2 de Febrero

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Estuvo preparándose por tanto tiempo para lo que venía, podría esperar cualquier cosa, cualquier reacción.
Sentía miedo, un nudo grueso en la garganta que no se iría fácilmente.

Caminó desde muy temprano hasta su casa, era un largo camino, le tomo toda la mañana y parte de la tarde, pero llegó antes del atardecer.

Ya estaba frente a su casa, sus nervios se pusieron a flor de piel, sudaba frío y su respiración se agitaba, pero debía calmarse, o él no lo lograría.

Tocó la puerta lentamente y se retiró unos pasos hacia atrás. Escucho como unos pasos apresurados se acercaba cada vez más a la puerta, hasta que está se abrió casi en cámara lenta para él.

Cuando lo hizo por completo se mostró a un pelinegro con vestimenta de paloma, su querido "amigo" Duxo, quien trato de disimular como su cara de ilusión se transformaba a una confundida rápidamente.

—Hola, Duxo... —empezó saludando él sin mucha emoción de por medio.

—Oh, ¡Adrian! Que gusto... ¿Que haces-? Eh... Pasa, por favor —dijo con sus sentimientos más que revueltos e indescifrable.

El castaño pasó y se sentó en una silla cerca de ahí mientras que el otro cerraba la puerta y se acercaba a él.

—Y ¿Cómo estás? Hace tiempo no nos vemos —Adrian asintió con la cabeza —oye ¿Aquino no vino contigo?

Solo resopló ante el comentario.

—No, vine yo sólo, y estoy bien, gracias por preguntar.

Duxo noto un pequeño tono de molestia inconfundible en su respuesta, pero en ese momento le importaba más otro cosa, o mejor dicho, otra persona.

—¿Cómo está él? No sé si te ha dicho que le envié un par de cartas, pero, jamás respondió... —decía entristecido, al no recibir una respuesta pronta siguió —no sé si está enojado conmigo, o si le hice algo y por eso no vino contigo.

—Duxo —llamó su atención desconectando a su relato de él —quiero que me digas algo antes de responderte.

Sentía que estaba actuando fuera de lo común, o quizás sólo cambió con el tiempo, después de todo no se habían visto hace más de un año.

—Eh, está bien, creo.

—Bien... —hizo una pausa dramática en el ambiente, más que nada por el hecho de que su mente había quedado en blanco después de ensayar todo lo que le diría —eh, ¿Qué te dijo exactamente el cartero cuando le preguntaste si Aquino estaba recibiendo las cartas?

“¿Cómo Adrian sabía eso?” pensó.

—Pues, me dijo si era un chico castaño, y le dije que sí, y me respondió que sí las estaba recibiendo —dijo raramente inseguro, la tensión era innegable en el ambiente —¿Por qué?

El castaño suspiró.

—Duxo, tengo algo que decirte —el tono en el que lo dijo preocuparía a cualquiera, y fácilmente lo hizo con el pelinegro.

—¿Qué pasa?

Otra pausa, una que para ambos duraría una eternidad, había una tensión forzosa entre ambos, para nada buena.

—Él está... muerto.

“¿Muerto? ¿Aquino? Claro que no, eso no podía ser posible, ¿Cierto?”

—¿Qué? —decía mientras unas pequeñas risas nerviosas salían de su boca —no, Adrian, estás mintiendo ¿Verdad?

—Nunca haría eso con la muerte de alguien, Duxo, te estoy diciendo la verdad... —pensaba en que hacer, nunca había imaginado una escena como esa —tuvo un mal control en un enfrentamiento, hace poco más de un año, y no pudimos hacer nada.

𝐹𝑙𝑜𝑤𝑒𝑟𝑠 𝐹𝑜𝑟 𝑀𝑦 𝐿𝑜𝑣𝑒  //  𝔻𝕦𝕩𝕚𝕟𝕠 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora