Dunior (Dave Mustaine y David Ellefson)
Salem, noviembre de 1692
Dave agarró por el cabello a su amante, fuerte, para aumentar la velocidad de sus embestidas. David, que estaba apoyado sobre sus manos y rodillas, giró su cabeza y ahogó un fuerte gemido en los labios del pelirrojo. Este se separó un poco para ver la preciosa cara del joven que estaba follando. Dave estaba completamente convencido que a su pareja lo esculpieron los dioses.
-Te amo Junior- dijo casi ahogado, y ambos acabaron al mismo tiempo.
Se separaron y abrazaron en la cama.
-Yo también te amo- le contestó su pareja.
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David estaba en el bosque de su pueblo, estaba recolectando plantas y frutos que sabía que tenían ciertas propiedades medicinales, desde ayudar a sanar heridas hasta acabar con dolencias. Acomodó su canasta y se dirigió hacia su pequeña cabaña, pegada al bosque.
David se sentía muy afortunado de la vida que tenía, vivía con su esposo Dave, hasta el momento sin levantar sospechas, pues para la sociedad sólo eran amigos, y su trabajo constaba en ayudar a las personas. David era considerado un hechicero en el pueblo, pero también a escondidas, ya que podría hasta costarle la vida, y sus clientes siempre guardaban el secreto.
Estaba poniendo a secar unas hierbas cuando de repente entró a la casa su amado, algo agitado y tambaleante.
-¡Dave!- el joven se alarmó al verlo así, no era común que llegase tan temprano por su trabajo de militar. Y vio una mancha de sangre debajo de las costillas del pelirrojo. Los ojos se le llenaron de lágrimas y pasó su brazo por debajo de los hombros de Dave, para ayudarlo a mantener el equilibrio. Se sentó en una silla, cansado.
-¿Mi amor, quién te hizo esto?- preguntó el castaño triste y preocupado, ya sacándole la camisa a Dave para poder comenzar con las curaciones.
-Junior, sospechan de tu trabajo y de nosotros. Debemos irnos ya al bosque a escondernos, aunque sea sólo por precaución- explicó con dificultad debido a la herida. Ya se estaba levantando para irse cuando su pareja le reprochó.
-Dave no nos vamos a ir a ningún lado hasta que tu herida deje de sangrar y te la cure. No voy a dejar que te mueras por una estúpida infección- David estaba asustado por la posibilidad de que podrían atraparlos, pero más le asustaba la idea de perder al pelirrojo.
Lo sentó otra vez en la silla, y empezó a moler ciertas hierbas con un mortero, hierbas que favorecían la curación de heridas, mientras Dave se tapaba el costado con una tela para intentar detener el sangrado. Y el castaño tomó un cuchillo de una hoja bastante grande, y lo dejó directamente sobre el fuego de la chimenea.
Cuando la hoja de este estuvo al rojo vivo, la sacó del fuego.
-Dave dame la mano- el pelirrojo le hizo caso y su pareja apoyó la hoja caliente sobre su herida, para poder cauterizarla. Dave gruñó de dolor, le ardía demasiado, pero lo único que quería hacer en ese momento era escapar con Junior.
David lo besó en los labios dulcemente, odiaba el hecho de tener que causarle dolor a su pareja, pero era preferible eso antes que la muerte por desangramiento o infección.
Y entonces entraron a la casa de los jóvenes. Eran dos hombres de unos 30 y largos años, uno rubio y el otro moreno, ambos vestidos con uniformes militares, pero de más alto rango que Dave, y con sus mosquetes en la mano.