Darse cuenta de que había un demonio involucrado en aquel asunto había dejado a Yeonjun intranquilo. Una cosa era lidiar con humanos estúpidos, mafiosos que se creían incluso por encima de las leyes del universo, y otra muy diferente era enfrentarse a un igual para él. Lo peor de todo es que algo así no podía haber sido orquestado por un demonio de baja jerarquía, aquello podría haber sido obra de un príncipe del infierno. Aún así no pudo perder mucho tiempo pensando en ese problema.
Beomgyu notó instantáneamente como su amigo comenzaba a preocuparse por algo, mirando de vez en cuando hacia los lados como si estuviesen en un constante peligro. Por un momento olvidó la razón por la que el pelinegro lo estaba acompañando en primer lugar, poniendo una mano en la espalda del mismo cuando por fin llegaron a su casa.
— ¿Está todo bien? — preguntó sin despegar su mirada de Yeonjun, buscando cualquier atisbo de preocupación en sus ojos.
Aquello tomó al demonio desprevenido, sin haberse dado cuenta de que estaba dejando que sus emociones fuesen tan evidentes. En cuestión de milésimas de segundo esbozó una pequeña sonrisa, llevando con lentitud una de sus manos al cabello castaño del humano. Tocarlo hacía que una sensación extraña recorriese su cuerpo, algo que debería hacer que cualquier demonio se alejase de inmediato.
— Claro que sí, tan solo me preocupa que puedas llevar todo el tema del entierro bien. — Revolvió su pelo antes de apartar la mano, guardando esta en uno de sus bolsillos. La piel le cosquilleaba. — Todavía queda papeleo y más charlas con trabajadores de tu padre.
Beomgyu soltó un pequeño suspiro, dejando todas sus cosas en la entrada de la casa. Era evidente que no era una situación fácil para él, pero no lo sería para ningún hijo corriente. Su padre había muerto, era un hecho. De forma inesperada, todo el peso de la fortuna y los negocios de su padre habían recaído sobre sus hombros. Todavía no había firmado los papeles de la herencia, pero podía imaginarse todas las trabas y conversaciones que tendría en los próximos días. Todo cuando todavía no se había hecho a la idea de que era huérfano.
— Me va a costar, no quiero mentirte... — comenzó a decir respirando hondo. — Pero creo que tu presencia me está ayudando mucho, me siento más seguro.
Lo estás. El demonio asintió con la cabeza, agarrando entonces las maletas del menor para ayudarlo. Tenía que averiguar quién estaba detrás de aquello, manteniéndose junto a Beomgyu o moviéndose por su cuenta. Pero por el momento esperaría a que terminase el entierro. El castaño lo necesitaba y él sentía que la fuerza de voluntad para negarse se estaba agotando.
Sin duda el mafioso había ganado mucho dinero a lo largo de los años, aquella casa era la clara muestra del derroche de la fortuna de la mafia. Era una suerte que la policía no hubiese metido las narices en las propiedades de Jongsoo, al menos todavía. Lo que menos necesitaba Beomgyu era quedarse sin lugar en el que vivir en aquel momento. Cuanto antes firmase los papeles de la herencia, mejor.
Otro aspecto positivo en aquellos momentos de oscuridad era que parecía que todavía había hombres leales a la mafia. Muchos de los socios y subordinados de Jongsoo habían huido, pese a que su lealtad a la mafia conllevase proteger al hijo de su fallecido jefe; pero unos pocos se habían quedado junto a Beomgyu, vigilando los alrededores de la mansión y llamando al chico de vez en cuando para saber si se encontraba bien.
Yeonjun suponía que cualquier persona que hubiese conocido a Beomgyu en persona se sentiría obligado a mantenerlo a salvo, pero Jongsoo había tenido a su hijo escondido como a su mayor tesoro; lo cual el demonio agradecía por una parte. Era más fácil proteger al chico si no había mucha gente de por medio.
Esa noche el castaño lo guió a una de las habitaciones de invitados, recordándole repetidas veces que si necesitaba cualquier cosa se lo dijese. Y así fue como después de casi 72 horas el demonio por fin estuvo solo.
ESTÁS LEYENDO
Devil Inside | Yeongyu [HIATUS]
FanfictionEl demonio se rió sarcásticamente cuando vio cómo el hombre respiraba por última vez. Protege a mi hijo. Es lo que le pidió a cambio de su alma. Podría transgiversar ese trato, deshacerse del chico y seguir viviendo su vida, causando desastres. Pero...