¡No otra vez!

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—¡ALTO!

Se paralizó justo antes de llegar a la esquina de una intersección, justo a tiempo, ya que en ese momento un hombre vestido de negro y rojo pasó a toda velocidad usando su quirk. Parecía que se impulsaba con ayuda de aire o gas que lo mantenía flotando y en aceleración.

Después de eso espero dos segundos y temeroso quizo correr lo más lejos de allí.
Dió un paso y justo cuando estaba por doblar se estrelló contra una pared a media ruta de escape que no hacía más que estorbar. Al menos eso fue lo que pensó. Incluso esa pared tuvo el descaro de empujarlo y caer encima de él por el impacto.

—¡Ah! ¡Lo lamento mucho! ¡No era mi intención! ¡Discúlpame! ¡No te ví por la velocidad! ¡En serio lo siento!

«¿Por qué un pedazo de concreto me está pidiendo disculpas?» pensó Rody, atontado por el golpe doble que se llevó.
«El piso también es muy duro».

—¿Estás bien? ¿No te lastimaste? ¿Estás herido? ¿Te duele la cabeza? ¡Realmente lo siento!

«Que pared tan gritona».

—¿Podrías levantarte?— preguntó un poco menos alterada esa voz.

El castaño comenzó a reconocer que no era una pared, sinó una persona con la que se había golpeado.

—Creo que deberías de levantarte primero...

—Claro, solo esper- ¿Rody?

Hasta ese momento no había reconocido la voz sobre él. Fue hasta que dijo su nombre que terminó por ensamblar su cerebro y pudo identificar la chillona voz preocupada de quien lo había tirado.

—¿Deku?

El mayor pudo verlo bien después de parpadear varias veces, identificando la pecosa cara y el cabello verde de quien se volvió un gran amigo hacía poco tiempo para él.

—¡Rody! ¡Eres tú! Creí que no te vería pronto, pero estás aquí ¡En Japón! Espera un momento... Estás en Japón. ¿Por qué? ¿No se supone que vives en Francia? ¿Por qué estás aquí? Tal vez...

Mientras que Deku hacia su reflexión murmurando, Rody también trataba de pensar por qué, de entre todas las personas que se podía entrar en Japón, tenía que ser exactamente el héroe acosador. Ahora el nombre le quedaba aún mejor.
Atando cabos, como el hecho de la «alerta de amenaza» que hacía poco se había disparado y que el héroe estuviera aquí, pudo concluir que la agencia Endeavor, en la cual Deku seguía haciendo sus pasantías, había sido llamada para resolver ese problema, por lo tanto era lógico que Midoriya también se encontrara en ese momento.

—...por lo que entonces debiste de haber sido llamado para prepararte aquí ya que escuché están recibiendo a muchos jóvenes de todo el mundo— él igual había terminado de descifrar sus dudas en cuanto a por qué estaba ahí.

—Exactamente.

—¡Me alegra verte! Pero estaba persiguiendo a un villano y ya pasaron varios segundos desde eso que no debo perder, así que me tengo que ir.

Ni bien se había puesto en cuclillas sobre el castaño cuando volvió a quedarse estático, solo para segundos después caer sobre el pecho del mayor con algo de fuerza.

—¿Qué te pasa?— preguntó algo alterado por las acciones del de verde.

—¡Lo siento! ¡Juro que no soy yo! Es como si hubiera algo que me estuviera manipulando.

—En eso tienes razón, héroe— otra voz se integró a la conversación, haciendo que ambos chicos se estremecieran sorprendidos —estoy usando mi quirk sobre ustedes en lo que llegan mis demás compañeros. Serán unos magníficos rehenes— mencionó al final con un tono más siseante.

Aunque Deku intentó usar sus golpes de aire le fue imposible calcular con exactitud la posición del villano, ya que la forma en la que se encontraba sobre Rody no le permitía tener en su rango de visión al atacante. Tampoco quería ocasionar daños en vano.

De pronto sintieron como la habilidad del villano ya no les estaba afectando, pero antes de poder reaccionar una especie de red de acero los envolvió totalmente.

—Se tardaron mucho.

—¡Estábamos haciendo TU trabajo, idiota!— nuevas voces se escucharon acercarse.

—Ya ya, está bien. Por eso retuve a estos dos. De algo nos servirán.

Tanto Deku como Rody se mantuvieron quietos sabiendo que ahora los recién llegados les estaban observando.

—¿Qué es lo que quieren?— Deku dijo lo más calmado y fuerte que pudo.

Aunque no lo demostraba, empezaba a culparse por entrometer nuevamente al francés en sus asuntos.

—¿De ustedes? Nada. Pero siempre es bueno tener rehenes por si algo sale mal.

—¡Llevenlos a bordo!— dijo demandante el que parecía ser el líder.

Ambos se asustaron ¿Qué harían con ellos?
Deku quizo intentar de nuevo con los golpes de aire. Se preparó, esperó a que alguno de los villanos se acercara, apuntó y una descarga eléctrica lo detuvo antes de lograr su cometido.

—No, no, no. Esa red es aprueba de héroes. No podrán hacer nada a menos que logren quitársela, lo cual es imposible.

Después de eso lo único que pudieron hacer fue ver como los trasladaban hacia un pequeño barco de rápido desplazamiento.
Los llevaron dentro en un compartimento. Izuku seguía intentando liberarse aunque sea un poco, Rody solo estaba quieto, sin hacer ni un solo ruido y con el ceño fruncido.

Los villanos cerraron aquel compartimento con forma de alacena y los dos chicos se quedaron casi completamente a oscuras.


—Tal vez si pudiera alcanzar esa placa magnética y levantarla un poco podrías salir y después ayudarme a despegarlas del suelo... ¿Rody?— el peliverde intentó ver lo más posible a su amigo debajo de él —¿Estás-?

—¡No! No estoy bien ¡Siempre que estás cerca me termino metiendo en problemas!

—Pero solo han sido dos veces...

—No me importa, porque dos veces son muchas.

—Tienes razón— admitió muy apenado el héroe —¡Pero te prometo que nos liberaré de esto, y también te protegeré como la última vez!

Rody solo suspiró algo contrariado. No era para nada agradable y tranquilizador estar en esa situación, había vuelto a dejar a sus hermanos solos sin avisar, sin embargo, muy en el fondo sabía que no tenía por qué preocuparse, pues su héroe estaba justo ahí, cerca de él.

Demasiado cerca.

¡SOBRE ÉL!

—B-bien, pero ¿podrías intentar n-no moverte tanto?

Hasta ese instante a ninguno de los dos les había incomodado estar en esa posición, pues el miedo y enojo por la situación los había mantenido atentos a otras cosas, sin embargo ahora que ambos se habían hecho concientes de su situación era muy incómodo y abochornante.

—¡Ahh! ¡Lo siento!

—Dije que no te muevas...

365 Minutos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora