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Finalmente había terminado otro agotador día de trabajo, eso era lo único que tenía Nanon en mente mientras caminaba de vuelta a casa.
Korapat trabajaba en una pequeña empresa que se encargaba del diseño de interiores y de la remodelación de cualquier lugar.
Al principio su trabajo era divertido, pero últimamente a todo el mundo se le había dado por remodelar su casa y empezaba a ser agotador.
Un suspiro cansado salió de Nanon mientras se auto animaba, después de todo, aquel cansancio se reduciría a nada en cuanto llegara a casa y viera la hermosa sonrisa que siempre le dedicaría su esposo a modo de bienvenida seguida de un cálido abrazo.
Al estar frente a la puerta de su apartamento se tomó su tiempo para buscar las llaves, temiendo por un momento haberlas dejado en la oficina, sin embargo, una pequeña sonrisa apareció en su rostro en cuanto encontró el llavero con forma de oso que tanto buscaba.
Entró a la casa y dónde normalmente habrían luces encendidas por todos lados, ya que Ohm le tenía miedo a los fantasmas, no había más que obscuridad, lo cuál por supuesto preocupó a Nanon.
—Llegue a casa.
Anuncio como siempre hacía, pero ese animado Ohm que siempre le recibía con alegría no vino corriendo desde la cocina para lanzarse a él y abrazarlo o llenarlo de besitos.
—¿Cariño?
El silencio fue lo único que le recibió, camino un poco hasta dejar sus cosas sobre el sofá negro de la sala y se dirigió hasta el pasillo que conducía a las habitaciones.
El pasillo solo dirigía a tres posibles habitaciones, una habitación de visitas, una un poco más grande que nunca ocuparon y finalmente al fondo se encontraba la recamara principal.
La puerta estaba entrecerrada, apenas se podía notar la luz que venía desde el interior.
Fue en ese momento cuando lo escuchó todo.
—¡Guarda silencio! ¡Si me enfoco sólo en ti y no estoy alerta, Non podría descubrirnos!
El corazón de Nanon se detuvo de golpe y su respiración paro en seco al igual que todo su cuerpo.
No podía creer lo que oía, simplemente era imposible.
—¡Basta! ¡¿Por qué eres tan linda?!
Korapat, sin embargo, no se dejó consumir del todo por esos pensamientos malos que le empezaban a agobiar y siguió caminando hasta estar ya frente a la habitación.
Tenía mucho miedo de lo que podría encontrar al terminar de abrir la puerta, aún así no dudo un segundo en tomar suavemente el pomo dorado de la puerta.
