Cuando intentan despertarme por más que deteste abandonar el suave colchón me pongo en modo irritante con ganas de matar a cualquiera con una almohada, sobre todo si interrumpen mis sueños cachondos en la mejor parte.
Han pasado cinco minutos que Hanssen ha querido despertarme, balbuceo una tontería y vuelvo hundir la cabeza entre las sábanas. Hoy es el frabulloso y esperado día.
—Mako, por favor. De pie.
—No, es temprano.
—Si salimos en veinte minutos nos ahorraremos el tráfico y estaremos llegando por la tarde a Orquídea —siento sus curiosos dedos trazar círculos en mi espalda cauteloso —. Además, si te levantas ahora iré a la cocina y te preparo lo que quieras.
—Mejor me evito un lavado estomacal a medio camino —murmuro con pesadez y hago un esfuerzo por abrir los ojos —. Sin ofender, conejito.
—Gracias por tus palabras, en serio, haces que me sienta estupendo por tu voto de confianza.
—De nada, para eso estamos.
—Y según tú yo no soy para nada delicado con mis comentarios —recupero la vista y le echo un vistazo rápido. No lleva camisa por lo que es una manera gloriosa de darme los buenos días. Se percata que lo repaso y blanquea los ojos —. Levántate, pervertida. Hay un viaje que nos espera.
Le muestro el dedo corazón. Él es el primero en ponerse de pie apartándome las sábanas, bostezo sin poder evitarlo y hago un esfuerzo por estirar mis extremidades. Lo cual ha sido un error porque mi espalda acaba de hacer un doloroso «crack».
Lo sigo con pereza hasta el baño arrastrando los pies, veo mi reflejo en el espejo y plasmo una mueca de desagrado. ¿Cuándo me llevaré bien con mi cabello? Detesta el peine.
Lo tengo erizado y los colores necesitan retoque para volver a ser más brillantes y menos aburrido. Me cepillo los dientes y me lavo la cara para despabilarme.
—Dudo que mi coche llegue intacto —espeto girando sobre mis talones y apoyando mi cadera en el lavabo mientras él opta por quitarse la ropa —. Y la gasolina... Oye si te quitas la ropa me distraes.
Me muerdo el labio evitando bajar la vista.
Hanssen esboza una malévola sonrisa al acercarse. Me relamo los labios al tener frente a mí sujetándome de la cintura.
—Puedo pedirle un coche a Hailee no creo que a Margot le moleste que tomemos uno si está tras las rejas —parece divertido darse cuenta que mi rostro se torna más rojo que un tomate —. Todo tiene solución, mariposa. Déjamelo en mis manos, una parte tengo que devolverte los favores que has hecho.
—No, no, déjalo así —deslizo mis manos sobre sus brazos hasta detenerse en sus fuertes hombros —. El dinero es lo de menos, me preocupa la estabilidad de mi coche, dudo que pueda seguir recorriendo medio país. ¿Y si quedamos varados en medio de la nada?
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Un deseo prohibido #1
RomanceMako ha pedido un deseo de cumpleaños, sin imaginar que cinco minutos después un chico atractivo aparece dentro de su auto armado. ... Su deseo era simple: vivir una aventura extrema que la pudiera sacar de las cuatro paredes llamado hogar. Mako Ham...