Parte sin título 2

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«Y algunas viven menos que eso. Me pregunto si habrá alguna vez una mariposa que viva para siempre», añadió la Mariposa Más Pequeña.

«Sin duda, una mariposa de piedra», replicó Torpón.

«Una mariposa de piedra no puede sentir realmente nada», comentó la Mariposa Más Pequeña.

Miró a su hermosa dama y pensó: «Prefiero sentir todas las emociones aunque sólo tenga un día para vivir».

«¿Sabes?» dijo Torpón mientras contemplaba la mariposa de piedra, «Quizá para ellos la mariposa es el símbolo de la inmortalidad porque incluso cuando su cuerpo se ha ido, su belleza perdura para siempre».

«jQué cosa má' encantadora ha' dicho!», exclamó Bárbara Lou, aleteando por el cumplido. Con una timidez repentina, le dijo a la Mariposa Más Pequeña: ¿Tú cree' que mi belleza perdurará para siempre?».

«Lo hará en mi corazón», replicó la Mariposa Más Pequeña.

«¡Me siento tan dichosa de ser amada por ese par de ala' tan estupenda'..!», dijo ella.

«¿Crees que soy una mariposa de buen ver?», preguntó él maravillado.

Torpón rió: «Lo había olvidado. Ninguno de vosotros dos se ha visto antes a sí mismo».

Condujo a las dos mariposas hasta un pequeño espejo agrietado que había en el suelo, abandonado por alguno de esos turistas contaminantes.
«Echad una mirada».

La Mariposa Más Pequeña contempló su reflejo y vio en el cristal una mariposa extremadamente pequeña, cuyos colores eran hermosos. La luz del sol, que se vertía a través de sus alas casi transparentes, daba la sensación de emanar de él. La Mariposa Más Pequeña pensó: «Soy demasiado guapo para morir tan joven».

La Mariposa Monarca se miró complaciente, y pareció satisfecha al ver sus alas de color naranja vivo, adornadas con toques negros y salpicadas de unos hermosos puntos blancos.

«No e'toy mal, considerando que no llevo maquillaje».

En ese momento, Torpón observó dónde se encontraba el sol en el cielo. «Ha transcurrido la mitad del día. Deberíamos ponernos en marcha», le dijo expresivamente a la Mariposa Más Pequeña.

«¿Adónde nos llevarás ahora?», preguntó la Mariposa Más Pequeña a Torpón.

Torpón pensó un momento y se dio cuenta de que la Mariposa Más Pequeña no viviría para ver salir la Luna.

«¿Les gustaría a los tortolitos ver la Luna?», preguntó Torpón.

«Suena mu' romántico», dijo Bárbara Lou.

«Muy bien», replicó Torpón, «pensad en el cosmos».

La Mariposa Más Pequeña y su amada cerraron los ojos y pensaron en el cosmos.

Cuando los abrieron, los tres se encontraban muy alto, en el cosmos, entre planetas y estrellas, ante ellos había una exquisita bola dorada de luz que Torpón identificó como la Luna.

La Mariposa Más Pequeña se sintió sobrecogida por la belleza de la Luna.

Bárbara Lou y él cerraron las alas, luego las abrieron y rodearon de amor a la Luna.

Si en esos momentos un científico se hubiera sentado delante de su telescopio en Monte Palomar, quizá hubiese podido observar una pequeña manchita verde y una manchita naranja ligeramente más grande sobre la Luna, sin saber que se trataba de mariposas de Glendale y Texas Oeste.

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⏰ Última actualización: May 02 ⏰

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