1. El Vacío

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Desplegando mis alas me alcé a lo más alto dirigiéndome al tercer cielo, donde está el trono de aquél que se conoce como Dios. Volando a lo alto sentía como las nubes refrescaban mi cuerpo al pasar por ellas; por cada cielo que sobrepasaba lograba observar todo con más claridad, las vistas eran divinas. Llegando al trono cerré mis alas y me postré con el rostro mirando hacia la superficie de nubes.

—¿Qué deseas mi señor? – pregunté postrado

—Te he llamado para una Tarea mi querida estrella de la mañana.

—Entiendo; entonces, ¿Qué es lo que deseas?

—Siempre tan directo– respondió a carcajadas regresando inmediatamente a un tono serio. – La tarea que tengo para ti es de suma importancia; ve al vacío e infórmame la situación del lugar.

—¿Eso es todo? – pregunté sin entender el porqué alguien como yo debe ir a un simple trabajo de revisión de área; es algo de lo que puede encargarse un arcángel como Miguel.

—Luzbel, ¿Acaso estás cuestionando mi decisión? – Pude notar cierto fastidio en el tono de su voz.

Intenté ver su rostro, pero su brillo opacaba con creces el mío. – Pido perdón mi señor, no era mi intención cuestionarle – mierda, que fastidio.

—Si no necesita algo más de mi procederé a irme mí señor. – me levanté aun con mi rostro mirando hacia abajo y salí del área. Saliendo pude notar como Miguel esperaba fuera, se veía tan serio como de costumbre.

–¡Vamos Miki! Alégrate un poco, que se te cae la carita guapo. – bromeé mientras jugaba con el poco pelo que tenía.

-Sigues haciendo eso y te arranco las alas.

—¡Uy! Que temperamento el que tienes– quité mi mano de su cabeza; en cambio acerqué mi rostro al suyo y con una sonrisita le dije– entre tú y yo querido Miki, sabemos que en una pelea yo barrería el suelo contigo.

—Lo que digas– me respondió a secas mientras daba media vuelta y se dirigía al trono.

—¡Pero que aburrido eres Miki! – le grité mientras el seguía caminando.

Soltando un suspiro empecé a caminar al borde de las nubes; ya estando en el borde, di una media vuelta y soltando otro suspiro me dije hagamos esto rápido. Procedí a dejarme caer al vacío. Se siente increíble el caer de esta manera, siento que estoy flotando en la nada, ascendía a toda velocidad. Estando cerca del vació abrí mis alas e inicié a volar de forma más calmada.

Terminando de ascender sentí una sensación extrañaba, si tuviera que resumir todo en una palabra sería catastrófico, no había sentido alguno en este lugar, aquí es la descripción gráfica de la palabra desastre, hay oscuridad por todas partes, la única razón por la que podía ver era gracias a mi brillo; todo era un completo desastre había agua y tierra en todas partes, sin orden alguno.

—¿Hay alguien por aquí? – grité esperando una respuesta. Mierda, ¿Qué piensa él hacer aquí? No hay absolutamente nada bueno aquí, este lugar es el reino del caos.

Observé por más tiempo la zona, todo era igual. Con la observación del lugar ya lista decidí regresar al cielo. Desplegando mis alas empecé a volar hacia el cielo, dejando atrás este horrible mundo caótico; ya bastante alejado del vació se observaba una oscuridad absoluta. Cuando llegué al primer cielo logré ver a Yekun sentado a la horilla de unas nubes, al borde del vacío.

—¡¡¡Lux!!! – gritó Yekun como forma de saludo.

—¿Qué haces aquí Yeki?

—Es que bueno... te vi caer desde el tercer cielo, entonces decidí esperarte aquí.

Yekun se escuchaba entre emocionado y nervioso, es algo gracioso la verdad– Entiendo, pero tengo una duda– dije entre risas.

—¿En serio? ¿cuál es? Responderé lo que quieras – respondió emocionado.

-Antes que nada, cálmate tantito, que haces que tiemblen los tres cielos. Bueno, mi pregunta es: ¿No deberías estar en el centro de adoración en vez de estar esperándome? - le pregunté entre carcajadas. Poco a poco pude notar como Yekun se ruborizaba, lo cual no ayudaba nada a mis risas.

—Hmmm... pues... es que, creo que debería irme, ¡Lo siento Lux! – Vi como en un instante Yekun se iba volando.

Bueno, eso fue divertido, pero debería llevar el reporte ya. Me alcé nuevamente, para dirigirme al trono. Estando ya al borde de nubes bajé hasta ellas y guardé mis alas, no había llegado siquiera hasta él y ya podía escuchar su voz.

— Y nadie lo debe saber Miguel, ¿Lo entiendes?

— ¿Nadie? ¿ni siquiera Gabriel o Luzbel?

—Absolutamente a nadie.

—Entendido padre.

Luego de escuchar esto ví a Miguel salir de la zona con la misma cara seria de siempre, aunque esta vez su mirada estaba perdida. ¿Qué le habrá dicho padre?

—Mig... – Miguel me pasó por el lado ignorandome por completo. Dejando de lado lo que acaba de pasar procedí a entrar a la zona.

—¡He vuelto señor!

Nota de autor: Este es el primer capítulo de "El destierro de la Luz", espero le guste lo que escriba, aunque sean cosas mediocres. Gracias por leer si llegaron hasta acá.

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