sumiso

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Rusia activó/amo
México pasivo/ sumiso


Rusia era un gran empresario, aunque casi como un cliché contrató a alguien para serle de ayuda casi las veinticuatro horas del día.

No le prestaba tanta atención en un principio al mexicano quién ahora veía como lo más lindo, sexy, hermoso, perfecto y sensual del mundo.

El nunca creyó tener fetiches al estar tan ocupado como para investigar sus gustos, pero ver como el mexicano se presentaba a su trabajó con aquéllos trajes a la medida y con unos collares, pulseras, correas y demás le despertaba algo inexplicable en su interior.

Aparté, le gustaba la facilidad con la qué el mexicano cedía a varías cosas como comer o llevarlo a su casa.

Lo hacía sentirse, poderoso?

Realmente no sabía, pero sabía qué le gustaba.

El mexicano llegó temprano al trabajo y miró al Ruso quién sonrió amable y le hizo unas señas las cuáles fueron entendidas por el contrario quién caminó rápido llevándole los papeles que pedía.

Nuevo collar?

Si, esté me encanta, tiene correa

Te he dicho que pareces un perro?

Si, un chingó de veces

Habló divertido el mexicano y se sentó en la orilla del escritorio del ruso quién le miró de reojo disfrutando el ver aquéllas regordetas piernas y trasero desparramarse levemente.

México, quieres ir a comer conmigo?

Eh, si!

Bien, ve pensando que vas a querer

México asintió suave y sonrió tierno, Rusia le miró y le dió una pequeña palmada en la pierna para después apretarla.

El mexicano río y bajó del escritorio para ir al suyo y empezar a trabajar con calma.

Al dar la hora de comer Rusia se levantó y se estiró suspirando aliviando al sentir su cuerpo relajarse, México le miró y se levantó poco después para acomodar su escritorio.

Nos vamos Rusia?

Claro, vámonos

El Ruso se acercó y abrió la puerta dejando pasar al mexicano quién al escuchar su nombre en otro lado se giro viendo al canadiense.

Oh, hola!

México...

Rusia habló serio y al notar bien qué la correa si era algo larga la tomó y lo jaló al elevador.

México al sentir el jalón sólo se despidió sacudiendo la mano.

Al estar en el elevador suspiró y se acomodó un poco aquél collar para después mirar al Ruso.

Y eso?

Sabés que el no me agrada, además, íbamos a comer...

Aashh bien

Te lastime?

No, estoy bien

Al llegar al primer piso ambos salieron y subieron al auto del Ruso quién lo llevó a dónde el mexicano pedía, al final comieron tacos en su auto.

No le pongas cebolla rus

No le iba a poner

Ta weno

30 dias de puro rusmex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora