Capítulo 2

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-“Aló” –dijo la otra línea después del 3 tono.

-Si –modificó su voz Gaara-, está el señor Sa Uke –tuve que taparme la boca para no reír por el mal nombre que creaba.

-“Disculpe”

-Sí, queríamos pedirle que nos pase con Mauricio señor Uke.

-“¿Mauricio?”

Quise carcajear en ese momento. Iba para hacerla larga la conversación, pero Gaara estaba que malograba las cosas. Si se atrevía a responder, terminaría con un “El que te quitó el juicio” a lo que de seguro metería algo pervertido.

Lo pellizqué, solo para que comprendiera que no debía hacer la broma.

Él le había respondido “Creo que se confunde de número, aquí no vive ningún Mauricio” a lo que Gaara apresuradamente dijo:

-Ahora mejor le paso con mi hermano, él se lo explicará –me lanzó mi teléfono mientras se alejaba lo suficiente como para reírse sin pudor, tuve que controlarme para continuarlo.

-“Número equivocado” –cortó antes siquiera poder decir algo. Fulminé con la mirada a Gaara, pudimos haberlo hecho mucho mejor.

-Lo lamento –rió-, pero desde hace tiempo que quise hacer algo parecido.

-¿Sa Uke? –Ironicé-, por favor ¿Enserio te hacer creer mi mayor?

Elevó los hombros mientras tecleaba algunas cosas en su teléfono volviéndome a ignorar. Molestó, inverné mi teléfono para que siquiera la batería se cargara más rápido.

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-Me aburro –repliqué por quindécima vez en su habitación. Gaara no hacía más que chatear por WhatsApp mientras que me dejaba en la deriva del aburrimiento. Ya íbamos haciendo lo mismo por más de 2 horas, y parecía que en sus planes no habría ningún cambio-. Me abuuuuuuuuurro.

Pero el pelirrojo no se movía de su lugar. Chateaba alegremente con alguien, de seguro Lee.

-Dame el celular –gruñí con la mano estirada.

-Nop.

-Dame. Ese. Celular –elevé la voz débilmente, agrío de que siga comunicándose con alguien así.

No importaba lo que dijera Sakura sobre la “Buena” persona que era, yo cada vez que lo veía se me daba mala espina. Y no es solo por ser hermano de Ten Ten.

-¿Sigues chateando con Lee?

-Eh… no –respondió con tono de duda.

Algo que internamente me enfurecía, es que cuando está conmigo siempre habla de terminar con él por ser una persona mayor, sin más cuando cerca nuestro se encuentra alguien, como ejemplo Sakura, cambia radicalmente y me colocan como el malo de la película.

No sé qué es lo que busca, pero si sigue así sus planes de pasar el año con altas calificaciones nunca se cumplirán.

Me abalancé contra él para arrancharle aquel artefacto. Era un celular antiguo, un Motorola, que por razones “Desconocidas para él” no se lo querían renovar. Se lo arrebaté de las manos cuando dejó de forcejar al hacerle cosquillas y lo encerré entre mis piernas para que no se pare y me lo arranche.

-¿Borraste toda la conversa? –dije molesto.

¿Acaso nunca les había pasado que, no importa cuánto intentar ayudar a un amigo, este siempre se meta más en el fango y luego se queje de que nadie lo saca?

Gaara intentó hacerme cosquillas mientras esperaba a que él le vuelva a enviar algún mensaje, cosa que no tardó.

“Amor ¿Aún sigues con Naruto? <3”

-¿Le dijiste que estoy contigo? –le lancé estupefacto su celular. Me importaba un bledo que diga en donde se encontraba él, pero que diga que estaba conmigo me resultaba molestoso.

-¿Y acaso no tienes cosquillas señor metiche?

Tecleó rápidamente por el celular algunas palabras más y por cómo me miraba le decía que se encontraba ocupado.

-No puedo creer la cantidad de años los cuales me conoces y aún no sabes mi falta de cosquillas.

Guardó su celular en el bolsillo trasero mientras rogaba que Sora siga dormido. Usualmente se pasaban por alto, pero entre Sora y Arika había cierta adoración por parte mía y una forma de molestar a Gaara, por lo que siempre que él me encontraba no podía separarse de mí.

-Papá dice que vallamos a comprar chifles*

-¿El Rasa y la Karura te dieron dinero**?

-Sep.

-¿Para cuantos? –dije cuando Gaara me entregó su juego de llaves.

-Claro, como eres pituco* ya estás que te quejas de la cantidad –se burló a lo que me enrojecí.

No me gustaba que ellos me llamaran “Pituco”, ya que sinceramente nuestras condiciones monetarias eran las mismas. Solo que, tanto Gaara como Sakura, venían antiguamente de barrios muy movidos, a lo que siempre se creían –como ellos decían- del “Barrio”.

Al cambio yo, que siempre ha vivido en ciudad y jamás he pisado algún lugar así, lo consideraban pituco por solo haber nacido en un lugar sin pobreza.

-Al menos este pituco sabe cómo comportarse en lugares públicos –gruñí cuando llegamos al primer piso.

-Pero no es para molestarse.

El condominio de Gaara se encontraba al costado del mío. Usualmente me tardaba 2 minutos en llegar a su casa, pero como encerraron todo el lugar y solo hay 3 puertas –y ninguna da para su dirección- suelo tardarme mucho más en llegar.

Al costado del condominio de Gaara hay una tienda, y al costado de esta, una lavandería. No sería para mí una sorpresa que sino al enterarme que Sakura está saliendo con el hijo de la dueña.

No me cae ese sujeto, pero tampoco es como si me preocupara –en buena forma- mucho de Sakura. Ella era la más aventada de los tres. Luego le seguía Gaara y por último yo.

Sin más cuando se trataba de chicos, siempre me encontraba para un lado.

Ring, Ring.

-¿Te están mensajeando? –preguntó Gaara cuando sacó mi celular de mi bolsillo.

-Fíjate de quién se trata.

Mientras él entraba, yo me encargaba de comprar los chifles. Eran muy ricos, pero al mismo tiempo muy salados.

-Deme 2 bolsas grandes de chifles –pedí cordialmente.

Dejé el dinero en el mostrador mientras que ellos empaquetaban mi pedido, mientras tanto me acercaba al pálido de Gaara.

-¿Qué ocurre? –pregunté mientras Gaara sostenía mi celular.

El primero me miró y luego señaló mi celular, pero no comprendía nada.

-Habla bien que no entiendo lo que haces.

-El Uke te acaba de enviar un mensaje por WhatsApp.

*Los chifles son rodajas muy finas de plátano frito. Como las papitas lays.

**Como repetí previamente, esta obra es basada en la vida real. La expresión con la que se habla hacía los padres es de uso popular y se trata de tutear a los adultos a sus espaldas burlándose de esa forma.

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