special day.

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Langa seguía abrazando a su preciado amigo, por alguna rara razón recordó las palabras de su novia.

"Algún día te darás cuenta".

Seguía sin entender aquellas palabras. Estaba intrigado. Pensaba y pensaba qué significaba lo que le había dicho su novia. Sumido totalmente en sus pensamientos notó cómo el menor se removía en su sitio. Soltó un poco su agarre para que pudiera moverse mejor, pero grande fue su sorpresa al ver que se levantó y se disponía a sentarse en su cama, el peliceleste con confusión miró a Reki, éste mostró una sonrisa tonta.

—Estaba incómodo en el suelo —miró hacia sus pies.

Langa también se levantó de su sitio y se sentó junto a su mejor amigo en silencio. Kyan miraba sus pies y jugaba con sus dedos. El mayor se dedicaba a apreciar las acciones de éste, sin darse cuenta de que su sonrisa se ampliaba y su corazón aceleraba de a poco, volvió a recordar aquellas palabras.

"Algún día te darás cuenta".

Carraspeó con fuerza.

No.

Sólo es su amigo, no, es imposible, ama mucho a Amaya, ella es perfecta, es más de lo que pudo pedir, quizás Amaya se equivocó.

Pero los Ángeles no mienten, ¿O sí?

Langa agitó un poco su cabeza despejando todos sus pensamientos. Mañana hablaría bien con Amaya. ¡Oh! Mañana sería el momento perfecto de darle aquel regalo que tanto se le dificultó darle, pero ahora su prioridad es Reki. Éste lo miraba confuso. El peliceleste lo tomó de la mano y se levantaron de la cama.

—¿Estás listo? —apretó con suavidad el agarre de sus manos, haciendo sonreír a ambos.

—Ya te dije que nací listo —el pelirrojo sonrió con emoción.

Ambos salieron de de la habitación, bajaron las escaleras y se dirigieron a la puerta principal. Ya apunto de tomar el pomo y abrir la puerta Miya los interrumpió.

—Regresen temprano, mañana tenemos muchas cosas que hacer —sonrió—. Espero la pasen bien.

—Si, mamá —respondió su hermano con burla, Langa soltó una risilla.

—Nos vemos, Miya —se despidió el de orbes celestes moviendo su mano.

La caminata hacia la heladería fue silenciosa y tranquila. Langa caminaba con ambas manos detrás de sí, mirando de reojo a Reki con una leve y boba sonrisa. Mientras Reki estaba sumamente concentrado tratando de sincronizar sus pies con los del peliceleste. Estaba feliz. 

Se sentía feliz, ya hacía mucho tiempo desde la última vez que fueron a la heladería juntos.

Al llegar a la tienda Reki levantó la vista hacia Langa quien le sonreía divertido.

—¿Qué pedirás?

«A ti».

—Un helado pequeño de vainilla estaría bien.

— No pedirás eso —el peliceleste, con el ceño notablemente fruncido, volteó hacia el cajero—. Queremos el helado más grande y más caro que tengan, por favor —habló Langa sacando su billetera mientras Reki negaba con diversión.

«Este será un gran día».

—¿Cómo les fue, slimes? —Miya abrió la puerta mientras un cansado Reki llegaba de esta, Langa se quedó en el marco de la puerta— Ven tu también pasa —el pelinegro tomó del brazo al mayor de todos, tironeándolo hasta el sofá donde reposaba Reki.

—Fue divertido —habló el de orbes celestes.

—Sobre todo la parte en donde una señora ligaba con el guardia para que no la pillen de estar robando —carcajeó el pelirrojo.

—Y después un niño fue donde la señora y le dijo: "Mami allí están las botellas de cristal que querías" —estallaron en risas como si fueran tontos.

—Me alegra que se divirtieran en su cita —Miya se sentó en medio de ambos, de reojo miraba como a ambos se le coloreaban sus pómulos de un rojo clarito, rio para sus adentros.

—¡Oh, qué tarde es! Ya debería irme —Langa se levantó con nervios, antes de irse más lejos, Miya lo agarró de la manga. Una idea se le cruzó por la cabeza.

— ¿Por qué no te quedas? Podrías dormir con Kyan —sonrió con malicia, esperando a que el peliceleste aceptara su propuesta. Reki se removió inquieto en su lugar y su sonrojo incrementaba más.

—Uhm, no lo sé... Mañana será un día muy importante —Langa empezó a caminar hacia la puerta principal, los hermanos lo siguieron.

—¿A sí? Con más razón deberías quedarte aquí, ¡mañana será un grandioso día! —el de orbes esmeralda seguía convenciendo al aún no-novio de su hermano, y qué mejor regalo de cumpleaños que convenciendo a Langa de dormir en la misma cama que él.

—La verdad es que sí. Ya que me he decido que mañana le daré el regalo a Amaya y estaré con ella toda la tarde— Informó alegre.

Reki no dijo nada. Miya quedó estático en su sitió. La sonrisa de Langa se iba apagando al ver que sus amigos no decían nada.

—Lo siento por no quedarme, mañana estaré con Amaya y no quiero desaprovechar esa oportunidad.

—¿No recuerdas que es el cump..?

—Espero te vaya muy bien, Langa. De seguro a Amaya le encantará el regalo —Reki interrumpió a su hermano, poniéndose en frente de este y hablando con tajante.

—Gracias Reki, luego te contaré como me fue —acarició el cabello de Kyan. Confundido por esa repentina interrupción fijó su vista en el pelinegro que aún seguía mirándolo con sorpresa—Adiós Miya, nos vemos otro día —el peliceleste se dio la vuelta y salió de aquella casa, dejando en completo silencio a ambos chicos, Reki se dio la vuelta y con paso rápido subió las escaleras hasta su habitación.

Miya lo siguió con algo de enojo en su ser. Dios, era algo obvio que iba a estar enojado con Langa ¿Cómo olvida el cumpleaños de su "mejor amigo"? En silencio entró al cuarto de su hermano mayor, éste estaba acostado dándole la espalda. Se sentó a su lado.

—Supongo que estaba mintiendo, nunca olvidaría mi cumpleaños —murmuró hecho una bolita el pelirrojo.

—Sí, tal vez sea eso...

Esa noche Miya y Reki durmieron juntos. Reki no lloró, confiaba plenamente en que Langa sólo había mentido y que le daría una sorpresa, su hermanito trataba de pensar lo mismo, pero..

Todos sabíamos que no era así.

𝐢'𝐦 𝐬𝐨𝐫𝐫𝐲; 𝐫𝐞𝐧𝐠𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora