Las cartas suelen ser símbolo de un amor a la antigua, donde pones cada parte de ti en un par de letras.
Me gustas y quisiera amarte a la antigua, con cartas y regalos sorpresa, aunque para ti, solo sea alguien desconocido.
¿Aceptas a este torpe rem...
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《Espero que sí estés leyendo esto que escribí, batallé bastante en plasmar todas mis ideas en esta carta, así que, intentaré hablar desde el corazón.
Kazutora, ¿Te has enamorado alguna vez? Puede que suene muy atrevido, más si soy alguien prácticamente desconocido para ti, pero, quiero decirte que yo sí me he enamorado.
Tal vez creas que es absurdo o hasta imposible, pero yo me he enamorado de ti. Y, por más que lo he intentado, no tengo el valor ni la fuerza necesaria para ponerme frente a ti y decirte con orgullo y sin prejuicios que: ¡Me gustas!, ¡Me he enamorado de ti, Kazutora! Y, que me gustas más de lo que puedes imaginar.
No lo hago y no creo hacerlo porque soy cobarde y tengo miedo de que me rechaces, que digas que es una tontería, que yo por ser quien soy no tengo permitido fijarme en ti.
Tengo miedo de que ya no quieras volver a dirigirme la palabra.
Así que, lo único que creo o mejor dicho, que puedo hacer es dedicarte todas y cada una de mis futuras cartas, esperando que algún día tú también me ames como yo te amo.
Seré un temeroso enamorado, que espera algún día logré conquistar tu corazón.》
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Había perdido la cuenta de las veces en que leí esta carta, buscando alguna pista de quién pudo haberla escrito. Sin embargo, el esfuerzo era inútil, no tenía ni una sola idea de quien se había atrevido a hacerla y enviarla.
Era la hora de salida, yo estaba tomando mis cosas dispuesto para irme a la pacífica soledad de mi habitación, estaba a punto de salir de la secundaria cuando Takemichi se acercó a mi desprendiendo nerviosismo.
—Kazutora, te envían esto. —Articuló con mucho esfuerzo mientras me daba el trozo de papel.
—¿Quién te la dio? —pregunté mientras inspeccionaba rápidamente el papel entre mis manos.
—Lo siento, pero prometí no decir nada. —Él jugaba con el rabillo de su ropa intentando ocultar lo nerviosos que estaba.
—Supongo que ¿gracias? —No estaba seguro ¿Debería agradecer por esto?
