Nuestro florecer

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Kenma suspiró, Akaashi seguía callado, con el mismo pensamiento negativo de un inicio.

— Bokuto-san es un gran chico, sabes que nada lo detendrá, el brillará en tu nombre, tenlo por seguro.

— Intenté herirlo.

— A pesar de eso, lo seguiste amando.

— Es no quita el hecho de que lo lastimé.

— ¿Fuiste el único culpable acaso? Basta, Akaashi, no le des tantas vueltas al asunto, todos nos herimos entre sí.

El silencio reinó, hasta que Akaashi tomó la palabra, con la voz algo rota.

— Kenma...

— ¿Si?

Éste se abalanzó a los brazos de Kozume, comenzando a llorar sobre su hombro, Kenma acariciaba su cabello como si estuviese consolando a un niño pequeño.

— Lo lamento tanto.

— Discúlpame, no quise lastimarte así. – respondió sin parar de dar suaves caricias al de gafas.

Sollozó. — Quiero que las cosas sean como antes.

— Así será, floreceremos juntos.

— ¿Florecer?

— Ambos somos como dos flores sin florecer, las cuales necesitan sanar sus raíces para mostrar su belleza. Yo sería una flor de cerezo, Kuroo una rosa.

— Ambas lindas flores. Yo... am- sería alguna flor poco conocida, Bokuto-san un girasol, ya sabes, el amarillo resalta mucho.

Ambos rieron a la par.

— Todo será tal y como antes, ya lo verás.

Lentamente Keiji se separó del abrazo de Kenma, lo miró a los ojos aún cubiertos por sus lágrimas, con su manga limpió sus ojos y sonrió con calma.

Aclaró un poco su garganta antes de hablar.

— Gracias.

— Anda ve. – empujó al más alto a la salida de la azotea. — Ve a la habitación a descansar.

Akaashi asintió con una sonrisa, retirándose, dejando únicamente a Kenma.

Kozume Kenma contemplaba ensimismado el cielo lleno de estrellas sobre su cabeza, desconectado completamente del planeta tierra, observando detalladamente cada estrella, como si cada una de ellas fuera algo que Kuroo le tenía por decir, pero que era imposible ponerlo en palabras.

Kenma finalmente abrió los ojos, Akaashi Keiji no era para él, de hecho, nunca lo fue, nunca, ni en un millón de años podría reemplazar la persona que fue Kuroo Tetsurou en su vida.

Sabía que, no podía estar con nadie más, no hasta cerrar la herida que Kuroo le dejó con su partida, o quizás debía aprender a vivir con esa cicatriz, y salir adelante, con la única compañía de sus amigos, de él, de Kuroo en el más allá.

— Kuroo, mírame, floreceré en soledad por ti.

Las gotas de lluvia comenzaron a descender del cielo, tocando con delicadeza el rostro de Kenma, quién su vista seguía dirigida a la larga extensión de estrellas en el cielo.

— ¿Lluvia? – preguntó, alzando su palma, tocando con sus dedos las gotas que caían en su rostro. — ¿Estás llorando Kuroo? – rió, prestando atención a una sola estrella, la cual brillaba con más intensidad a comparación de las demás. — Conociéndote, dirías algo como "Kenma, estoy conmovido" – sonrió. — Sólo mírame, amor mío, floreceré.

Cada gota de lluvia que tocaba el delgado cuerpo de Kenma, era un "te amo" por parte de su amado. No importaba la parte en la que se encontraba ahora mismo, Kuroo se sentía orgulloso de su amado gatito.

...

Akaashi caminaba lentamente por los pasillos de la institución, aquella conversación con Kenma en la azotea pareció haberlo despejado un poco, pero a pesar de eso, seguía sintiéndose mal por sus acciones, naturalmente, como cualquier ser humano.

Konoha quién iba pasando a su lado se detuvo al verlo, tocó su hombro y se acercó.

— ¿Te enteraste?

— ¿De qué? – preguntó Akaashi, abriendo su casillero, sacando unos cuantos libros.

— Akaashi, Bokuto y Mikoto terminaron.

— ¿Y? ¿Qué hay con eso? – preguntó, cerrando nuevamente el casillero.

— No dejes ir algo que verdaderamente amas.

— ¿Qué pasa si el hecho de saber que intenté lastimarlo no me deja salir adelante? Después de lo que ocurrió, llegué a desearle lo peor, llegué a odiarlo. – suspiró. — Konoha-san, seamos sinceros, Bokuto-san y yo lo arruinamos todo, funcionábamos mejor cómo amigos, pero me tuve que enamorar. – se detuvo un momento, cabizbajo continuó. — Él ya avanzó, y aunque le sea difícil borrarme de su vida, sé que no necesita.

— Por dios, ¿Qué dices? ¡Él te ama!

— Lo sé, pero le deseé lo peor en su momento, eso no se le hace una persona que "amas".

— Ambos sabemos que así sucedieron las cosas por las circunstancias en las que se encontraban. ¿Lo dejarás ir?

— Me gustaría hacerlo, pero no puedo borrarlo de mi vida, por ahora es una cicatriz con la cuál debo aprender a vivir.

— ¿Sabes qué es lo que él quiere realmente?

— Seguramente no quiera verme más.

— ¿Por qué no hablas con él? Akaashi. – dijo recargándose sobre su casillero. — Estás muy equivocado con lo que quieres hacer.

— ¿Por qué piensas eso?

— Sé lo que pretendes, quieres que Bokuto siga adelante sin ti, al igual que Kenma, ¿En dónde quedas tú? ¿Aprender a vivir con una herida? Tienes un marco de posibilidades infinitas, ¿Por qué no trabajas con ellos para sanar tus heridas? Para eso es necesario quedarse sin rencores, disculparse, perdonar. Quizás así, todo vuelva a ser como antes.

— ¿Crees que ellos llegarían a perdonarme?

— Por favor Akaashi, son Bokuto Koutarou y Kozume Kenma, tus amigos de la preparatoria, debes saber mejor que nadie que ellos estarían dispuestos a hacerlo, porque después de todo, te aprecian. No asumas toda la culpa, fue error de los tres, y es por eso que los tres deben trabajar en ese error, sanarlo juntos.

Akaashi igualmente se recargó sobre su casillero, llevó su mano a su cabeza, pensando en todo lo que Konoha había dicho.

Tenía razón, si tanto se arrepentía de lo que llegó a hacer o pensar en el pasado, en vez de quedarse lamentando o condenándose a sí mismo por ello, debía trabajar en eso, en disculparse, en perdonar, en sanar.

En florecer, juntos.

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