-𝗧𝗥𝗨𝗧𝗛-

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-Entonces, ¿eres escritora? -Gaia asintió. -¿Y que genero escribes?

-Escribo depende mi humor, si estoy triste escribo algo triste y así se varía. Pero hace poco saqué un nuevo libro. Me baso en personas importantes para mí para hacer a mis personajes.

Explicó.

-¿Y yo tengo a mi personaje? -Preguntó mirándola.

Ella asintió.

-Dime sobre él.

-No. Tendrás que leer mi libro para verlo, te daré la versión original luego.

-Yo también quiero sacar un personaje, Gaia. ¿Cómo le puedo hacer?

-Describe a tu personaje.

Él la miró con una sonrisa.

-Tiene cabello castaño, unos hermosos y grandes ojos marrones. Una piel suave y unos hermosos labios dulces. Es la diosa de la tierra, y tiene una risa muy graciosa. -el se burló cuando recordó la risa que Gaia hacia.

-Si tu dices, esa chica suena muy hermosa e interesante.

-Lo es. -Druig se levantó, tomó su mano y la guió hasta arriba de la cabaña, apreciando así las hermosas estrellas que había sobre de ellos.

No había otro ruido más que el del viento moviendo las hojas de los árboles, y la tierra caída. Gaia conectaba muy bien con ese lugar, se sentía en casa; y no solamente porque quien amaba estaba ahí.

Druig estaba más que nervioso, aunque la felicidad era más grande; no sabía cómo actuar y a cada mirada que ella le entregaba, su cuerpo temblaba sin parar.

Ambos se acostaron en el tejado, Gaia busco la mano de Druig, y al momento de tocarla, ya no la soltó.

-Sigues usando el collar, verdad? Lo vi cuando llegaste. -Gaia asintió con una sonrisa apenada, mientras mantenía su mirada clavada en el cielo estrellado.

-Nunca me lo he quitado, es muy hermoso como para esconderlo en un cajón. Aunque procuro cuidarlo con mi vida.

-Y en tu estadía en Washington, ¿no haz conocido a alguien? Verdad... -la miró sin pestañear.

Gaia rio al ver como los celos aparecían en él.

-Conocí a muchas personas pero no puedo encajar en ellas, con la mente que tengo y todos los años que he vivido se me dificulta esto de, dejar que cometan errores para así crecer como persona.

-Estamos igual. Perdón por dejarte aquel día en Tenochtitlan. -Suspiro. -No era mi intención dejarte ni hacerte sentir como lo hice, lo lamento.

-Te entiendo, se porque lo hiciste. -Gaia se levantó, salto y llegó hasta el suelo.

-¿A dónde vas? -Preguntó él bajando.

-Tengo sueño, y debo tener fuerzas para mañana poder contactar a Arishem, debo encontrar la manera si o si mañana. Están mis cosas en el sofá, ahí dormiré.

Él la miró con burla.

-¿Crees que te voy a dejar dormir ahí? Gaia pensé que me conocías. Dormirás en mi cama, yo dormiré en el sofá, es lo justo.

-¿Estás loco? Vengo aquí como invitada, no a molestarte.

-No me molestas, tú duermes en la cama, yo en el sillón y ya si me da frío me voy contigo. -sonrió y Gaia acepto rendida.

Ya ambos estaban acomodados en los distintos lados de la habitación, aunque ninguno podía dormir. Estaban juntos otra vez, ¿pero estaban separados al dormir?

𝘎𝘖𝘓𝘋𝘌𝘕 𝘌𝘠𝘌𝘚 -𝖤𝖳𝖤𝖱𝖭𝖠𝖫𝖲 [𝘋𝘙𝘜𝘐𝘎.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora