Estamos en una pequeña reunión, en la que nos involucran a James y a mi, la jefa de relaciones públicas, por nuestras repetidas discusiones, y las quejas recogidas de todos los departamentos de la oficina.
-Es la segunda reunión que tengo que vosotros este mes, no sé hasta a dónde va a llegar esto. El consejo estaba replanteándose expulsaros y ponerlos una sanción a ambos por unos días. Pero habéis tenido suerte, Sean les ha sabido convencer bien. Entonces, decidme, ¿qué hago con vosotros? -Su estado era impoluto, apenas gesticulaba más que con sus manos, las cuales soportaban el peso de su cabeza esperando nuestra respuesta.
-En ocasiones es normal discutir con nuestros compañeros, pasamos ocho horas seguidas juntos. Ya sabes que no tienes que preocuparte por nada Phoebe. Puedes estar tranquila por nosotros. Esas discusiones son muy puntuales, nada de qué preocuparse -. Dije apaciguando su enfado.
-Si, así es. Es más leí un estudio sobre ello. Entre los empleados se mezcla el estrés, el acúmulo del sueño, y todo explota cuando menos te lo esperas.
-Entonces estaría bien que quedaseis una vez por semana juntos, y así apaciguar vuestras ganas de discutir en la oficina.
-Lo lamento, pero tengo mejores cosas que hacer que reunirme con este señor en algún lugar pijo y con poca gracia -. Me levanté para regresar a mi zona de trabajo.
-Tranquila, ni porque me pagarán te vería después del trabajo.
-Por el amor de Dios, dejad de discutir, al menos por un tiempo, quiero trabajar tranquila y en cosas más importantes.
Salimos de su oficina de vuelta a nuestras mesas. Se sentó analizando todo lo que hacía. En verdad había estado actuando raro desde ayer, después de caerme de la banqueta. A tal punto que me preguntó varias veces sobre mi pie, ya que en ocasiones al pisar me dolía.
A la hora de la comida, había estado decorando mi mesa con algún adorno de navidad, él solo me había aceptado como decoración en su mesa, un pequeño muñeco de reno.-¿Irás a la cena? -Preguntó tras analizarme repetidas veces después de haber llegado.
-¿Cuándo es?
-Este viernes, aún están esperando para la reserva.
-Si, iré.
-Vale, te pasaré a buscar a casa. No te dejaré ir en ese coche tuyo con el diluvio que va a caer el viernes.
-No te dejaré llevarme... -Me dejó con la palabra en la boca, ya que se fue sin decir nada más.
El reloj marcaba las siete, era mi hora, para irme a casa, hacerme la cena y pasarme lo que quedaba de noche leyendo. Recogía mis cosas mientras él me imitaba, salí directa al ascensor donde él se adelantó a mi pulsando el botón. Dentro apenas hablamos, al menos por mi parte respondiendo a todo con un "si", ya fuera del ascensor fui al aparcamiento hasta mi coche, un pequeño coche negro herencia de mi hermano mayor. Puse rumbo a mi apartamento, uno pequeño en la periferia de la ciudad, sentir el calor de mi hogar era todo lo que necesitaba, ya que comenzaba a sentir algún malestar por la regla.
Coloque las llaves en el cesto pequeño en la mesa de la entrada. Colgué mi abrigo y bolso, para ir a tomar un baño caliente.
El pijama tenía varios años, pero abrigaba como ninguno. Me deslicé hasta la cocina para calentar una sopa y tostadas, ya con la comida calentada del microondas, me senté en el sofá, en un principio iba a leer, pero acabé viendo una película. Comía mientras veía la película, que repetía una y otra vez sin cansancio, "The Holiday", una historia que me encantaba ver y más aún en estas épocas del año.
Una vez acabada la comida, me tumbé en el sofá en vuelta en mi manta, aquello se sentía tan bien, ya no sentía frío. Poco a poco mis ojos fueron cerrándose sin poder yo evitarlo.Hacía calor, más de lo habitual en mi piso. Entraba con fuerza la luz del sol entre las cortinas, incluso olía a primavera. El invierno se había evaporado frente a este calor, me levanté de mi cama llevando solo una camiseta, ni siquiera era mía, ya que no la recordaba, saliendo de mi habitación oí a alguien moverse por mi cocina, cantando y cocinando.
-Ya te has despertado, ¿quieres beicon?
-Si, por favor.
Sentía que era una escena cotidiana, como si todo fuera muy normal, James en mi cocina, sin camiseta y descalzo. Se giró a mirarme y soltando casi en el aire la espátula, se abalanzó sobre mí. Me envolvió en sus brazos elevándome del suelo, empezó a besarme mientras me sonría y miraba a los ojos.
-Espera, tienes una pestaña-. Cogí de su mejilla el pequeño pelo, se lo mostré dejando que soplara y pidiera el deseo.
-Dime, ¿qué has deseado?
-No te lo voy a decir, sino no se cumple, y es algo que necesito que se cumpla.
Me reí viendo como él me sonreía y besaba. Sin bajarme de sus brazos, nos acercamos a la cocina para apagar el fuego, y como si un tipo de energía o conductor de ella, paso aquel fuego a ser parte de mi interior. Le besaba mientras me llevaba de nuevo a la cama.
Caí con cuidado sobre la cama, dejando que él se pusiera encima de mí, rozando nuestra entre pierna haciéndome estremecer bajo él...
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Tu sonreíste; y yo me enamoré
RomanceElla, una mujer espontánea aunque algo tímida, naturalmente organizada y meticulosa. Él, un hombre con un temperamento fuerte, de pocas palabras pero dispuesto a todo con dedicación y esmero. Ambos creen ser la luna y el sol, pero no escucharon aque...