"𝙈𝙞 𝙪́𝙡𝙩𝙞𝙢𝙖 𝙫𝙚𝙯" / 𝘋𝘰𝘶𝘹𝘪𝘦 𝘹 𝘖𝘤 (𝖶𝗂𝗓𝖺𝗋𝖽𝗌)

𝑃𝑟𝑜́𝑙𝑜𝑔𝑜

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— ¿A dónde vamos Sir. Merlín? — la pequeña de 9 años de edad daba un salto a cada paso que daba, su vestido de ceda se arrugaba y volvía a tomar forma al momento que realizaba dicha acción, parecía estar entusiasmada, pues las mínimas anécdotas que solía escuchar decir de su tutor sobre aquel lugar escondido por debajo de los calabozos de Camelot, finalmente las apreciaría frente a sus ojos.

— Nada de preguntas. Ya lo verás. — contestó el mayor, el dúo freno su caminata al toparse con una puerta de madera, de ella sobresalían grabados de cobre, la infanta abrió ligeramente la boca, a su vez, extendiendo más sus párpados, dejando ver esos enormes luceros verdes, los cuales tenían un brillo de estupor que hablaban por su boca.
El anciano río ligeramente al ver la expresión sorprendida de su pupilo, ¿quién la culparia?, son muy pocos los que llegan a entrar ahí, ningún habitante de la aldea sabe sobre éste "paraje secreto", a excepción del rey Arturo, claro.
“Viajes en el tiempo”, las palabras rezonaban en la cabeza de la joven Elvira, Merlín tenía presente aquel asunto del que tanto le había relatado a su aprendiz por muchos años, un proyecto en el que el gran hechicero trabajaba desde sus tiempos en aquel pequeño reino, pues el sabía que las futuras amenazas que asechaban a Camelot y a la magia llegaban a un punto en el que eran inevitables de detener.

Merlín extendió su mano quedando posada sobre la puerta de madera, los dedos de sus manos dimanaron una ligera onda de color verde, adhieriendose en las fibras de la madera, en pocos segundos, el metal tallado en la barrera, absorbió aquellas partículas de luz sacadas de las manos de Merlín, los grabados irradiaron un color esmeralda, era cómo un tipo de cerrojo mágico, que probablemente solo Merlín tenía acceso y solo el entendía.
La portería se deslizó emitiendo un chirrido grueso y seco, dejando ver un camino de escaleras que formaban una forma cilíndrica para seguir adentrándose a las oscuridades de por debajo del calabozo. Merlín miró a la niña quien hacía agarre de la mano del anciano.

Después de bajar aquellas chillantes y angostas escaleras, llegaron a un lugar cerrado y espaciado, parecía ser un clase de taller subterráneo, pues había uno que otro artefacto que la joven había llegado a ver en la Torre de Merlín, en sí todo lo que había en ese lugar era desconocido para muchas personas ajenas a él.

Elvira hurgaba con la mirada cada rincón del lugar, era curioso que aquel sitio era grande, enserio, muy grande, podría jurar que cabrían tres dragones en ese lugar, parecía haber llegado a una división de aquel apocento, pero había una abertura en esta que te llevaba directamente al otro lado.
No era imposible mirar atrás, pues una luz esmeralda de gran intensidad parecía llamarla a esa parte del sector, ¿por qué no hacerlo?, después de todo ya estaba ahí. Sin un segundo más de espera, se atrevió a seguir sus instintos, camino por debajo de la entrada, enderezó su cabeza, encontrándose con lo que jamás se imaginó que vería en su larga vida.