7.Sinceridad

87 8 0
                                    

-¡Shoyooooo!-

-¿Qué pasa?- Pregunté desganado y haciendo notar mi clara falta de sueño a mi compañero de equipo, Nishinoya. Quien era la persona que se había atrevido a perturbar la poca calma existente en mi mente mientras me encaminaba a la práctica de Volley.

-Necesito que lleves estas pizarras al gimnasio. Olvidé mis rodilleras en la sala del club y tengo que ir a por ellas. Graciaaaas. - Me tiró las cinco pizarras encima y desapareció frente a mis ojos dando saltitos.

-Que persona tan entusiasta- dije para luego girarme robóticamente y continuar poniendo un pie delante de otro intentando no perder el equilibrio por lo cansado que me sentía.

Gracias a mi grandioso control corporal la misión había sido exitosa, y logré llegar al gimnasio donde practicábamos a diario sin ningún rasguño solo para encontrarme con que no había absolutamente nadie. Todas las luces estaban prendidas y la cancha, red y balones estaban listos para ser usados pero no había ni una alma al rededor.

Con todo no paré a pensarlo dos veces y simplemente supuse que todos tenían cosas que hacer antes de la práctica.
Me dispuse a dejar las pizarras donde correspondían y luego me acosté en alguna esquina de la cancha a seguir con mi sueño reparador. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que fuera interrumpido por el estruendoso sonido de la puerta principal siendo cerrada de golpe dejándome totalmente encerrado adentro.

-¿¡Qué carajo!?-

Como pude corrí hacia una de las ventas  abiertas y al divisar a todos los chicos afuera grité.

-¡Sáqueme de aquí! ¡Esto no es para nada gracioso! -

-Ninguno de los dos saldrá de esa cancha hasta que resuelvan sus problemas.-

Me respondió Suga con una voz tranquila que aún así logró alterar mis sentidos.
Si había dicho "ninguno de los dos" y el único que no veía entre los chicos era Kageyama, entonces eso significaba que... ¿¡me habían encerrado con él!?

-Oh no no no no... ¡Sáquenme de aquí! ¡Esto es totalmente injusto! ¡Si lo hago  enojar me golpeará! ¡Aún soy necesario para el equipo y si no me tienen lo lamentarán!-

-Sabes bien que eso no pasará. -

-Buena suerte Hinata. -

Se atrevieron a decir Daiichi y Tanaka para luego desaparecer de mi campo de visión junto a los otros chicos.

-¿Qué demonios hago ahora?-

-¿Qué mierda pasó aquí?-

Escuché esa ronca y agresiva voz detrás de mi y ni mi cuerpo ni mi mente sabían como responder. Lo único que supe hacer fue quedarme en la posición en la que estaba rogando que ese no fuera el último día de mi vida.

Poco después lo escuché dar paso tras paso acercándose a mi con enojo impregnado en cada una de las pisadas que daba. Logró sin mucho problema que una corriente de miedo recorriera mi espina desde su punto más alto al más bajo, e incluso después de haberme causado un mini infarto acompañado de una corta crisis nerviosa, cuando sus dos piernas alcanzaron el vacío lugar a mi derecha lo único que hizo fue agacharse, tomar los barrotes de la ventana y gritar lo siguiente.

-¡Tsukishima si esto fue idea tuya te juro que cuando salga te romperé ese asqueroso cuello de jirafa que tienes!-

Luego de eso nada más se dio la vuelta, se sentó y suspiró con pesadez mientras reposaba su cabeza en la pared más cercana, cerrando lentamente sus ojos.

Yo por mi parte lo observaba  detalladamente...
Seguía con cautela cada movimiento de su cuerpo y gesto en su rostro dándome cuenta de que no lo había visto desde tan cerca hace un buen tiempo.

Solo un par de imbéciles enamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora