Capitulo 1: ¿Dónde estamos?

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Hay días en los que despierto sin saber en donde estoy, hoy era uno de esos días.

No me considero fiestera, de hecho me encanta pasar tiempo en mi casa, sola y acompañada de un buen libro o serie. Pero cuando tienes de mejor amigo al fiestero de turno más irritante, que no le gusta salir solo, tienes que hacer sacrificios y acompañarlo a lugares raros y extremadamente turbios. ¿Lo positivo de esto? Me ha servido como referencia para mis historias, las cuales casi nadie de mi entorno sabe que escribo. ¿La razón? En parte me avergüenzan, en parte me gusta escribir cualquier cosa sabiendo que nadie conoce mi identidad.
¿Lo negativo? Amanecer en lugares desconocidos, lejos de casa, y a veces, sola.

Grandes y altos edificios rodeaban mi vista, me encontraba sentada en un sillón marrón, muy manchado y oloroso, ubicado en lo que creo yo que es un parque. Acostado en el piso se encuentra Teo, el idiota de mi amigo, dormido tan cómodo que leves ronquidos salían de su boca. ¿Dónde mierda estábamos?

-Despierta, idiota. ¿Dónde estamos? ¿Cómo pasamos de un pueblo con 1000 estúpidos habitantes a una ciudad con tremendos edificios?

Agradecía que no tuviera público, tal vez era muy temprano o daba la casualidad que era una zona poco visitada, porque sacando a la gente fitness que corría muy concentrado en su camino, nadie más pasaba cerca de nosotros.

- mm.. ¿qué? Habla más fuerte que no te escucho

- Teo Isodoro de las Rosas, oh te despiertas ahora y dices lo poco que te debes acordar, o de una patada te mando a casa. Elije.

Esas eran mis sabias palabras para levantar a cualquier borracho con tremenda resaca, así como la que yo tenía. Mi cabeza me estaba matando.

- ¿Tienes tu cel?- dijo más dormido que despierto, pero de todas formas pensó más que yo. Me había olvidado de mi celular.

Rebusque en mis bolsillos. Estaba vestida con un vestido rojo ajustado y una chaqueta negra de cuero. Tenia frío y olía a alcohol mezclado con humo de cigarro, pero los bolsillos de mi chaqueta eran gloriosos. Mi celular descansaba ahí.

Mi celular marcó las cinco y media de la mañana, eso explicaba porque solo gente deportista se encontraba en esta clase de parque, y que no estábamos muy lejos de casa. Mis últimos recuerdos son de las dos de la mañana, ¿ Qué mucho habremos hecho en tres horas?Abrí el gps más tranquila, dándome cuenta que estábamos en Riscón, una ciudad enorme a una hora y media de Gilsk, donde vivía. ¿Cómo llegamos acá? O mejor dicho ¿Cómo nos iremos? ¿Tenemos plata para pagar pasajes? Muchas preguntas, pocas respuestas.

Una querida patada en la pierna de mi parte despertó a mi amigo. Quería ducharme y acostarme en mi cama, pero para eso tenía que descubrir como llegar a todo eso.

- Teo, dime que tienes plata para un pasaje.

Un desorientado morocho se sacó su champión, ahí escondidos se encontraban quinientos pesos doblados. Nuestra salvación.

-Uno siempre viene preparado- dijo con una sonrisa triunfante. No sabía si abrazarlo o putearlo. De seguro esto fue su idea.

Nada abría hasta las ocho de la mañana. Iban a ser dos horas largas sentados en la parada, con solo cigarros para desayunar y lagunas que rellenar.

- ¿Sabes qué? - soltó el morocho a mi lado luego de media hora en silencio observando un punto en la nada misma.

- Recuerdo brevemente que esto fue tu idea. Querías ver no sé que cosa, para inspiración de no sé que.

Ahora recordaba todo y lo caliente que sentía mis cachetes me delataba. Él tenía razón.Quería reubicar mi historia en una ciudad, quería ver como era y como se sentía estar en una tan grande. Mi yo borracha se acordó de eso muy bien, porque ahora me encuentro en una, con solo quinientos pesos que me dan justo para viajar de regreso y nada más. Maldita borracha que no razona bien las cosas.

-¿Sabes como vinimos?-Contesté

- No mucho, pero creo que te ligaste a alguien con auto.

Más recuerdos vinieron a mí. No puede ser, seguía teniendo razón. NORMALMENTE ÉL NUNCA TIENE RAZÓN. Recuerdo haber besado a alguien, quien por cierto lo hacía muy mal. El beso había sido extremadamente baboso pero quería que me llevara a un lugar y ese era el precio. El sonrojo aumentó al darme cuenta que era capaz de hacerlo con él por llegar a este lugar. Se me quitaron las ganas de volver a tomar.

- We, tranquila. Tienes miles de anécdotas mías en pedo peores que esta. No debes de avergonzarte por ligarte a alguien con la suficiente plata como para tener auto. Yo debería de avergonzarme por no hacerlo. - el cigarro que tenía en su mano se estaba consumiendo por completo, me lo ofreció para calmarme un poco, cosa que acepté.

-Por ejemplo, ¿te acuerdas cuando me dio lo hetero curioso y besé a un man de nuestra clase? Al menos me sirvió para sacarme dudas de mi sexualidad, pero luego tenía un perrito faldero atrás mío esperando a que se la chupe.

Me reí por el recuerdo, imposible olvidarme de un Teo avergonzado y completamente colorado, porque es raro que él actúe así. Reff no lo dejó en paz por dos semanas enteras, hasta que vio que ya no daba para seguir insistiendo más.

- Buen punto.

-Y así hay más. Tal vez tenga que cuidar mi consumo, a este paso voy a terminar tirado en alguna cuneta.

- Me sorprende que no haya sido así. Incluso hemos salido del pueblo, ya no sé que esperar para la próxima vez.

- ¿Insinúas que habrá próxima?

Negué con la cabeza rápidamente, algo asustada. Ya no quería más sorpresas o revelaciones. Solo llegar a mi casa, ya mismo.

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(Foto de Teo)

(Foto de Teo)

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2022 ⏰

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