Una Black Widow con magia

Parte 2. Nuevo rumbo

A Natasha le había ido bien con su ida al mercado negro, consiguió una pequeña fortuna por vender los viales con líquidos experimentales y un ejemplo del suero del super-soldado, tenía ahora suficiente dinero para vivir en el anonimato, compró un vuelo a Inglaterra desde Rusia, no podía volver a EUA, sería demasiado obvio y lo quiere guardar como una opción de emergencia, entre más cerca esté de cualquier enemigo que la busque, más rápido puede actuar y salir sin dejar rastro de su existencia. Tenía un plan ya establecido, vivir 5 años a lo mucho por país, estudiar y obtener una carrera, podría trabajar en algo modesto sin la imaginación de causar problemas.

Ahora Nat se encontraba en viviendo en los barrios pobres de Londres, a decir verdad no había mucho, pero era suficiente, tenía un piso para ella sola y nadie la molestaría, llevaba semanas allí, se hacía llamar Natalie Rushman, 18 años, una chica de intercambio de América, no había sido difícil encontrar a alguien que le ayudará a falsificar sus papeles, claro que tuvo que pagar un precio alto, pero necesario. Ahora estaba trabajando en una cafetería en la plaza a unas calles de donde vivía, era un pequeño establecimiento con solo ella, Susan como la cajera y Albert como el cocinero del lugar, ambos eran un matrimonio que necesitaba ayuda en las mañanas para atender a los clientes.

Ella vestía un pantalón de mezclilla junto con una playera negra y un delantal, llevando las órdenes de los clientes hasta sus mesas, la mañana había sido productiva, un hombre de traje le había dejado 20 libras esterlinas de propina, todo iba bien hasta que sintió una mirada y una sensación de alerta en ella, podía sentir que alguien con magia la estaba vigilando en ese momento, ciertamente Nat no había descubierto a otras personas mágicas como ella y nunca había estado en los pequeños centros mágicos, por lo que no sabía dónde buscar sin levantar sospechas, sabía que la comunidad mágica estaba oculta y había una ahí en Londres, aunque también podrían estarla buscando.

Fingió no darse cuenta de nada, siguió con su trabajo como de costumbre, desde que tenía el suero en ella le había afectado a su sensibilidad a la magia, al tener a alguien con magia cerca de ella sentiría un ligero zumbido, como una alerta constante del tipo de persona que tiene frente a ella. Pasaron unos minutos hasta que un hombre de aspecto juvenil vistiendo una chaqueta de cuero entró junto con un hombre de avanzada edad, cabello y barba larga blanca, para su ironía parecía que Gandalf y Aragón habían llegado de la tierra media y entrado al lugar, tomaron asiento en la ventana con vista en la calle, Nat se acercó con los menús y se los dejó a su disposición.

- Bienvenidos - dijo con una sonrisa leve - En un momento vuelvo para tomar su orden - dijo y se retiró de ahí, pero sin dejar de notar su comportamiento, ambos exudaban confianza en ellos pero también su cuerpo contaba historia de que fueron enseñados a la etiqueta de alta cuna, muy raro de ver para un lugar de gente común y sin magia. Nat se volvió a acercar - ¿Están listos para ordenar?

- Un café para mí - respondió el joven de melena ondulada con ojos azules.

- Un té de limón sería encantador - dijo Gandalf.

- ¿Algo más? - preguntó Nat anotando el pedido.

- Unos panecillos dulces para ambos, gracias - dijo el sr. Aragón.

- Perfecto, en un momento se los traigo - respondió Nat inocentemente y se volvió hacia la barra.

Preparó todo y en una bandeja se los llevó, puso con cuidado el pedido, se iba a retirar para dejar a los hombres solos, pero la imitación de Gandalf la estaba observando atentamente, sintió el zumbido en ella y sintió que iba a atacar dentro de su mente, por inercia cerró sus pensamientos y subió sus escudos mentales impenetrables. El mago mayor por unos segundos pareció sorprendido y recompuso sus facciones, pero había un brillo de astucia en esos ojos que parecían soñadores. A Nat no le gustaba eso, era muy peligroso y realmente no le gustaría estar cerca de esa persona.