Capítulo 5 La boda de Papi

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Zhan siempre creyó que cuando fuese mayor y ya hubiese terminado sus estudios, encontraría a alguien con quien ser feliz, casarse y quererse hasta la eternidad. Independientemente si era una mujer o un hombre. Creyó muy mal.

Con ese triste pensamiento, alisa su saco rosa frente al espejo de su habitación. Suspira, volteándose para verse mejor. La camisa blanca está abierta unos cuantos botones abajo, para darle un estilo más relajado.

Unos toques hacen que mire hasta la puerta, Yubin está parado ahí, vistiendo un simple traje negro con corbata y unos lentes para ver que son algo redondos.

- ¿Listo? El taxi ya llegó.

Zhan asiente con media sonrisa, volviendo su vista al espejo, solo para confirmar que todo estaba bien.

- A-Zhan, sabes que si no quieres ir no tienes porque...

- Estoy bien, A-Bin. Esto puede ayudarme a...¿Superarlo? A entender que no hay vuelta atrás y que lo nuestro ya tuvo un fin.

El rubio sonríe triste, viendo su primo intentando ser fuerte. Le hace una seña con la cabeza, indicándole que ahora si, debían irse. Cuando bajan, Na Ying está sonriéndoles, halagando lo apuestos y elegantes que se ven. Besa las mejillas de ambos y ellos le devuelven el gesto, prometiendo que no volverán muy tarde.

- ¡Buena suerte, chicos! ¡No olviden traerme el centro de mesa! - la madre de Zhan grita antes de que el taxi arranque por completo.

Al día siguiente de que terminó con Yibo, había ido a la oficina de Liying para hablar con ella y decirle que no podría trabajar más ahí por cuestiones de estudio. Ella dijo que estaba bien, y le dio su liquidación de una vez. Quiso pasar ahí, porque sabía que si iba a la casa, lo encontraría, devastado y no hubiera aguantado las ganas de correr a sus brazos y pedirle perdón.

El trayecto a la Iglesia fue largo por el tráfico. Zhan no quiere entrar y ver a Yibo casándose. Quiere irse, no quiere aceptar la realidad. Toma aire antes de sentarse en una de las bancas fuera del lugar. Yubin lo sigue, poniendo una mano en su rodilla.

- Podemos irnos cuando tu quieras. Siempre estamos bien vestidos, no sé, podríamos ir a comer pizzas.

- Estoy bien, Yubin. Quiero hacer esto.

- ¿Quieres fumar un poco?

Zhan niega con la cabeza, mirando al de ojos azules cristalinos sacar una cajetilla del interior de su saco.

Un auto negro, elegante se estaciona en la entrada. Es el auto de Yibo, el baja del asiento del copiloto, seguido de sus amigos - padrinos. Hao Xuan y Ji Yang. Los tres tiene el rostro serio y ceños fruncidos.

- Buenas tardes - dice Yibo, pasando cerca de ellos sin siquiera voltear a ver.

Yubin solo asiente como saludo, está muy ocupado expulsando humo de su boca como para hablar, y Zhan baja la mirada, apenado.

- ¿Crees que....crees que aún me quiera? Digo, parece que...

- Tranquilo, A-Zhan. Seguro lo hace, ha pasado poco menos de tres semanas. No dejas de querer a alguien en ese tiempo. ¿Lo has hecho tú?

- No, no. Para nada, lo quiero igual que siempre.

Yubin mueve su cabeza de arriba a abajo. - Él también lo hace.

Una pequeña sonrisa atraviesa los labios de Zhan. Se para, arreglando las arrugas de su ropa, decidido a entrar, con el pensamiento de que Yibo aún lo quiere. Su primo tira el cigarro y lo pisa para apagarlo.

Al entrar, buscan un asiento cerca de alguna ventana o ventilador. Se sientan y Zhan no puede apartar la mirada de Yibo. Está de espaldas, hablando con su madre. Es una mujer no muy alta y algo llenita, tiene el cabello largo, sujeto a una coleta. Su vestido es simple, pero lo que más llama la atención de Zhan es su expresión. Luce aflijida, con una sonrisa rota y lágrimas sin soltar en los ojos, mientras acaricia el rostro de Yibo y éste solo niega. Por último, besa su mejilla y comienza a caminar lejos de él.

Una niña de cabello color zanahoria corre sin dirección alguna, huyendo entre carcajadas de otro niño rubio. Ella llega a la pierna de Zhan y la abraza, riéndose inocentemente cuando el otro le toca la espalda y suelta un "Tú las traes".

- ¡A-Qing! ¡A-Yuan! No corran aquí.

Zhan acaricia la cabeza de los dos pequeñines con una sonrisa. Son bastante bonitos, incluso quiere morder las rojas mejillas de la niña.

- Niños, les dije hoy no debían ser traviesos o A-Yi se molestaría.

- ¡A-Yi, A-Yi! - grita ella, saltando y corriendo ahora en dirección de Yibo.

- Siento tanto esto, apenas tienen 3 y no saben como comportarse - Carman Lee se disculpa con una mueca apenada.

- Tranquila, no es ningún problema. Son bastante adorables.

- Gracias - sonríe sincera. - Oh, tú eres Zhan ¿Cierto?

Él asiente repetidamente.

- Yibo me ha hablando bastante sobre ti.

- Hey, amigo ¿Qué te parece ir a ver esos dulces de la entrada? - Yubin le propone a Yuan, el acepta, abriendo y cerrando sus manos en dirección al rubio para que lo cargue.

- ¿Ah, si? Espero que hayan sido cosas buenas.

- Claro que si. Estoy agradecida contigo por haber hecho feliz a Yibo el último año antes de amarrarse a Liying.

- Oh...bueno, no es nada, al contrario.

- También me dijo que terminaste con él. Fue lo mejor ¿Sabes? Así no se siguen lastimando.

- Si, además el se casará y yo...lo superaré.

- Eso espero, cariño. Es que él ¡Es tan terco! ¿Sabes? Qué digo, obvio que lo sabes. Le he dicho mil veces que no tiene que hacer eso por mi, las niñas yo estamos bien, estoy trabajando turnos extras para que Ziyi entre a la Universidad.

- Él sólo quiere ayudar y verlas bien, se preocupa por ustedes. Son los más importante para Yibo. Quiere que sean felices.

- Pero entonces...¿Él cuando será feliz?

Zhan no logra contestar a eso porque las campanas comienza a sonar, indicando que la novia estaba por entrar. Carman Lee se para, besando la mejilla de Zhan y yendo hasta su puesto donde sus demás hijas están. Con sus ojos verdes y divertidos, Zhan observa a Yubin escabullirse junto a Yuan por un costado de la Iglesia. Los dos tienen sus bocas llenas de dulces. Rápido, el rubio deja el niño con su madre para volver con el más alto.

Liying entra del brazo de su padre. Tiene el rostro neutro. Zhan no va a mentir, luce hermosa con su cabello negro peinado y el vestido le asienta a su delgada figura. Cuando llegan a donde Yibo está, se dan un simple beso en la mejilla. No hay sonrisas ni felicidad en el rostro de ambos. El padre de ella le da un apretón de manos al castaño y camina a su asiento junto y su esposa.

La misa comienza como debe de ser. Zhan comienza a sudar, está nervioso y no sabe porque. No puede parar de morder sus labios y jugar con un hilo que sale de su camisa. Yubin simplemete atiende a todo lo que el padre dice.

El momento que Zhan no quería que llegara, al fin lo hace.

- ¿Quieres recibir a Liying como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? - la voz del padre suena cansina al momento de decirlo.

Yibo vacila un poco mientras sostiene las manos de Liying. Su voz tiembla suavemente cuando suelta un:

- Si, acepto.

Ahí es cuando Zhan no aguanta más. Yubin se para con él, siguiéndole hasta la salida.

Lo último que ambos oyen al salir, es el fuerte y lastimero sollozo que Liying suelta.

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