10. LA NAVE PERDIDA

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Lejos en el espacio, en un rincón de la galaxia, una nube violeta se formaba. Rayos rojos empezaron a surgir del lugar.

La nube se hacía cada vez más grande. Entonces, dentro de esta empezó a surgir algo inmenso y oscuro.

En su interior, cientos de seres oscuros se recuperaban del salto espacio-temporal. Estaban consternados. Recobraron el sentido y entonces se dieron cuenta de la situación: habían sido enviados, lejos del planeta al que habían llegado. ¿Cómo fue posible eso? ¿Quién fue el responsable de su precipitado salto? ¿Lo habían conseguido?

Las luces rojas en el interior empezaron a iluminar los pasillos y las salas. Todo estaba volviendo a la normalidad.

Las criaturas miraron a través de las ventanas, que el exterior de la nave también recuperaba sus brillantes líneas rojas. Entonces se oyó una voz en todos los rincones de la nave, una voz enérgica.

—Todos a trabajar. Zir Zertrox ha ordenado un restablecimiento inmediato de la nave.

Las criaturas escucharon con atención, vacilaron un poco y se pusieron en marcha.

Dentro de la nave, había decenas de salas y pasillos. Algunos conducían a una armería, otros a las zonas de descanso de los tripulantes. Algunos lugares eran laboratorios y otros eran prisiones. Pero había un conjunto de pasillos que llevaba a la sala central de la nave: el lugar donde se encontraba Zir Zertrox.

Un pequeño ser oscuro partió desde la sala de protección. Se dirigió hacia el hangar, caminando sobre sus dos patas. Comprobó que todo estuviese en orden: las naves habían sido movidas de sus puestos, pero estaban sin daños. Después se internó en un pasillo oscuro, apenas iluminado por una continua y fina luz roja en el techo. Caminó y dio vuelta a un lado y a otro. Pasó junto a un par de seres oscuros que llevaban armas de energía consigo. Luego llegó a una cámara donde otra criatura bípeda daba órdenes a una legión de seres cuadrúpedos de acomodarse en filas.

La criatura siguió avanzando, hasta tomparse con otras quienes voltearon a mirarla, habían sido buenos compañeros desde antes de que se unieran a Zir Zertrox. Siguió avanzando. Subió por una larga rampa y dobló a la izquierda. Tuvo que esperar y permitirle el paso a una fila de compañeros que cruzaban por ahí, pues los pasillos eran estrechos. Le faltaba mucho por recorrer de la enorme nave hasta llegar a la sala de control.

La criatura continuó. Pasó cerca del pasillo que llevaba al núcleo de la nave, entonces se detuvo. Otra criatura oscura, semejante a ella, destelló sus ojos, transmitiéndole información en el proceso: Le dio un reporte del estado del núcleo de energía.

Entonces la criatura retomó su camino y siguió avanzando.

Cruzó dos salas más; una vacía y otra llena de seres cuadrúpedos. Detestaba a esas pequeñas criaturas, le parecían tan salvajes e insolentes. Se preguntaba por qué Zir Zertrox las había unido a su ejército, si con los znirrs tenían suficiente para realizar la búsqueda.

Cruzó un par de pasillos más, subió por una rampa de nuevo, luego cruzó por un último pasillo sin paredes y de gran tamaño. Luego se detuvo frente a una enorme compuerta. Llamó y esta se abrió levantándose.

En su interior pudo ver una enorme sala oscura.

Entonces surgió frente a él un ser oscuro, pero con brillantes líneas azules. No comprendía por qué su comandante había traído con ellos a un yurk. La sala era redonda, y en las paredes pudo ver decenas de máquinas de navegación y demás. Con ellas, pudo ver a una docena de sus compañeros, controlando la nave, restaurándola.

—Pasa por favor —habló el ser oscuro con brillantes líneas azules—. Tu informe —pidió.

—Axes —habló la criatura— las naves se encuentran en perfecto estado, aunque fueron removidas de sus sitios, no recibieron daño alguno, los miembros de la tripulación ya las están reacomodando.

—Bien. ¿Qué más?

—El núcleo de la nave sufrió una alteración. Nada grave, pero tardará un poco en poder poner en marcha la nave.

—¿Algo más?

—Nada.

—Bien, puedes retirarte.

La criatura caminó de espaldas y antes de girarse para salir de la sala, vio al fondo una enorme forma oscura surgir de las sombras. Era su comandante.

Las puertas de la sala se cerraron.

—Zir Zertrox —habló Axes.

El gigante ser oscuro abrió sus ojos, eran rojos e intensamente luminosos. Estaba sentado en lo alto de la sala. Las líneas rojas empezaron a despertar en todo su cuerpo, contorneando las formas triangulares. Sus cuernos se levantaron vigorosamente en su cabeza, rodillas, codos y hombros. Y sus enormes alas se extendieron en todo lo ancho. Todos en la sala ser asustaron de que su amo despertara, todos menos Axes.

—Zir Zertrox —repitió frente al comandante.

Este lo miró firmemente.

—Habla, Axes —dijo con voz grave, profunda y amenazante.

—Zir Zertrox, la nave ha sido arrojada lejos de nuestra ubicación anterior.

Zertrox maldijo a Xryxus. Los había enviado lejos. Su batalla había tenido efecto.

—Informe de la nave —pidió el enorme ser oscuro.

—La nave se encuentra fuera de daños graves, pero hubo algunas alteraciones en los sistemas. Tardaremos en ponerla en marcha de nuevo.

—¿Cómo fue posible esto?

—Zir —habló Axes intentando explicar—, el ataque de Xryxus fue devastador. Afortunadamente pudimos resistir, pero la nave fue enviada con un salto espacio-temporal a otra región de la galaxia.

Zertrox recordó su enfrentamiento contra Xryxus en el planeta de los humanos. Después de haber conseguido lo que buscaba y haber ascendido al cielo. Llegó el xryz y los detuvo. Aunque Zertrox sabía que era superior, tuvo que entregarle la estrella roja a sus zerts, para poder encargarse de su perseguidor. Lamentablemente, cuando creía haber ganado, regresó a su nave, pero entonces el xryz usó toda su energía para arrojarlos hacia un lugar aleatorio, posiblemente. Zertrox se preguntaba si Xryxus seguiría con vida después de eso. Para él, no tenía sentido de que se hubiese sacrificado, si eso fue lo que hizo. Pues los zerts acabarían regresando a la zona. «A menos que... —pensó—, su guardián siguiera existiendo, entonces él realizaría la búsqueda». Zertrox maldijo de nuevo.

—Informe de la Tynzanirt —pidió.

—¿Perdón, Zir?

—La nave que escapó en el planeta de los humanos. La que no fue afectada por el salto. Ellos deben tener la estrella roja.

—Ah, sí. Permítame.

Entonces Axes solicitó a los de la sala información referente. Pero nadie tenía nada.

—No hay información Zir Zertrox. Pero buscaremos establecer contacto con la nave cuanto antes.

—Díganles que esperen. Que protejan la estrella hasta nuestro regreso.

—No tiene de que preocuparse Zir Zertrox. Ya que con ellos están los cinco zrokzerts que usted mismo reclutó.

Zertrox estaba más tranquilo. Su estrella estaba a salvo. Sin embargo, nadie en su otra nave tenía la capacidad de buscar las demás. Solo él podía hacerlo. Él, Xryxus y su guardián, si es que aun existían. Algo se le estaba olvidando, entonces lo recordó.

—El oast —preguntó—, ¿dónde está?

—No lo sabemos Zir —Axes miró a los miembros de la sala, pero nadie dio alguna noticia—. Creo que se perdió Zir. Seguramente lo tienen Xryxus o su guardián, si es que aún existen.

—Está será una carrera por la búsqueda... Axes, ordena a toda la tripulación que se den prisa en el restablecimiento de la nave, tenemos que regresar a la zona cuanto antes.

—Entendido Zir Zertrox.

Todos en la nave aumentaron su ritmo de trabajo. Dentro de ella, Zertrox cerraba los ojos, mentalizándose en el oast. Su raza y las demás pronto cambiarían su posición en la galaxia. Él sería el ser más poderoso y nada lo detendría.

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