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Hoy entregaban esos resultados. Aquellos que podían nublar o iluminar a vista de muchas personas. 

No le tomé tanta importancia en un inicio. 

Hasta que llegó ese mensaje.

Ese maldito mensaje.

"¿Y entraste o no?"

Lo más triste de todo, fue darme cuenta de que no tenía pena por mí. Tenía pena por esa carga, la cual he cargado todos estos años.  

Para la vista de los demás mis resultados iban o son a ser decepcionantes. Para mí no.

Eso es lo que me debería importar. Pero irónicamente, aún me respira en la nuca lo que piensen los demás de mí.

Ni siquiera lo que digan, porque cada cosa que salga de sus bocas puede ser una mentira, ya sea piadosa o para encajar desesperadamente. 

Me estuve convenciendo de que no me debía importar.

Y lo logré. Hasta que llegó la hora de almuerzo. Y vi tu cara. Ahí todo lo que había construido hace menos de treinta minutos se destruyó. Y mi mente se llenó de culpa. 

Perdón por no ser lo que esperas mamá. 

Sé que debes sentirte triste por mi decisión. 

Esto no es lo que esperabas para mi vida. 

Pero tampoco merezco esa mirada de lastima de tu parte. 

Debes sentir que tu hija es una fracasada. 

Y puede que lo sea.

Pero esta fracasada lo único que quiere.

Es ser feliz.

Cartas a Mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora