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... Milo? — Afrodita vio con curiosidad a su amigo peli azul. Desde que la anterior generación regreso a donde pertenecían el octavo guardián se había sumido en un estado nostálgico, como si una gran parte de sí hubiese sido arrancada, pero con el tiempo espero que esto pasara pero al parecer no fue así — Milo... — volvió a llamar al ver que el otro ni caso — ey! Que haces? — Le dio una palma en la espalda haciéndose notar al tiempo que se sentaba a su lado —

Eso dolió... — murmuro sobándose el lugar afectado —

No me hacías caso alguno y sabes que tanto odio que me ignoren — se cruzó de brazos y frunció el ceño — ya ni que te hubiese dado tan fuerte — rodo los ojos — como sea, te pregunte que hacías, no es normal en ti despertar tan temprano y estar aquí sin hacer nada —

Me gusta la paz que trae el alba — se encogió de hombros —

Aja, y eso no tiene nada que ver con que Camus se haya recluido en Siberia por tiempo indefinido? — le miro curioso y con tono sarcástico expreso —

Pues...no? — parpadeo un par de veces — Camus en Siberia? Cuando pasó eso? — arrugo el ceño —

Por Atenea, no me digas que... esto es peor de lo que pensé — movió la cabeza en desaprobación. Había ido a buscar al bicho con la intención de hacerle entender que debía arreglar las cosas con Camus, pero no esperaba encontrarse con que el escorpión ni siquiera se había dado cuenta de la ausencia del acuario — si quiera sabes en que día estamos? —cuestiono tratando de bromear —

Cinco de octubre — respondió con convicción —

Es definitivo, esto es peor de lo que pensé — asevero, el bicho ni siquiera sabía en qué día estaban, con molestia se puso de pie — es suficiente, te vas a levantar, te darás un baño y arreglaras... te recogeré en una hora, si no estás listo para ese entonces que Atenea se apiade de tu alama — le apunto amenazante — hablo enserio — agrego —

Pero... — quiso replicar el escorpio hasta que vio como los celestes ojos de piscis se tornaban rojos, no quería morir envenenado, así que mejor obedecía — bueno —

Una hora — sentencio antes de marcharse. Tenía tantas cosas que hacer. Quien creería que siendo él uno de los caballeros traidores, malévolos, fríos y todo lo peor que pueda existir en la tierra, tenía que ayudar a sus compañeros que se supone era buenos y centrados —

***M***

Y porque tendría que estar preocupado — rodo los ojos — cada quien debe resolver su propios problemas —

Es un compañero y amigo — Aioros arrugo el ceño — y necesitan que nosotros como mayores los guiemos en asuntos que no sean claros para ello — hablo con seriedad y convicción —

Son lo suficiente mayores para tomar sus decisiones y afrontar sus consecuencias — se encogió de hombros — además quien te ha dicho que desean nuestra ayuda — le miro con aburrimiento —

Kanon, no puede ser tan desalmado. Son personas con las crecimos y...— trato de convencer —

Crecimos? — Corto lo que iba diciendo el castaño y le miro con cierta burla — crecieron, Saga y tú de mí ni sabían siquiera que existía, así que no me des responsabilidades que no me corresponden y tampoco quiero — girándose se perdió en el templo de los gemelos —

Te lo dije a Kanon no le importa — Saga a su lado negó suavemente — vamos antes de que Shion mate a Shaka y Atenea lo mate a él — aconsejo —

Si — acepto resignado pues a pesar de que Saga se lo había dicho desde mucho antes de ir a buscar al gemelo menor, no había querido creer que a Kanon no le importa lo que pasara con los dorados menores a ellos —

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