Joan
Veo el cielo por la ventana del coche, mi padre va al volante.
—...y por eso odio los pájaros. - es lo único que escucho decir a mi padre.
Yo estaba algo enfadado con mi padre, por hacer que nos viniésemos a vivir aquí a España, pero no le puedo culpar. Si nos hubiésemos quedados en Londres no hubiese pasado nada, pero en cambio, si nos veníamos aquí a mi padre le subían el sueldo.
—Alegra esa cara, ya verás como todo va bien.
—¿Cómo es la casa?
—Está a las afueras del pueblo, en la zona más moderna, es blanca, grande, con dos plantas, un desván, garaje, patio y piscina.
—¿Y cómo son las casas del pueblo? Me refiero, no las modernas, si no las de toda la vida.
—De piedra, muchas de ellas no tienen patio, pero las que están más en la costa o lejos del centro si tienen.
—Esas son más bonitas...
—¿Lo dices en serio, Joan? Compré la casa porque pensé que te gustaría más una casa moderna, grande y con piscina.
—Sí, pero da igual, esta está bien.
Mi padre baja la ventanilla y deja que el aire le pegue en la cara, haciendo que su pelo castaño se mueva.
Veo como salimos de la carretera nacional y nos metemos a otra carretera más pequeña y con menos coches, diez minutos después, giramos a la derecha para continuar por una carretera aún más pequeña. Unos minutos más tarde pasamos un cartel que pone Baneville.
—Ya estamos, en nuestro nuevo hogar – eso sonaba muy raro – esta es una de las carreteras que llevan al pueblo, luego hay más en algún otro lado.
Nos dirigimos por las afueras del pueblo y puedo observar más casas parecidas a la que me ha descrito mi padre, llegamos casi al final de la calle y veo una casa con el cartel de vendido.
—Llegamos – gracias a dios, después de dos horas y media de vuelo más otras dos horas en coche estoy muerto.
Salgo del coche, y ayudo a mi padre a coger las maletas.
—No, tú coge las cajas con tus cosas, yo ya me encargo de las maletas y lo demás. Tú vete a elegir habitación y coloca tus cosas - hago caso a mi padre y me dirijo dentro de la casa. - ¡Hay cuatro habitaciones! - me grita antes de entrar completamente a la casa.
Vale, miro la casa y es amplia, bonita y limpia. Subo las escaleras de dos en dos con las cajas en mis brazos. Recorro las cuatro habitaciones, la primero que veo al subir las escaleras se encuentra a la derecha, entro y puedo observar una cama doble, un armario y un escritorio, también tiene un pequeño baño. No, definitivamente ese no, no me gustan las vistas, dan a la calle y el baño es muy pequeño. Sigo y la siguiente está a la izquierda, es grande, con cama doble también, baño grande, y otra puerta con estudio. Esta mejor se la dejo a mi padre, le vendrá bien el estudio por su trabajo. Voy a la siguiente a la derecha y es enana, una cama individual, armario y un escritorio muy, pero que muy pequeño y no tiene baño. Y por último entro a una habitación que se encuentra justo enfrente, esa me convence aún más, cama doble, escritorio largo, armario grande, baño propio y de buen tamaño.
—¿¡Te has decidido ya?! - chilla mi padre desde abajo.
—¡Sí, me quedo con la del final!
Dejo las cajas en el suelo y bajo corriendo las escaleras.
—Buena decisión, yo ya sabía que ibas a elegir esa, las he visto en las fotos de la casa antes de comprarla - me dice mi padre.
—¿Y las otras dos que harás con ellas?
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Un café al atardecer
RomantikLetizia vive con sus tíos en Asturias en un pequeño pueblo llamado Baneville. Lo que no se imaginaba era que un día iba a entrar alguien por la puerta de la cafetería de sus tíos que le cambiaría la vida para siempre. Joan llega a Asturias para qued...