Una Black Widow con magia

Parte 1. Misión: Salir del infierno

22 de noviembre de 1979.

Phoebe Greengrass con un vientre muy hinchado sabía con las contracciones que tenía, que ese día iba a dar a luz a un bebé, habían sido nueve meses difíciles, pues en su ser llevaba una maldición de sangre que por siglos su familia había mantenido con ellos, los Greengrass del pasado cambiaron su vida por fertilidad ya que cada vez era difícil tener hijos mágicos en la familia, lo peor es que solo pasa a las mujeres de la familia, ella a cambio de romper la maldición para su bebé y que su descendencia no cargue con ella, morirá esa misma tarde al dar luz a su hija. Había sido una gran pelea con Gideón, su esposo, pues no estaba de acuerdo con su última decisión, por lo que se encontraba sola en su casa, solo le pedía a la magia que cuidara de su pequeña y entendiera el gran sacrificio para su futuro, que fuera fuerte y valiente como su padre, astuta e inteligente como ella, con un corazón noble y bondadoso, eso le pedía cada día al despertar.

Ciertamente solo son deseos, pues la guerra contra tu-ya-sabes-quién empeoraba cada día, ataques en los lugares públicos, muertes de magos y brujas inocentes anunciaban en las páginas del profeta, solo esperaba que su hija estuviera a salvo siendo una sangre pura, si bien a ella y a Gideón se les conoce como traidores de sangre, tuvieran algo de piedad con su hija siendo la princesa de los sagrados veintiocho, la familia Greengrass ciertamente no estaba agusto con su matrimonio, pero Gideón cumplía con las condiciones para el matrimonio, sangre pura, heredero y parte de los sagrados veintiocho, aunque no eran tan ricos como los Malfoy, Black o los Nott, ciertamente no carecían de galeones en sus bóvedas.

Otra contracción pasó en su vientre, respiró profundamente para aguantar el dolor, la partera de San Mungo llegaría en unos momentos para ayudarla, ya le había enviado un patronus a su esposo avisando el nacimiento de su hija, Gideón y Fabian Prewett trabajaban como aurores, los mejores del ministerio, los gemelos eran bien conocidos por su ingenio y valentía, su gran desempeño en duelo, ciertamente casi nunca estaban separados, esperaba que ambos llegaran lo más pronto posible para que vean tanto a su hija como su ahijada.

La red floo avisó la llegada de la partera, pronto la ayudó a acomodarse y revisar, para su sorpresa estaba lista para parir, así que pronto comenzó a pujar según el ritmo de las contracciones, en su tercer intento por expulsar a su bebé de ella, llegó Gideón poniéndose a su lado.

- Estoy aquí cariño, vamos - le dice mientras toma su mano en la de él.

- Duele - se queja Phoebe.

- Vamos amor, ya casi traes a nuestra hija - la apoya.

- Veo la cabeza, en la siguiente contracción puja con fuerza - la anima la sanadora, pronto ella siente la construcción de la contracción en su cuerpo - ¡Puja!

- ¡AHHH! - ella puja con fuerza y siente cómo su bebé es expulsado y el dolor acaba. Un lloriqueo llena la habitación.

- Bien hecho, es una preciosa niña - dice la partera con su hija en sus brazos.

- Déjeme verla - pide Phoebe sintiendo sus fuerzas debilitarse, sabe lo que tiene que hacer, le dan a su bebé envuelta en una manta, la bebé es una cosa rosada con poco cabello rojo escarlata, ciertamente toda una Prewett, hacía quejidos - Hola bebé, eres hermosa - le dice entre lágrimas.

- Realmente es una hermosura - dice Gideón viendo a su esposa e hija. - lo hiciste bien cariño.

- Cuídala bien, Gideón, haz que Fabian sea su padrino junto con Andrómeda, pídeles que la cuiden y amen - pide ella sabiendo que es su última oportunidad - prométemelo.

- No, Phoebe, no nos hagas eso - pide Gideón suplicando - puedes disfrutar de ella unos años más, verla crecer y criarla juntos - le ruega.

- Promételo - le dice y besa la cabeza de su hija - Aliana Prewett Greengrass, ese es tu nombre, "sanguinem meum det, et cum sanguinem reddo, animam meam do pro maledicto" - dice con su último aliento y un aura dorada las cubre a ambas para desaparecer junto con la vida de Phoebe Prewett.