Intro

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Eran como pan y mantequilla, y nadie comprendió en qué momento tiraron todo por la borda.

Ni sus familias, ni sus amigos, ni nadie que los conociera, podían explicar las posibles causas de su ruptura, pero sólo saben que pasó. Incluso sus vecinos lo lamentaron, y cómo no, si de una cálida escena donde Hyunjin regaba el jardín (donde crecían bellas flores que le regalaba a Felix) pasaron a ver una escena en la que el más alto arrastraba consigo una maleta mal hecha y mal cerrada, mientras tras de sí, un desesperado Felix le gritaba que desapareciera de su vida.

En la mesa siempre faltaba uno, y a sus amigos les dolía también.

Acostumbrados a comer juntos los viernes, en una mesa para ocho, la risa y luz de uno faltaba siempre, parecía que se turnaban los fines de semana para ver quién faltaría, y cuando el otro asistía ¿realmente estaba ahí? No, no lo estaba. Hyunjin reía seco, sin ganas, no hablaba mucho y se limitaba a asentir, siempre acompañado de un par de botellas de soju. Felix apenas picaba su comida, daba respuestas cortas y siempre se veía aislado. No era lo mismo estar sentados a la mesa con dos fantasmas, con figuras vacías, sostenidas sólo por el polvo de lo que solían ser.

Cuando nadie los veía, lloraban desconsoladamente, abrazados a lo que encontraran, tirados en el suelo, sentados en una ventana a la luz de la luna o mientras se daban una ducha. Cada uno tenía sus maneras de romperse un poco más.

Hyunjin se sentaba en el suelo, rodeado de botellas, latas y vasos vacíos. Solía odiar el frío de la duela y la pequeña humedad que se formaba contra sus pies siempre tibios, pero ahora no podría darle más igual. Parecía que encontraba placer en las cosas que detestaba, tal vez porque lo hacían sentir vivo.

Su apartamento era un desastre, como él. Nunca le gustaron las drogas, ni siquiera el tabaco, sin embargo, la marihuana lo inhibía de su tristeza, de su vacío y su estado de negación. No había probado otra cosa porque la hierba lo mantenía a raya, pero sus amigos constantemente supervisaban que no se excediera ni probara otras cosas más dañinas, era lo único que podían hacer por él.

Felix tampoco lo llevaba bien, y su situación era aún más alarmante, incluso si no hacía ni la mitad de cosas que Hyunjin.

Para alguien que amaba hablar de muchas cosas, reía por todo y siempre tenía una sonrisa en la cara, la seriedad es una alarma, una bandera roja, una señal de peligro.
De vez en cuando salía de su apartamento, no contestaba los mensajes ni llamadas y sólo podían saber de él si directamente lo visitaban, de otra forma, era como si no existiera.

Sus lindos ojos estaban cubiertos por voraces ojeras y bolsas que denotaban sus pocas horas de sueño, y su esquelético cuerpo no era nada alentador. Siempre fue de complexión delgada, pero incluso en sus pantalones ajustados parecía que nadaba. Lo que un día fue luz y destellos era ahora una manta vieja, agujereada y oscura, y todos tenían miedo de arreglarla porque pareciera que se mantenía unida por un hilo, que si jalaban, terminaría rompiéndose, sin posibilidad de remendarla.

Todos tenían que limitarse a ser testigos de sus caídas. No podían acercarse mucho porque ellos no lo permitían, pero tampoco podían alejarse porque los necesitaban. Era una situación desesperante, sin respuestas, sin soluciones, medidas o precauciones. Tan sólo tenían que estar para curar las heridas, pero no para preguntar la razón de ellas. Tanto amigos como familiares se preguntaban, ¿cuánto más soportarían esto? ¿Podrían salir adelante sin la ayuda de nadie, ni siquiera la profesional? ¿Hasta dónde debían llegar para reconocer que no estaban bien? 

erased 𓆸 hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora