Capítulo 2.

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El mercado de Wartwood es un ajetreo, los residentes anfibios no se dejan intimidar por la humedad que surge de su querido pantano.

Sadie Croaker se abre paso entre la multitud, con una cesta llena en la cadera y la correa de Archie en la mano. Aunque sus articulaciones crujen, y su vista y su oído no son lo que eran, algo tan insignificante como su edad no puede impedirle asistir al día de mercado. Lo que sí podría detenerla es la amenaza de una cadera rota.

En el momento más inoportuno, un bicho sinvergüenza llama la atención de Archie. La araña tira de su correa, justo cuando el pie de Croaker aterriza en una losa inestable. Desequilibrada, Croaker deja escapar un grito cuando empieza a derrumbarse.


Pero no cae al suelo, sino que siente el peso de su cesta levantada y una mano sólida y seca que le agarra el brazo.

"¿Está usted bien, señora Croaker?"

"Ah sí, gracias querida". La chica alta le sonríe, acercándose hasta que se asegura de que la anciana se mantiene en pie.

"¿Puedo ayudarla a llevar esto, Sra. Croaker? Tiene un buen botín". Croaker le dedica una sonrisa irónica. "Eres muy dulce, Anne, eso sería encantador".


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Sasha regresa a su ciudad amurallada con poca fanfarria.

Pasa la puerta sin reconocer el saludo amistoso de los soldados allí apostados, y apenas es capaz de evitar que su rápido caminar se convierta en un trote mientras atraviesa las sinuosas calles hacia el castillo.

Los guardias del castillo se sobresaltan al verla llegar, con su capa oscura ondeando tras ella como una especie de ángel vengador. Siempre ha destacado en la ciudad, por razones que van más allá de su condición de humana.

En su año de convivencia con los sapos, antes de que Marcy la encontrara, se había acostumbrado a un cierto nivel de... crudeza. Los sapos eran descarados y testarudos, ásperos en sus bordes, pero muy abiertos y honestos en sus sentimientos. La excepción era Grime, que mantenía un borde de astucia para guiarlos mejor hacia el éxito.

Ella había abusado francamente de su honestidad, al principio. Todo era un juego para ella, en esos primeros meses, para manipular, para hacer girar a estos sapos parlantes crédulos alrededor de su dedo meñique. Era lo que se le daba bien, hacer girar las circunstancias a su favor, para conseguir lo que quería, con el placer añadido de socavar el liderazgo de Grime.

No fue hasta que pasó un tiempo en Newtopia, en la llamada "sociedad civilizada", que se dio cuenta de que echaba de menos la franqueza de los sapos. Tal vez si hubiera aterrizado en la ciudad en lugar de Marcy, tal vez si no hubiera pasado el último año viviendo con gente que llevaba su corazón en la manga, habría prosperado en los complicados bailes sociales de los nobles. Pero estaba "reincorporándose a la sociedad" después de un año de vivir a duras penas, y encontró sus corazones cerrados... molestos.

Reconocía la falsedad cuando la veía, y ya la había superado.

Así que pasó de la brillante armadura Newtopiana que Andrias intentó regalarle, y del respetable puesto que le ofreció entre su guardia personal. Llevaba con orgullo los colores oscuros y los bordes rasgados del sapo, y se regocijaba cuando sorprendía a los nobles con la facilidad con la que les ganaba en sus propios juegos mentales.

Sasha odia el castillo. La opulencia de su decoración, la forma en que la luz siempre cae justo para acentuar el brillo de las estatuas y los prístinos suelos de mármol. Se dirige al Gran Comedor, satisfecha de dejar un rastro de suciedad de pantano en la exuberante alfombra.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2022 ⏰

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