¡¿𝕼𝖚é 𝖈𝖆𝖗𝖆𝖏𝖔𝖘 𝖊𝖗𝖊𝖘?!

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Hoy era el primer día de la escuela para todos y ya se nos estaba haciendo tarde.

- Válgame Dios se nos hace tarde - dije alterada mientras me termino de arreglar, como un rayo fui al cuarto de mis hermanos - ¡Melisa! ¡Miguel! Ya levántense se nos hace tarde, ¡Rápido! - Empecé a sacudirlos como matracas.

- ¡Ah! Cinco minutos más nena - respondió más dormida que despierta mientras se acomodaba en su cama.

- ¡Que cinco minutos más! Se nos hace tarde y hoy es el primer día - grite en un intento de despertarlos.

Lo cual funciono porque ambos abrieron sus ojos de golpe y salieron de sus camas para alistare, me limite a resoplar cansada, fui hasta la puerta para esperarlos a los pocos minutos llegaron.

- Pónganse los zapatos - les dije mientras le acomodada el uniforme a Miguel - Asegúrense de llevar todo, vamos a ir primero a la primeria y después yo me voy a mi escuela.

Les explique antes de salir de la casa, los tres corríamos para llegar a la escuela de mis hermanos por suerte lo logramos.

- Ya me voy demonios, suerte y por favor pórtense bien, no quiero reportes en el primer día - Hable mientras besaba sus frentes

- ¡Ah! Si, si como tú digas hermana - bufo Melisa con mala gana - tú también que te vaya bien

- Adiós hermanita, que te vaya bien - se despidió Miguel

Termine de despedirme y volví a correr mientras maldecía por llegar tarde, sin darme cuenta ya estaba enfrente de mi colegio, choque con varias personas que se cruzaban en mi camino al intentar pasar y por supuesto traspasaba algún espíritu lo cual hacia que me dieran escalofríos pero logre llegar a mi salón justo antes que tocaran la campana.

- ¡Ah! Menos mal que llegue a tiempo - susurre para mí misma mientras recuperaba el aliento

Al abrir la puerta de mi salón sentí un escalofrió gigante que me hizo tambalear y palidecer... Había una entidad mayor

- Mierda -

Cuando entre al salón lo note a él un chico pelirrojo, alto, su piel era pálida y con algo muy particular que se notaba a kilómetros de distancia, unas enormes alas negras, sinceramente me asusto mucho al verlo por lo que no pude evitar soltar un grito ahogado.

- ¡¿Qué carajo eres?! -

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Kurama y tu (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora