Tras ocho meses de tranquilidad, Peter seguía acostumbrándose a su nueva vida como el hijo de Stephen Strange, dejar atrás el dolor de perder a May, Ben, Tony, a sus amigos.... Pero tras que llegara la invitación del compromiso de Christine Palmer...
Peter arreglaba su corbata enfrente de aquel espejo en su habitación. Revisó que su traje no tuviera ningún tipo de arruga o mancha, debía estar perfecto, sería la primera boda a la que asistirá. Su vida había cambiado desde hace 8 meses, cuando gracias al hechizo se había convertido en el hijo de Stephen Strange. Notó los libros amontonados de su universidad, junto a su computadora y las pocas cosas que pudo salvar del departamento de Happy. Varias fotografías colgaban de su habitación, una con Tony, una con May.... Pero en medio, colgaba una con sus hermanos interdimensionales, Peter 2 tenía una cara muy calmada y levantaba el pulgar hacia arriba, mientras que Peter 3 sonreía y hacía con sus manos señales de "Amor y paz". Los extrañaba demasiado; su dolor por May y Tony cada vez, era más pasadero que antes.
Sabía que Christine Palmer significaba mucho para Stephen por la reacción que él había tenido cuando llegó aquella invitación, debido a que tras que dejara caer la invitación de sus manos las cuales no dejaban de temblar, se encerró en su habitación sin salir en lo que quedaba de esa tarde, no hasta que Peter le llevó una rebanada de la pizza que había comprado Wong para celebrar el que haya entrado a la universidad. En la habitación de este, encontró la laptop del hechicero abierta con diversas fotos de aquella mujer castaña y ojos cafés, podía suponer que incluso en algún momento en que estuvieron juntos.
Salió de su habitación, caminó a la escalera principal buscando divisar a su padre ya listo, pero se topó con la sorpresa que no estaba, caminó al otro inicio de las escaleras, el cual lo llevaba a la habitación del hechicero. Llegó a su destino, una puerta café estaba enfrente de él, tomó aire y la golpeó levemente.
"¿Papá?" preguntó el adolescente, aun con el sabor extraño en su boca de llamar a Stephen así. "¿Estás listo?" Se pegó lo más posible a la puerta para poder escuchar al castaño oscuro.
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"Lamento decírtelo Stephen, pero esta es mi camiseta favorita y no podrás quitármela ahora..." Chrsitine le había sonreído mientras estaba sentada desde la cama del castaño, Stephen se acercó a ella levantando una ceja de forma coqueta sonriéndole. "Oh.. ¿de verdad? Creo que no se podrá Christine, por más que te amo, la necesito" y dicho esto, la besó dejándose llevar cayendo en la suavidad de la cama.
Un par de golpes en la puerta lo trajeron de vuelta de sus memorias a la realidad. Vio su reflejo en el cristal roto de ese reloj Jaeger Lecoultre con aquel grabado con gran significado emocional para él: El tiempo dirá cuanto te amo.
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