Gregory y Evan (1/2)

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Se escuchaban los sollozos desde el otro lado, el provocador del ruido hacía que el vecino de la otra habitación no pudiera dormir bien, ni siquiera pegar un ojo. Le molestaba el llanto junto con lo que parecía ser una voz aguda e insoportable.

Gregory había decidido levantarse de esa camilla del hospital en plena noche oscura para callar a la persona causante de su molestia. Caminaba por frío piso con los pies desnudos en ese pequeño lugar, donde apenas se podía ver algo de no ser por la luz de la luna reflejada en la ventana. De todas formas, él podía decir con orgullo que no le tenía a la oscuridad, pero no había tiempo para darse palmaditas a sí mismo, era momento de poner a callar a ese llorón.

Abrió con sigilo la puerta en dirección al pasillo con más habitaciones, caminando de puntillas y tratando de no producir ningún tipo de sonido que se asemeje a lo humano. Todo esto hasta poder llegar a la habitación de al lado, haciendo un ligero movimiento con el picaporte, girándolo para por fin acceder a la otra habitación de lo que parecía ser un niño problemático.

Aquel joven, quien tenía la apariencia de ser un poco más joven que él parecía estar en su propio mundo, o más bien en sus propias lágrimas, ahogándose en estas, sin haber escuchado el sonido de la puerta siendo abierta ni mucho menos ver al intruso entrar. Esto le daba la ventaja a Gregory para acercarse más a él, paso por paso, sin dejar su sigilo de lado por las dudas de que se diera cuenta.

—Oye —susurró mirándole la cara, ya un poco más al lado de esa camilla en la que estaba acostado el niño llorón, intentando llamar su atención.

—¿Hm? —volteó, todavía con las lágrimas en sus ojos y cachetes mojados producto las recientes que ya parecían secarse para ver de dónde provenía ese susurró tan cerca de su oreja, viendo que era un niño como él, bueno, si no hablamos de que uno no tenía absolutamente nada, mientras que otro llevaba una gran venda en su cabeza—. ¿Quién eres tú? —preguntó, dando a mostrar una cierta desconfianza, alejándose un poco de él. Después de todo, Gregory solo era un extraño.

—¿Qué importa? Ya deja de llorar, no puedo dormir —respondió con un tono agresivo junto con una mueca de desagrado, no le gustaba que interrumpan su sueño.

—Lo siento —su voz sonaba quebrada, intentaba no romperse y llorar otra vez—. Acabo de despertar y no sé en dónde estoy, esta no es mi casa, ¿dónde está papá? —miraba para todos lados completamente desconcertado, teniéndola un lenguaje corporal que lo delataba. Sus piernas temblaban de la misma forma que las lágrimas volvían a salir de nuevo. Tanto su frecuencia cardiaca como otros signos vitales parecían acelerarse y descontrolarse, el pequeño intruso se daba cuenta gracias a ese monitor encargado de detectarlos, no solo visualizándolo sino que se escuchaba esos pitidos una y otra vez, cada vez más y más rápido.

—¡Espera, espera! —intentaba calmarlo, ver su reacción lo hacía arrepentirse al instante de tratarlo de aquella manera. Aunque claro, él nunca sabía qué hacer en esta clase de situaciones, después de todo era solo un niño—. Cálmate, ¿si? Estás a salvo. Cuando sea de día de seguro llamarán a tus padres, así que no te alteres y deja de llorar.

—¿A salvo? —decía entre sollozos, puede que entre los balbuceos del más grande era lo único que había escuchado.

—Sí —afirmó entre tartamudeos, ya algo aliviado de que al menos le prestara un poco de atención—es mejor que te vayas a dormir, así que deja de llorar, vamos.

—No puedo, ¿y si ellos también están aquí? Me dan miedo.

—¿Qué? —abrió los ojos como platos respecto a esa pregunta, no entendía lo que aquel niño quería decir, sus palabras no eran para nada claras.

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2022 ⏰

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