Capítulo 5. The Art of Losing - American Hi-Fi

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Estaba completamente dormida cuando comencé a escuchar música en mi habitación. Abrí los ojos y Sam estaba sentado frente a mí. Me le quedé mirando fijamente y él me sonrió. 
- Te traje esto –dijo entregándome una caja. Sin decir nada me senté en la cama y la abrí. Eran mis chocolates favoritos, sin nuez porque la odiaba, caros y difíciles de encontrar. Me le quedé mirando y sonreí un poco. 
- ¿Por qué? –pregunté quitándome algunas lagañas de los ojos. 
- Supongo que hoy que salí temprano por la mañana con mis papás… recordé que te gustaban y decidí traértelos -se encogió de hombros. 
- ¿Enserio? -pregunté y él asintió. 
- Sam, odias despertarte temprano -dije tirándome de nuevo en la cama. 
- Lo odio tanto como tú -dijo con media sonrisa-. Bueno, solo venía a eso... si en la tarde quieres dar una vuelta, estaré disponible -anunció. 
- Genial -dije mientras volvía a cerrar los ojos. 
- Por cierto _____... en tus sábanas hay una mancha enorme... es roja -cuando dijo eso, sentí como las mejillas se me encendían. ¿Qué? ¿Mancha roja? ¿De qué? Me incorporé rápidamente y Sam hizo cara de asco. Mordí mis labios y miré hacia donde estaba y efectivamente, esto parecía una bandera de Japón. Me dio tanta vergüenza que casi quería llorar. 
- Adiós -dijo y salió por mi balcón- disfruta tus chocolates -dijo una vez fuera. 

Me levanté corriendo de la cama y entré al baño, me bajé la ropa interior y noté algo extraño. ¿Vacío? Salí del baño y caminé hacia la cama. Miré esa mancha con cierta sospecha. Luego miré el calendario y se supone que yo no debería... me acerqué a la mancha y la toqué, luego noté que olía raro... me acerqué y olía a dulce... esto era falso. 
- ¡SAMMM! -grité molesta. Revisé bien mi ropa y luego corrí hacia el balcón- ¡Estúpido sal! -gruñí y él salió con una gran sonrisa. 
- ¿Es fea la venganza cuando no es tuya? -preguntó y yo fruncí el ceño- No vuelvas a hacerme mojar mi cama -pidió. 
- Idiota... 
- Linda -cuando dijo eso yo me asusté. ¿Eso a qué venía? 
- ¿Qué? -pregunté confundida. 
- ¿Te han dicho que tienes unos ojos impresionantemente Hermosos? -preguntó y yo me sorprendí- Eres muy hermosa ______-susurró- no puedo dejar de pensar en eso... 
- ¡Que rayos te pasa! -grité en español- No entiendo por qué me dices todo esto sabiendo que cuando yo te dije que estaba enamorada de ti tú me rechazaste... me dijiste que era fea, que jamás estarías conmigo, que tu único trabajo era ser mi amigo y eso ya era demasiado orgullo para mí. Que nunca existiría y que nunca tendría una posibilidad contigo -todo esto se lo decía en español, estaba dolida, no quería verlo más. Lo dije tan claro como pude, sabía que no entendería ni la mitad de lo que le decía, creo que precisamente eso era lo que me daba el valor- ¿Cómo te atreves a decirme todo eso? -pregunté aún molesta. 
- No entendí ni la mitad de lo que me dijiste, ¿puedes resumirlo por favor? -preguntó en nuestro idioma. 
- Te odio -dije normalmente. Él borró la sonrisilla traviesa que tenía en su rostro y me miró extrañado. Yo bajé la cabeza y comencé a llorar. Sam rápidamente cruzó el balcón y se paró a mi lado. 
- Lo siento ______, solo era una broma... lo de la mancha es solo pintura... 
- No es eso idiota -dije molesta- es que yo... -sollocé dolida un poco más. 
- ¿Te molestó que te dijera que eres hermosa? -preguntó confundido y di unos pasos hacia atrás. Negé con la cabeza y luego me limpié las lágrimas. 
- Déjame sola -susurré- si tengo que pasar mi verano metida en casa lo haré... no quiero estar más contigo.
- Pero y ¿yo? -preguntó- ¿Qué pasará con mi verano?
- No lo sé -susurré enojada. Luego caminé hacia mi habitación y Sam me siguió. 
- Lo siento -dijo y yo me tiré en la cama. Comencé a llorar nuevamente. No pensé que volvería a recordar ese día. Pensé que ese extraño sentimiento ya había pasado, que esto que ahora me dolía ya no dolería más. Pensé que ya lo había olvidado. Sentí que él se sentaba a mi lado y yo giré la cabeza para que él no pudiera verme más. 
- _____... 
- Deja de...
- Scarlett -corrigió- lo siento -se acercó y me besó la cabeza, me abrazó y luego me levantó de la cama, me puso de frente y yo agaché la cabeza, él la levantó y me dio un beso en la mejilla- perdóname -susurró. Sus ojos cafés estaban penetrando muy fuerte en el fondo de mi corazón. ¿Quién era él que siempre trataba de convenserme? ¿Por qué justo ahora que siento que yo ya puedo olvidarlo él vuelve a aparecerce? Se acercó lentamente a mí y me rodeó con sus brazos. Yo con el corazón en la mano me separé de él y sostuve su rostro entre mis manos. 
- ¡Te extrañé! -dije en un pequeño grito ahogado. 

Me deslicé entre sus brazos hasta apretarlo a mi cuerpo. Él también lo hizo, nos abrazábamos tan fuerte que por poco sentía que los huesos me crujían.
- Jamás pensé que escucharía eso de ti -susurró. 
- Jamás pensé que tuviera la necesidad de pedirte que te quedaras -admití y él me miró con curiosidad. 
- ¿Quedarme? -preguntó. 
- Sí, ¿recuerdas cuando permanecíamos acostados aquí hasta que tu mamá gritaba o la mía pedía que bajara? -dije ilusionada y él sonrió.
- Acabo de recordar -dijo y se tiró a mi lado. Me tiré a su lado y rodeé con mis brazos su pecho, él besó mi frente y miramos hacia el techo. 
- ¿Por qué nos dejamos perder así? -preguntó y yo me encogí de hombros. 
- No lo sé... supongo que crecimos y las cosas cambiaron -él me apretó a sí- lamento haberte dicho tantas cosas. 
- No te preocupes... en su mayoría sabía que no eran ciertas -dijo y yo me le quedé mirando- Bueno, la verdad es que ya no sabía qué pensar de tus sentimientos hacia mí. 
- Dejemos que pienses que no te odiaba tanto.
- ¿Enserio? 
- La verdad es que siempre te he querido -admití- pero mi odio hacia ti era mucho mayor. Me cegué en el hecho de mantenerte lo más alejado posible de mí que no pensé en qué se convertiría todo esto. 
- Me alegra que hayamos hablado -dijo él.
- A mí también -dije y mordí su hombro. 
- ¿Volverás a dejarme cicatriz? -preguntó, pues yo hace mucho le dejé una en un hombro, por tanto morderlo. 
- Creo que con las que tenemos en nuestras manos es suficiente, ¿no crees? -pregunté y él la alzó. Mi __ aún sobresalía entre su palma y mi S estaba realmente definida en la mía. 
- ¿Quieres salir a dar una vuelta hoy por la noche? -preguntó y yo me le quedé mirando. 
- Tengo que decirle a Cameron que saldré contigo -susurré y tomé mi celular. Sam lo tomó y lo dejó en mi buró- ¿qué?
- Por una vez deja de ser tan niña buena y escápate conmigo, tal como lo hacíamos antes... 
- Pero... 
Sam me miró directamente a los ojos y me hizo media sonrisa. Esa mirada chocolate que tanto hipnotizaba a las chicas estaba tratando de dominarme, me sonrió más y yo no pude evitarlo, pero se lo correspondí. 
- ¿Escaparás conmigo? -preguntó y yo mordí mis labios. 
- ¿Solo tú y yo?
- Como antes -susurró. Yo sonreí y lo apreté a mí. 
- Hoy, a las 7 en la casita del árbol... no te vayas a perder -advertí y él sonrió mucho. 
- Allí estaré ____... -susurró. Le sonreí y él también lo hizo. Me dio un beso en la frente y luego se levantó de mi cama- Iré a casa para decirles a mis papás que ya todo está arreglado entre nosotros. 
- Yo también les avisaré a todos -dije con media sonrisa- Me alegra que hayas vuelto. 
- Yo también me alegro que tú estés conmigo -susurró.
Luego lo vi salir de mi habitación y desaparecer de mi vista. ¿De verdad me había creído? Qué idiota. Sonreí para mí y luego me busqué un vestido de lo más corto. Me quedaban cuatro dedos arriba de la rodilla. Era holgado y color verde militar, con una bandita beige al final. Usé unos zapatos bajitos, con una piedrita al frente. Me dejé suelto el cabello y me delineé los ojos. Cosa que nunca hacía. Me miré al espejo y lucía elegantemente zorra. 

Bajé las escaleras, pues ya era hora de comida, estar con Sam me hizo perder el tiempo y no comer. Al llegar a la cocina donde mis padres estaban. Me miraron de arriba a abajo. Papá casi tira la comida que tenía dentro de la boca y mamá estaba sonrojada a más no poder. 
- ¿Puedo preguntar porqué estás vestida de zorra? -preguntó mamá y yo reí. 
- Tengo algo quehacer, no se preocupen... Sam vendrá -dije con media sonrisa. 
- ¿Ya son amigos? -preguntó mamá y yo sonreí malévolamente. 
- En eso andamos... -susurré mientras tomaba algo de refresco del refrigerador- ¿Puedo salir a un antro esta noche? -pregunté y ambos me miraron con cara de... "está delirando"- No tardaré, solo iré, haré acto de precencia y luego volveré. 
- _______ Bouvier, creo que ya estás tomando esto de "soy amiga de Sam" de la manera más equivocada posible -dijo papá- el que te permitamos salir con él, no significa que puedes ir a "todo" lugar que él vaya. 
- Lo sé papá, y no es eso lo que trato de aprovechar, sabes que si fuera por mí me quedaba todos los días en la caja de bateo del parque -dije rodando los ojos. 
- Entonces, ¿qué te tiene así? -preguntó mamá. 
- Solo estoy jugando... quiero ver la expresión de Sam al verme -admití. 
- Probablemente tendrá la mía -dijo papá-. Hija, por favor... compórtate -sonreí y me senté en la silla frente a él. Mis piernas estaban realmente descubiertas. Papá cerró los ojos y mi mamá mordió sus labios- Lleva algo con qué cubrirte por favor -pidió papá y yo reí. 

Miré el reloj. Solo faltaban cinco horas para mi malévolo plan. Jamás pensé que fuera tan fácil engañarlo. Sin duda, grito de un hombre... asusta a una mujer. Pero el silencio de una mujer... taladra los oídos de un hombre. 


Aquí les dejo el quinto capítulo, espero que les guste. Denle like y si desean dejar un comentario háganlo Emoticono smileGracias por leer.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2015 ⏰

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