3K 115 1
                                    

Año 02

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Año 02. Mes de enero. Después de los zombies. (D.Z)

Miedo.

Pánico.

Adrenalina.

Esas tres cosas sentía que iban y venía por sus venas mientras corría por su vida en ese bosque.

Esas cosas... los zombies... la perseguían sin parar y cada vez estaba más cansada.

¿Y cómo no estarlo si estaba embarazada? Lo único que le trasmitía esperanza era el pequeño que tenía en su vientre, solamente por él seguía corriendo, seguramente hubiera parado de no ser así.

Total... no sentía muchas ganas de vivir, estaba muy lejos de su hogar, de su familia, posiblemente más de uno ya había muerto.

Llegó al costado de lo que intuía era un río y tuvo que dejar de correr, ya no podía más.

Por más que siguiera, tarde o temprano, aquellas cosas la agarrarían.

— Perdón bebé... mami siempre te quiso. — Comenzó a llorar mientras esos monstruos se acercaban, se abrazó a si misma intentando proteger la vida en su vientre, pero sabía que era cuestión de tiempo para que ellos también lo mataran.

Aunque no llegaron ni a tocarle un pelo que unos disparos acabaron con sus vidas.

— Niña... ¿Estás bien? — Un hombre algo calvo se acercó junto con un chico de pelo negro.

— Yo-yo... creo que si. — Susurró ella.

— ¿No te mordieron ni te hicieron algún rasguño? — Preguntó ahora el joven.

— No... estoy bien, estamos bien. — Se acarició el vientre que calculaba tenía entre tres a cuatro meses.

Ambos hombres le sonrieron al ver su pequeña pancita.

— Tenemos un lugar... ¿Estás sola? — Habló el mayor. Ella asintió. — No creo que una mujer en tu estado haya estado sola por mucho tiempo... ¿Te perdiste? — Negó con rapidez.

— Escapé... me tenían secuestrada... desde el día uno. — Entre ellos se dieron una mirada como preocupados y asintieron ante sus palabras.

— Puedes quedarte con nosotros. Todo lo que sea necesario, con tal de que ambos estén bien. — Le sonrió aquel calvo. — Me llamo Troy... y él es mi hijo, Thomas.

— Yo soy Maggie y bueno... este es mi bebé. Me encantaría pasar el tiempo que ustedes me dejen en su lugar, estaría muy agradecida.

— Perfecto, lo mejor será que vayamos entonces. Tu ropa no es para nada abrigada y acá de noche hace mucho frío. — Volvió a asentir ante las palabras de Troy y comenzó a caminar detrás de ellos.

Para ser sincera, la ropa es lo que menos importaba, aunque tenían razón, un vestido blanco corto no era vestimenta para un Apocalipsis.

Pasaron unos minutos hasta que llegaron a la casa, era algo chiquita pero se notaba que la cuidaban como si fuera oro.

— Tommy te prestará algo de ropa y te mostrará donde dormirás mientras me pongo a preparar estos peces para cocinarlos. — Ambos jóvenes asintieron ante las palabras del adulto y con una seña, Maggie comenzó a seguir a Thomas.

Primero fueron a su habitación donde después de agarrar algo de ropa que no usaba se dirigieron a donde la joven mamá dormiría.

— Creo que te va a quedar un poco grande, pero estoy seguro que te va a ser cómodo. Espero que te guste la habitación, siempre la tuvimos para cuando venían los familiares. — Le brindó una sonrisa luego que Mags sentó en la cama.

— Es muy hermoso todo, es mucho más de lo que tuve este tiempo. Gracias de vuelta. — Le devolvió el gesto.

— Bien... cámbiate y descansa un poco, siempre tardamos mucho en preparar el pez, así que seguramente podrás dormir algo antes de comer. — Ella asintió y él se fue cerrando la puerta detrás de si.

Suspiró antes de pararse y comenzar a sacarse ese vestido que le habían dado donde anteriormente habitaba, ahora ya no estaba tan blanco como cuando se lo dieron.

Procedió a colocarse la remera totalmente negra que le había llevado Thomas, la misma le llegaba hasta un poco más de sus muslos, después se colocó un short de color naranja que sentía que, si no tuviera esa pancita, seguro se le caerían.

Se dio cuenta que en la puerta del ropero había un espejo, por lo que se acercó a este y comenzó a admirar su figura.

Se peinó un poco su pelo que lo tenía suelto, para después levantarse un poco la remera y con ello ver su vientre.

— Estamos a salvo mi amor... todavía no puedo creerlo. — Sonrió mientras algunas lagrimitas salían de sus ojos.

Recordando lo dicho por Tommy, decidió acostarse un poco y descansar, ahora más tranquila que nunca.

Ya estaba a salvo.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝙵𝚊𝚖𝚒𝚕𝚢 | Z NationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora