04 | Problemas de conciencia

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El demonio no sabía qué hacer, aquel chico se había agarrado a él como si su vida dependiese de ello, llorando desconsoladamente en su hombro. Nunca había estado en una situación así. Él solía ser el que hacía llorar a la gente, no el que los consolaba. ¿Qué se suponía que podía decirle en aquella situación?

— La policía está tratando de encontrar a los culpables, en cuanto haya nueva información se pondrán en contacto contigo — le dijo, pese a ser consciente de que la policía simplemente archivaría el caso. Un mafioso menos del que preocuparse.

Nada parecía calmar al castaño y aquella situación comenzaba a sobrepasar al demonio. Lo alejó de él un momento, encontrándose con un rostro rojo e hinchado, con las mejillas húmedas, al igual que sus pestañas. Su corazón, si es que todavía conservaba uno, se rompió. Pensaba que no podía sentirse peor que cuando entró en la habitación y lo vio por primera vez; pero ver a un ser tan puro romperse en pedazos era horrible.

— Ahora no me importan los culpables — sollozó Beomgyu, mirando al pelinegro con los ojos encharcados—. Solo quiero ver a mi padre de nuevo.

Apenas se le podía entender, hablando entre lágrimas y con todo su cuerpo temblando. A Yeonjun no le quedó más remedio que acercarlo de nuevo a él, estrechándolo entre sus brazos firmemente, con un gesto serio adornando su rostro. Aquello lo estaba matando, pero tenía que mantener intacto el poco orgullo de demonio que le quedaba.
Pensó en algunos demonios que conocía, preguntándose cómo habrían actuado ellos en su lugar, tan solo pudiendo imaginarse a aquellos monstruos devorando el alma del chico. Lo apretó más contra su pecho, sintiendo un nudo en su garganta y una sensación que no había experimentado nunca. Quizás era afortunado por haber sido el primero en encontrarse a Beomgyu, comenzando a replantearse si su forma de actuar era demasiado extraña para un ser como él.

Un balbuceo lo sacó de sus pensamientos, bajando su cabeza para encontrarse con el rostro suplicante del humano.— Por favor, no te vayas.

Tragó saliva, mirando fijamente a aquellos ojos que lo dejaban sin palabras, que drenaban sus fuerzas. La respuesta salió de su boca sin poder frenarse, sin un mínimo de reflexión previa.— No me iré a ningún sitio.

Durante ese día, y dejándose llevar completamente, se dedicó a consolar a Beomgyu, incluso teniendo que obligar al chico a que comiese o bebiese algo. Tenía constancia de que los humanos necesitaban nutrirse para mantenerse sanos y lo que menos necesitaba en esos momentos era que el chico se desmayase entre sus brazos a causa de la deshidratación o por falta de alimento.

Fue complicado lograr que se calmase, pero después de unas horas lo logró, pudiendo acompañarlo a hablar con los guardias. Como era evidente, quería regresar a Corea.

Beomgyu daba por hecho que su nuevo amigo lo acompañaría, y Yeonjun no tenía el valor de negarle nada en aquellos momentos. Todavía no sabía como sentirse y era más que consciente de que aquella situación no era natural; como demonio debería haberle devorado el alma en el mismo momento en el que sus caminos se cruzaron, pero algo en él era incapaz de hacerle daño a aquel humano. ¿Todos los seres puros eran así? Por el momento, y para autoconvencerse a sí mismo, decidió seguir haciéndose pasar por un conocido de la familia del chico, ese amigo de la infancia que ya había olvidado. Se iría en cuanto tomase una decisión respecto al alma de Beomgyu, al fin y al cabo, había realizado un contrato con su padre.

Estuvo presente en todas las llamadas que hizo el chico a los conocidos y subordinados de su padre, y es que el humano no quería separarse de él en ningún momento. Sabía que ocurriría, pero vio como informaban al chico de que heredaría toda la fortuna de su padre, todos aquellos negocios de los que nunca había oido hablar y de los que tendría que informarse una vez que llegasen al país. Todavía es muy joven, él no tiene nada que ver con este mundo. Habrá problemas.

Devil Inside | Yeongyu [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora