Lo que hace falta

Primera impresión

Me adentré en el pasillo a paso ligero. Allí todo eran puertas, si tenía que abrirlas todas, allí no acabábamos ni mañana. Abrí la primera que vi. Daba a una especie de salón pero que, como el resto de la casa, era gigantesco.

La siguiente puerta daba una inmensa sala totamente vacía, a escepción de por un sillón retirado en una esquina, alumbrado únicamente por la, ya tenue, luz del sol.

Otra de las puertas deba a un dormitorio, era el doble que el otro, y la cama era al menos para siete personas. Además se podía apreciar que aquella habitación estaba decorada. Había más cuadros, en el tocador había pinturas...sin duda, aquella habitación debía ser de la señora Adams.

La siguiente era un baño.

La siguiente otra pequeña salita de estar, y después vinieron varias habitaciónes de invitados.

Había una puerta que estaba cerrada con llave, y algunas eran armarios...

Así transcurrieron los minutos, hasta que me topé finalmente con unas escaleras que ascendían. No dudé ni un segundo y comencé a subir. De nuevo, habitaciones y más habitaciones.

No iba a tirarme todo el rato buscando el comedor en aquel laberinto....y entonces lo oí, era una voz de chica, provenía de un cuarto a escasos metros de mi. Me acerqué decidida a abrir esa puerta para pedir ayuda, pero algo me detuvo

Aquello...había sido un gemido, y fue seguido por otro y otro más.

Podía imaginarme perfectamente lo que estaba pasando ahí dentro.

Mi primera reacción fue irme corriendo de allí y olvidar lo que había oído....pero era demasiado curiosa para dejarlo pasar, de modo que agarré el pomo de la puerta y lo giré lentamente, con cuidado para no hacer ruido.

Abrí la puerta solamente lo suficiente para permitir a mi ojo observar el panorama. Eran dos adolescentes, a el no podía verle, estaba de espaldas, pero ella era la típica puta del instituto, que suele llevar minifalda, capitana de las animadoras, con más maquillaje imposible...todo eso lo suponía, pero había algo que tenía clarísimo. Rubia de bote. Vamos es que aquello ya no era ni rubio eso era blanco...

Les observé durante unos minutos más, mientras sentía mis mejillas arder. ¿que hacía yo mirando como dos adolescentes matenían relaciones sexuales?, haber, no es que yo fuera santa, pero de hacerlo, a verlo en cuerpos ajenos...y sin embargo algo me impedía dejar de mirar, tal vez era por ella, la típica chica a la que con solo verla ya podía decir que odiaba, o tal vez por el, porque a pesar de su espalda, ancha y musculosa, era esa clase de tíos que se acuestan con todas y se creen mejores por ello, y eso también lo odiaba, o tal vez era simple curiosidad, porque la verdad era que aquello no encajaba, había algo en aquel lugar que no encajaba para nada, la casa parecía de marqueses, y aquella situción...

Una mano acarició mi hombro con suma delicadeza, quise chillar, pero en cuestión de segundos mi boca había sido tapada por unas manos. Pataleé incontables veces, intentando zafarme del agarre de aquel individuo pero era imposible. Me sentí cansada, hoy precisamente no andaba sobrada de fuerzas y me había esforzado al mañimo para intentar soltarme, aunque fuera en vano, pero cuando ya iba a darme por vencido, escuche su voz

- por favor, no chilles, que nos van a oír, si prometes no gritar te soltare vale - su voz era ronca, y en un susurro, mientras exhalaba bocanadas de aire en mi cuello. Cerca, demasiado cerca para mi. Asentí levemente con la cabeza y el me soltó al fin. Me giré despacio y asustada, sin embargo no corrí no chille pidiendo ayuda, era una chica que sabía defenderse sola, no necesitaba a nadie que me cuidara.

Al fin alcancé a ver el rostro de aquel joven. Era alto, rubio, de pelo corto y ojos azules, llevaba una especie de chaleco sin nada debajo, eso me permitía ver su silueta, muy definida....en resumen, que estaba tremendamente bueno. Tenía pinta de ser mayor que yo, y sus ojos azules, eran sin duda su mayor arma, hipnotizaban, podría haberme perdido en ellos durante horas, sin embargo aún tenía dignidad, asíque mantuve la compostura. Aunque en mi mente continué soñando, presa de aquel físico...era demasiado increible para ser un jardinero, yo con ese cuerpazo me habría hecho modelo, era extremadamente sexy.