Letizia
Me había duchado por segunda vez para ir a la fiesta y me había puesto un vestido negro y un abrigo largo, también negro. Era otoño y ya hacía frío por la noche.
El pueblo no era muy grande, tendría unos 4.600 habitantes, pero igualmente le había dicho a Dalia que me recogiese en su coche.
Llegó a las siete y cuarto, me monté y le saludé.
Arrancó y nos dirigimos a las afueras donde se encontraban las casas un poco más caras del pueblo, aunque tampoco tenían mucha diferencia, más grandes y más modernas. Las de la mayoría de los habitantes tenían casas bonitas de piedra, como la mía y la de mis amigos.
—¿De quién es la fiesta? - pregunté intrigada a mi amiga que tenía los ojos fijos a la carretera.
—De Rachel.
—¿¡Qué?!
—No te alteres, habrá tanta gente que no sabrá ni que estamos allí.
—Eso espero, más te vale, porque si no....
—Tranquila, no va a pasar nada...
—Si tú lo dices... - seguimos conduciendo hasta que vimos a lo lejos la casa de Rachel.
Aparcamos en la calle desierta. Miré la casa desde fuera, era blanca y modera, estaba llena luces de discoteca y se escuchaba la fuerte música que provenía de dentro.
—No lo pienses, vamos a entrar como dos personas normales, vamos a conocer a gente nueva y chicos nuevos - después de decir eso me miro sonriente y levanto una ceja. - Asher también estará.
—Vale, allá vamos... - dije más para mí que para Dalia.
Nos adentramos al jardín de la entrada, mientras avanzábamos podíamos ver a gente sin camiseta, besándose, ebrios e incluso durmiendo en el césped.
Llegamos a la entrada y Dalia abrió.
Eso era una completa locura, la música a tope, luces que incluso te llegaban a marear si no estabas acostumbradas a ellas, alcohol por todas partes y gente, mucha gente.
—Tú solo diviértete. - y se largó dejándome sola.
Decidí ir a buscar a Asher, seguramente ya esté por aquí. Caminé por entre la gente. Me gustaban las fiestas, pero si estaba con mis amigos y mi amiga se había ido y no encontraba a Asher.
Podía distinguir el olor a alcohol y a maría. Yo no fumaba ni me drogaba, prefería perder mi tiempo y dinero en otras cosas.
Recorrí la enorme casa de arriba abajo, solo me faltaba la planta de arriba y no tenía muchas ganas de ir, ya que lo que me encontraría allí no sería de muy buen gusto. Y efectivamente en cuanto subí las escaleras se escuchaban gemidos y cosas así dentro de las habitaciones cerradas, por el pasillo había papel higiénico tirado por el suelo, confeti, vasos...
Allí tampoco estaba Asher, así que volví a bajar a la primera planta, y salí al jardín trasero. Allí era aún casi más desastroso. En la piscina había un grupo de gente, la mayoría ebria, saltando y haciendo mortales en el agua. A lo lejos distinguí a Asher compitiendo en una especie de batalla, a ver quién bebía más.
Me acerco hasta Asher.
—Asher, ¿qué estás a haciendo?
—Hola, Leti... Ven únete. - nunca me llamaba Leti.
—¿Estás borracho?
—Que va, solo está jugando. - se me acerca un chico con el pelo lleno de cerveza.
—Asher, nos vamos, ¡Ya! - le cojo del brazo y tiro de él.
—¿Qué te pasa? Me estaba divirtiendo.
—¿Cuánto has bebido?
—Poco, solo unas cinco cervezas y dos chupitos.
—¿Poco? Menos mal.
Me llevo a Asher fuera de la fiesta. Cojo el teléfono y marco el número de Dalia, tres tonos... cuatro... cinco... Y al fin lo coge.
—Dalia, necesito que vengas Asher está borracho y...
— Leti... ahora no puedo... - escucho un gemido al otro lado.
— ¿Estás...?
—Si, si... Tú coge mi coche y ya mañana me lo traes... - y sin más corta la llamada.
— Pero si no tengo las llaves...
—Su chaqueta está en el jardín delantero... - me dice mi amigo como puede.
Corro de nuevo adentro dejando a mi amigo en el suelo de la acera. No tengo ni idea de cómo cojones ha acabado allí la chaqueta de mi amiga, pero igualmente la cojo y encuentro las llaves en el bolsillo izquierdo.
Salgo de nuevo y cojo a Asher como puedo y lo meto en la parte trasera del coche, espero que no pote dentro del coche, porque si no Dalia me mataría.
Conduzco hasta la casa de mi amigo que se encuentra en la zona más alejada
del mar, en cambio mi casa está en la zona más cercana de la playa y Dalia está más o menos en el centro del pueblo.Llego a la entrada de la casa de Asher y llamo, esperando que no abran sus padres.
Abren la puerta, pero no son sus padres, sino que al que me encuentro en frente mía es Álvaro, su hermano mayor. Tiene dos años más que nosotros, veintiuno para ser exactos. Tiene el pelo ondulado, menos rizado que su hermano menor, unos ojos marrones claros y unos labios rosados.
— Letizia, ¿qué haces aquí? - le señalo a su hermano a un lado de la calle vomitando. - mierda... Está borracho, ¿verdad?
Asiento. Álvaro se lleva a su hermano dentro de casa, antes de irme, me había dicho que no me preocupase por él, que no le diría nada a sus padres.
Dejo el coche de Dalia en la puerta de su casa y vuelvo andando a la mía. No estaba muy lejos, pero aun así no me gustaba andar sola tan de noche.
Llego a mi casa sin hacer ruido y subo las escaleras, pero chirrían a mi paso, mierda... espero que no lo hayan escuchado mis tíos... Espero unos segundos, pero nadie llega, así que sigo subiendo con cuidado.
Entro a mi habitación y me tiro a la cama, después miro por la ventana, que da la vista a unas pocas casas y después solo se ve el mar, el cielo está despejado y brilla una luna llena y miles de estrellas.
Pienso en el instituto, en que este será mi último año antes de irme a la universidad, en parte quiero irme, pero otro lado de mi me dice que no, extrañaré a mis tíos, a mis amigos, a este pueblo e incluso a la cafetería.
Ya llevaba un par de semanas de curso, pero se me ha pasado volando.
Sin darme cuenta, mientras pienso en eso me quedo dormida.
ESTÁS LEYENDO
Un café al atardecer
RomanceLetizia vive con sus tíos en Asturias en un pequeño pueblo llamado Baneville. Lo que no se imaginaba era que un día iba a entrar alguien por la puerta de la cafetería de sus tíos que le cambiaría la vida para siempre. Joan llega a Asturias para qued...