Broken.

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Hace aproximadamente tres meses me mude a All Valley, no sabía que el echo de mudarme de Porlant hasta aquí iba a ser lo peor que me a sucedido en mi vida. Nunca pensé recibir golpes por parte de hombres, después de todo ese era mi día a día en la escuela. ¿Por qué recibo tanto acoso? Por ser nueva recibía una que otra burla, al descubrir mi obsesión por los cómics fueron insultos, y por último al notar aquellos extraños tics nervios, cabello corto, horrible ortodoncia… tienen tantas opciones para molestarme que no me quejo. Constantemente pienso en la idea de simplemente desaparecer, buscar como loca a mi padre e irme a pescar con el como en los viejos tiempos, pero se que eso nunca sucederá.

Los dolores en la cabeza al igual que los moretones ya no me parecían dolorosos, simplemente estaban ahí, no hay razones para llorar ¿pero por qué sigue este dolor? Este constante dolor que atormenta mi alma. Mi madre no puede hacer nada al respecto, es una señora mayor que a duras penas puede trabajar, ella simplemente piensa que mis moretones son provocados por mis practicas.

¿Prácticas? Sí, decidí engañar a mi madre sobre la causa de mis moretones.

—Mami estoy bien. Estoy en un dojo de Karate, gracias a mi nuevo trabajo puedo ayudarte tanto a ti como hacer nuevas actividades. No te preocupes, son partes de las prácticas.

No soporto el echo de mentirle, desea verme con el uniforme aunque no lo tenga. Tal vez debería de inscribirme en aquel dojo, así podría defenderme de mis agresores y tal vez tener una adolescencia normal.

(…)

—Espero que tenga un buen día~

—Vete a la mierda.

Suspirando apoyo mi rostro sobre el mostrador, tenía un trabajo los fines de semana algo que me ayudó bastante a poder ayudar en casa después de nuestra resiente mudanza. Viendo el reloj sonrío levemente mientras tomaba mi bolso, ya era mi descanso. En estos momentos podría ir a aquel dojo.

¿En serio es una buena idea? Es normal recibir abusos durante esta etapa de mi vida, tal vez simplemente este empeorando la situación si intento defenderme.

Soy tan desagradable que nadie intentaría abusar de mi, no tengo dinero, no tengo nada. Y repetirlo de esta forma me hace recordar la miserable vida que tengo

No tengo nada que perder.
Dispuesta y con el corazón en manos estaba a punto de entrar en aquel dojo cuando logro notar que alguien estaba allí, practicando. Ensimismada aprecio cada movimiento que hacía aquel hombre, como su gran cuerpo se movía con rudeza, la concentración en su mirada, su cola de cabello menearse ante tales movimientos, la forma en como cada gota de sudor viajaba por su cuerpo.

Mi corazón latía con tan fuerza, mi respiración… era como si no respirara, aquel hombre me robaba el aliento con tan solo su presencia. Pero pude volver a la realidad al ver como frenaba sus movimientos y dirigía su mirada hacia mi.

—A-Ah…

Apenas aquel gemido pudo salir de mis resecos labios, todo rastro de vida abandono mi cuerpo al ver aquellos ojos azules, eran tan intimidantes. El miedo me hizo ser consciente sobre mi mano seguía aún estirada sobre aquella puerta.

Corre.

Fue lo único que paso por mi mente al ver que una sonrisa se dibujaba en aquel perfecto rostro. De un momento a otro ya me encontraba en casa, encerrada en mi habitación mientras veía mi rostro.

Mi labio estaba roto, aún tenía rastros de sangre seca, un ojo levemente morado al igual que uno que otro rasguño o moretón adornando mi pálido rostro. Y realmente quería ignorar el echo de que tenía el uniforme de mi trabajo, debí verme como una fracasada sin futuro.

Broken {Terry silver} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora