in love.

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Miya despertó de repente. Estaba oscuro y aún no amanecía. Se levantó de la cama, fue a la cocina a por un vaso de agua y con sueño volvió a la habitación de su hermano, pero no había nadie.

«Tal vez está en el baño..» Pensó y se acostó nuevamente a la cama con una incomodidad en el pecho. Pasaron unos minutos, horas podrían decirse y Reki aún no volvía del baño. Miya se levantó de la cama y fue hasta el baño, se fijó que estaba la luz encendida así que tocó suavemente la puerta.

—¿Reki? ¿Está todo bien? Estuviste mucho tiempo allí encerrado —preocupado volvió a tocar la puerta— ¿Reki? ¿Te quedaste dormido o algo? Voy a entrar ¿Vale? Espero no estés haciendo nada sucio.

Miya abrió levemente la puerta, asomó su cabeza un poco y la abrió de golpe. Las lágrimas ya se deslizaban por sus pálidas mejillas. Cayó de rodillas mientras tapaba su boca con ambas manos para no gritar de la agonía al ver a su hermano desangrándose en el suelo del baño. Vio cómo el menor estaba pálido, sus hermosos ojos color ámbar no tenían brillo ni vida, empezó a llorar más fuerte hast..

—¡Miya! —el de orbes esmeraldinas volvió a despertar asustado. Volteó su vista, encontrándose a Reki el cual lo miraba preocupado. No dijo nada y sólo lo abrazó con fuerza mientras soltaba pequeños sollozos. El pelirrojo correspondió el abrazo sobando su espalda— Hey, tranquilo, estoy aquí —susurraba en su oído apretando más el agarre—. Estoy bien, hermanito.

—No me dejes nunca —lloriqueó a la vez que sus sollozos aumentaban.

— ...No lo haré.

Langa despertó temprano. Adormilado fue hasta la cocina y se encontró con su madre haciendo unas tostadas y café. Mientras esperaba que sirviera el desayuno intentaba recordar un sueño que tuvo. Recordaba claramente que todo estaba oscura y había una persona abriendo una puerta, al instante cayó al suelo. Desde ese punto no recordaba más. Decidió no darle tanta importancia y comió cuando su madre le pasó el plato con la comida.

Rato después envió un mensaje a su novia para organizarse a qué hora sería su cita. Dejó su móvil a un lado y fue a ducharse. Ese sentimiento de que algo se le olvidaba le comía la cabeza. Intentaba pensar pero nada se le venía a la mente. Puso esa intriga de lado para enfocarse en pasar la tarde con Amaya, tal vez después de ir a la tienda de los helados le daría aquél regalo que tanto le costó darle.

La hora esperada llegó. El peliceleste agarró sus llaves y esa pequeña caja que sería el regalo para la chica. La miró por un tiempo y los nervios subían a flote. Suspiró para calmarse y salió de su casa. Caminaba a paso lento hacía el hogar de su novia, envío otro mensaje para hacerle saber que ya estaba de camino. Fue respondido por un emoticono de corazón, sonrió y apresuró el paso.

—¡Feliz cumpleaños! —hablaba un peliverde desde el otro lado de la línea. Estaba haciendo una videollamada con Reki ya que lamentablemente no pudo ir debido a un viaje a las aguas termales que habían arreglado— Cuando lleguemos con Cherry te daremos tu regalo y saldremos a hacer alguna carrera en "S". ¡O algo así! 

—N-No es necesario Joe, con que me saludes estoy bien.

—¡Olvídalo! Cherry quiere planear una carrera con todos nosotros para ver quién gana y te da un golpe en la cara. ¿Qué dices? —el menor reía al ver como Joe se acercaba al móvil, viendo solamente parte de su sonrisa. Del otro lado de la línea se oyó a Cherry hablar— Ah, me tengo que ir. Cherry quiere que le dé unas nalgad..

—¡Cállate un mes, Joe! —ambos rieron ante la voz quejosa de Cherry.

—Hablamos en un rato más, ¡Y no le des muy fuerte! —gritó lo suficientemente fuerte para que Cherry también escuchara.

A lo lejos, detrás de Joe, se vio cómo el pelirrosa se levantaba irritado de su asiento y se dirigía al móvil del peliverde.

—¡KYAN REKI, TE VOY A GOLP..!

Reki colgó la llamada estallando en risas. Revisó sus mensajes: habían muchos de amigos felicitándolo por su cumpleaños. Después los respondería, buscó el contacto de Langa para ver si le había enviado algo.

Nada.

Suspiró. En algún momento del día le dirá algo o lo visitará. Se levantó del sofá y fue en busca de Miya.

—¡Langa! —la chica saltó a abrazar a su novio, enredando sus brazos alrededor de su cuello. Se separó un poco para besar su mejilla— Hey, ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue ayer con Reki?

— Bien, fue divertido, ¿Cómo estás tú?

— Estoy bien, gracias —sonrió dulcemente— ¿Estás listo para la cita?

— Sí, vamos —el peliceleste con nervios tomó la mano de la pelinegra y fueron caminando a paso lento a aquella misma heladería.

Aquella misma heladería que iba con Reki después de la escuela.

Aquella misma heladería en donde le había comprado ese enorme helado.

Aquella misma heladería en donde Reki lo había hecho sentir mejor.

Aquella misma heladería en donde se dieron su primer be..

—¿Langa? —Amaya miraba preocupada a su pareja— ¿Te sientes bien? Estuviste callado en todo el camino.

— ...Sí, estoy bien, no te preocupes —le mostró una cara de "estar bien". Más que eso Amaya no se lo creyó, puesto que era muy fácil leer a Langa, pero lo dejó pasar— ¿Qué helado quieres?—habló cambiando el tema de repente.

—Hace mucho no como el de menta.

—Pues ese será.

Al comprar los helados fueron a caminar hacia ese pequeño parque que estaba al frente. Vieron una banca vacía y se sentaron bajo la sombra de un árbol mientras terminaban de comer su helado en un tranquilo silencio. A cada minuto que pasaba Langa se sentía más nervioso, ya que, ahora mismo, es el momento perfecto de darle aquel regalo.

—Uhm, Amaya.. —llamó. La nombrada volteó mirándole a los ojos.

—¿Qué sucede?

Los nervios comían a Langa de pies a cabeza. De su pantalón sacó un cajita pequeña de color bordó y extendió su brazo a dirección donde estaba ella. Amaya con confusión en su rostro tomó la cajita y la destapó con cuidado, su cara de confusión se cambió a una de asombro al ver un bonito anillo plateado con piedrecitas rojas a su alrededor. Dirigió su mirada y vio a un Langa todo nervioso y rojo como tomate.

—Esto es muy bello, Langa —habló apenada—, pero no puedo aceptarlo —le devolvió la cajita.

—Pero... lo compré para ti.

—Esto no me pertenece— Sonrió triste— Esto le pertenece a otra persona, y lo sabes muy bien.

—¿Quién? —murmuró confundido.

—Ay, cielo —la chica suspiró y tomó ambas manos del aún confundido peliceleste y lo miró a los ojos— Tú sabes que yo te aprecio demasiado y en momentos como éste es mejor que... lo dejemos aquí.

—¿De qué estás hablando, Amaya?

Amaya sonrió con tristeza— Langa, ¿Cómo es que aún no te das cuenta? —rio con pena— Me has demostrado lo mucho que lo amas y me siento feliz por ello, pero también me siento horrible al saber que a ti te gusta otra persona —bajó la cabeza. Nadie dijo nada—. Incluso antes de nuestra cita, podría jurar que estabas pensando en él.

—No entiendo de qué me habl..

Elevó la cabeza y lo miró con sus ojitos cristalizados.

—Langa, estás enamorado de Reki.

«¿Qué?».

𝐢'𝐦 𝐬𝐨𝐫𝐫𝐲; 𝐫𝐞𝐧𝐠𝐚.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora