Por Amaranta (bolboreta)
Megafonía: Pasajeros con destino a Bogotá por favor embarquen en la puerta cinco.
Era el momento de regresar a casa. Betty dejó de mirar por el ventanal del aeropuerto que daba a las pistas de aterrizaje, sacó de su bolso los documentos para coger su vuelo y se dirigió a la puerta de embarque. A su lado, un hombre llevaba recostado contra su pecho un bebé que a duras penas se mantenía despierto con tanto ajetreo.
Las horas iban pasando y el avión ya sobrevolaba Bogotá. Betty miraba por la ventanilla mientras recordaba la última vez que había visto ese paisaje. Fue cuando se marchó rumbo a Cartajena con Catalina Ángel tras entregar en la junta a Armando Mendoza. De eso hacía ya muchos meses, más de un año, pero los recuerdos volvía a la mente de Betty como si el tiempo no hubiese pasado. La conversación de Mario y Armando antes de la junta en la que tramaban enviarla lo más lejos posible, los reclamos de los Mendoza y Valencia en la junta, el silencio de Armando al verse descubierto y sus palabras pidiéndole una explicación de porqué no le había contado que conocía la dichosa carta de Mario, la discusión con Marcela tras volcar las tarjetas en su mesa.... las imágenes bombardean la mente de Betty, que cierra los ojos para que las lágrimas no caigan por sus mejillas.
Pero esas lágrimas no son sólo por aquellos tristes recuerdos, su vuelta a casa no era para reconciliarse con su pasado, sino para enfrentar un nuevo y doloroso episodio de su vida. Tras marcharse con Cata, Betty se juró a si misma que lucharía con todas sus fuerzas para no tener que volver a la ciudad que fue testigo de las continuas humillaciones que padeció tiempo atrás. Y había mantenido su promesa, pero ahora tenía que regresar y estaba preparada para hacerlo. Su vida y sobre todo ella habían cambiado mucho desde entonces.
H: No te preocupes amor, ya vamos a aterrizar- le dijo aquel hombre a Betty mientras le besaba con ternura la mano, que no había soltado en todo el trayecto.
B: estoy bien, no te preocupes. Sólo estaba recordando la última vez que dejé esta ciudad y cómo ha cambiado mi vida desde entonces, pero eso ya no tiene importancia... Ahora sólo quiero llegar cuanto antes a casa y acompañar a mi familia.
Cuando por fin aterrizaron en Bogotá Nicolás los estaba esperando en el aeropuerto. Al verlo, Betty corrió a su lado y se fundieron en un largo abrazo lleno de lágrimas.
N: Betty, mi betty, cuánto lo siento....
B: Nicolás, hermano....
Tras permanecer abrazados un rato, Nicolás se apartó de Betty para saludar al hombre que la acompañaba.
N: ¿Cómo le va Javier? Siento q nos tengamos que volver a encontrar en una situación tan triste- le dijo mientras se daban un cálido apretón de manos.
J: Yo también lo siento mucho amigo.
Pero la cara de Nicolás volvió a sonreír al ver al pequeño que los acompañaba y que jugueteaba con su sonajero en el cochecito.
N: Uy!!, mi preciosa ahijada, cada día está más grandecita y linda... dijo mientras la cargaba en brazos.
Juntos abandonaron el aeropuerto y se dirigieron al barrio de Betty en el coche de Nicolás. Este les fue explicando cómo había ocurrido todo. Les contó cómo don Hermes, siguiendo la rutina de cada día, se había levantado temprano para ir a trabajar y cómo, a pesar de que se sentía algo indispuesto, se negó a ir al médico y llegar tarde a la empresa. Ocupaba el cargo de vicepresidente financiero de Ecomoda hacía poco más de un año y se había convertido en parte fundamental de su recuperación económica tras la marcha de Betty. Volver a sentirse útil y la sincera amistad que había entablado con don Roberto le habían devuelto la alegría tras conocer todo lo que había ocurrido con su hija en Ecomoda.
N: Durante todo el día el viejito se comportó como siempre... Usted sabe, con sus consejitos y sus facturas por aquí y por allá. Pero al despedirnos en la entrada de Ecomoda, de repente... se agarró fuerte al pecho y ya se cayó al suelo y nada pudimos hacer.... Las lágrimas inundan los ojos de Nicolás, y Betty lo agarra de la mano bien fuerte. A la mente de Nico vienen las imágenes de don Hermes tendido en el suelo, los intentos de Armando y don Roberto por volverlo en si, la ambulancia, el hospital, la desesperación de doña Julia...
B: Yo sé Nicolás que ustedes hicieron todo lo que pudieron por ayudar a mi papá. Pero si dios quiso que fuese así, pues no hay otra que aceptarlo con resignación, por mucho que ahora nos duela... Entre sollozos a duras penas Betty conseguía consolar al que ella siempre consideró su hermano y que sabía que vivía la muerte de don Hermes como si se tratase de la de su propio padre.
Al poco rato llegaron a la Iglesia del barrio. Ya nadie quedaba afuera por lo q se apresuraron a bajar del coche. El funeral estaría a punto de comenzar. Ana María, una prima de Betty, los aguardaba en la entrada. Al verlos se apresuró a coger a Isabel en brazos, abrazó a Betty y le dijo que fuera junto a su madre, que ya ella se quedaba en el coche cuidando a la niña. Betty le dio las gracias y se dispuso a ir a la Iglesia.
Al verla entrar un escalofrío recorrió el cuerpo de Armando.
A: Betty, mi Betty...- susurró en voz baja.
Don Roberto también se había dado la vuelta al notar la llegada de Betty a la iglesia, donde todos esperaban ya sentados el inicio de la misa. Al ver palidecer la cara de Armando y sentir cómo su cuerpo temblaba se preocupó por él.
R: ¿Te encuentras bien hijo?, tienes muy mala cara
A: No es nada papá, estoy bien... Pero sus pensamientos estaban en otra parte... Después de tantos meses, Betty, su Betty, estaba allí y ni su cuerpo ni su mente podían permanecer impasibles. Estaba tan bella, tan cambiada... Con la mirada no pudo evitar recorrer cada centímetro de ese cuerpo cuya presencia se le había negado en los últimos meses y que cada noche traía en recuerdos hasta su cama. Ya no tenía capul, ni frenillos, ni ropa anticuada ni el pelo mal arreglado. Estaba preciosa, con un sencillo vestido negro, sin mangas, en el que resaltaba una fina cadena de oro con una cruz, zapatos con un poco de tacón y el pelo liso, cayendo en cascada sobre sus hombros... Las gordas gafas de pasta del pasado habían dado paso a unas lentes sin montura que apenas entorpecía la belleza de su rostro y que le daban un cierto aire intelectual. Armando no pudo evitar que sus ojos se deleitasen en observar cada curva de su cuerpo, era la primera vez que la veía así, sin ropas ni artificios que ocultasen su belleza y estaba embobado... Pero no era el único. ..Mario, que estaba a su lado, no salía de su asombro.
M: Hermano, usted ve lo que yo estoy viendo!!!!!!!!. Esa mujer está buenísima... No, si va a resultar que Dios me va a castigar por todo mi pasado encarnado en el mostrete de Betty la mujer de mis sueños. Hermano, por lo que más quiera, dígame que esto es una pesadilla, o un sueño....
A: Cállese necio y respete, no hable así de Betty y mucho menos aquí, no ve que estamos en el entierro de su padre.
Pero Armando siguió mirándola totalmente encandilado. Entonces se percató de que Betty no estaba sola... ¿Quién sería aquel hombre que la abrazaba?. Los celos empezaron, una vez más a oscurecer su mirada y deseó ser él que la tuviese apoyada contra su pecho y el que secase sus lágrimas ....
Mientras tanto Betty ya se había encontrado con su madre y juntas lloraban frente al cuerpo sin vida de don Hermes. Al terminar la misa se dirigieron al cementerio y uno a uno, todos los asistentes al funeral fueron dando su pésame a Betty, a doña Julia y a Nicolás: los amigos de don Hermes, los vecinos, sus antiguos compañeros de trabajo, las chicas del cuartel, Inesita, doña Margarita y don Roberto, otros trabajadores de Ecomoda y, por fin, Mario y Armando.
M: Beatriz, vea, a pesar de los problemas que tuvimos en el pasado siento mucho la muerte de su padre... Las palabras de Calderón sonaron sinceras y aunque Betty lo despreciaba desde lo más profundo de su alma le dio las gracias. Entonces sintió la presencia de Armando, su aroma la embriagó como tantas veces lo había hecho en el pasado. Demoró levantar su vista y encontrarse con él pq los recuerdos bombardeaban su cabeza... Ahí estaba, delante suya, un año después... Cuántas veces los dos dejaron volar su imaginación pensando en cómo se producirá este encuentro y por fin había llegado... Los dos frente a frente y sin saber cómo empezar...
A: Betty, yo....
Al oír la temblorosa voz de Armando Betty levantó su mirada. Desde que supo de la muerte de su padre fue consciente de que este momento llegaría, pero tenerlo de nuevo delante suya no dejada de provocarle un remolino de emociones encontradas. Los dos se miraron fijamente, sus almas se reconocieron y por un momento se arriesgaron a buscar los rescoldos de lo que quedaba de su antigua pasión. Pero algo los devolvió a la realidad de modo brusco...
Javier: Betty, ya es hora de irnos....
B: voy enseguida, mi amor- le dijo dulcemente a Javier mientras mantenía la mirada de Armando.
Las palabras de Betty provocaron un cataclismo en Armando. ¿Mi amor, qué amor? ¿Quién era ese tipo para que su Betty le regalara esas palabras y esa dulzura? No, no podía ser cierto lo que escuchaba. Y si era cierto prefería no verlo, prefería seguir sin tener noticias de ella y soñar cada noche que regresaba a su cama para quedarse para siempre con él. Mejor eso que tenerla a su lado de nuevo pero con otro hombre.
B: don Armando, antes de irme quiero darles las gracias por todo lo que hizo por mi padre. Me consta la gran ayuda que le prestaron usted y don Roberto cuando entró a trabajar en ecomoda y el gran aprecio que le cogió, a pesar de todo lo que pasó.... Gracias también por acudir al funeral. Ahora me tengo que ir. Adiós.- dijo con la voz rota por todo lo que había llorado en los últimos días.
Sin darle tiempo a Armando para decir nada, Betty se marchó hacia el coche en el que la esperaban Nicolás, doña Julia y Javier. Él se quedó mirándola mientras se alejaba. Estaba aturdido, una vez más ella se marchaba de su lado sin que pudiese hacer nada para impedirlo. Deseó que el tiempo se parase o retrocediese, volver a reencontrarse pero con otras palabras, con otros acontecimientos por vivir... Sus sueños se hacía pedazos una vez más.
En el cementerio apenas quedaba nadie, excepto doña Margarita y don Roberto, que esperaban a su hijo charlando con Inesita. Armando se dio la vuelta para marcharse mientras cerraba los ojos para evitar que las lágrimas ocuparan sus mejillas. Quiso no mirar atrás temiendo que su corazón no pudiese soportar verla irse de nuevo pero esta vez con otro hombre, pero no se pudo resistir. A fin de cuentas él aún la sentía como su mujer. Se giró y allí la vio, tan bella, tan triste...
A: adiós mi vida... pronunció con los ojos cerrados mientras pedía a dios una oportunidad, sólo una, la última, por favor, por lo que más quieras...
Y al abrir los ojos vio cómo una mujer se acercaba a Betty y le entregaba un niño muy pequeño, que Betty recibía con una gran sonrisa y que lo apretaba contra su cuerpo como si fuera parte de él. Entonces, doña Julia, Nicolás, Javier y Betty, con el niño en brazos, se subieron al coche y se fueron.
Armando se quedó desconcertado, pensando quién sería aquel niño... No podía ser de Betty, él siempre había estaba atento a lo que comentaban las chicas del cuartel, don Hermes o Nicolás sobre ella desde su partida y nunca dijeron nada de un embarazo o una adopción... Se hubiera enterado de algo así. Pero entonces, ¿pq Betty lo cargaba y se lo llevaba como si de su propio hijo se tratase?. Estaba confuso, demasiadas emociones en tan poco tiempo... Lo mejor era irse y descansar, pensó muy aturdido. Ya luego pensaría en todo lo que había ocurrido.
Sin embargo, no pudo evitar sonreir al pensar, por un momento, que tal vez ese niño tan pequeño fuese suyo, sería el más maravilloso de los regalos, un hijo suyo y de su Betty...
A: (Pero no, hermano, eso es imposible, usted se está volviendo loco, definitivamente loco. Será un ahijado o el hijo de algún familiar, olvídese ya de todo esto...) -pensó mientras se alejaba del cementerio con sus padres.
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Tras el entierro, Betty decidió quedarse un tiempo en Bogotá para ayudar a su madre a superar la pérdida de don Hermes. No podía dejarla sóla en esos momentos, por muy tormentosos que fuesen los recuerdos que esa ciudad le traía.
Betty: Javier, hay algo que te tengo que comentar... Había pensado en quedarme un par de semanas aquí, hasta que mi madre esté un poco mejor y decida qué hacer, si irse a Cali con su hermana o venirse conmigo a Buenos Aires... ¿Qué te parece?... dijo muy suavemente, como temiendo que esas palabras se clavasen en el corazón de Javier como cristales rotos.
Él se quedó pensativo mirando por la ventana, que daba a la calle, donde la pandilla de Román se burlaba de unos niños. Al rato se sentó con ella en el sofá y le dijo:
J: Tu sabes que si de mi dependiese no nos separaríamos ni un solo día por el resto de nuestros días. Te mentiría si te dijese que no tuve miedo de tu reacción al volver a encontrarte con Armando y con tu pasado...
B: Javier, tu sabes que ya eso está olvidado...
J: No Betty, digas lo que digas tu nunca podrás deshacerte del fantasma de Armando Mendoza pq a fin de cuentas él es el padre de tu hijo y un día lo amaste más q a nada. Cómo mucho podrás aprender a vivir con su recuerdo sin atormentarte... y eso creo que ya lo has conseguido...
B: Javier, por favor, no hablemos de él ahora, no vale la pena... le dijo mientras cogía su mano y la besaba.
J: Yo sólo quiero que sepas que te amo, que acepto que tienes un pasado en el que amaste a un hombre que hoy es el padre de tu hijo, un hijo que yo quiero y he tratado como propio desde antes de q naciese... Preferiría q nuestra vida siguiese como hasta ahora... pero entiendo que tu madre te necesita y tu a ella. Por eso me parece bien que te quedes, pero con una condición. ¿Aceptas?..
B: (con una gran sonrisa) claro que sí, pero cuál condición?
J: que cuando regreses a mi lado, q espero que sea muy pronto, me sigas queriendo como hasta ahora...
B: Prometido.
Los dos se miraron con una gran sonrisa de complicidad que sellaron con dulces besos hasta caerse rendidos en el sofá y descansar un poco de todas las emociones vividas en los últimos días.
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A la mañana siguiente Betty llevó a Javier en el carro de Nicolás al aeropuerto. Regresaba a Buenos Aires, pero sin ella y sin su niña, Isabel. Al abrazarlas para despedirse no pudo evitar llorar. El temor a que ésa fuera su última despedida, el miedo a perderlas para siempre, lo invadió y por un momento dudó en quedarse con ellas en Bogotá.... Pero no lo hizo, aunque su corazón se lo pedía a gritos.
Betty se quedó en aeropuerto, con la niña en brazos hasta que el avión se perdió en el cielo de Colombia. Uno a uno fue recordando cómo conoció a ese hombre y cómo, sin darse cuenta, había pasado a ocupar un lugar fundamental en su vida...
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Escena suelta
Sin miedo a nada. Canción de Álex Ubago
Me muero por suplicarte que no te vayas, mi vida,
Me muero por escucharte decir las cosas que nunca digas,
Más me callo y te marchas, (Armando llega a su apartamento, se saca la chaqueta, afloja la corbata, se sirve un quisky, se tumba en el sofá y cierra los ojos para recordar. ..Betty se despide del él y camina hacia el coche, donde le espera su familia y Javier sin él hacer nada para retenerla)
Mantengo la esperanza
De ser capaz algún día
De no esconder las heridas
Que me duelen al pensar que te voy queriendo cada día un poco más.
¿Cuánto tiempo vamos a esperar?
Me muero por abrazarte y que me abraces tan fuerte,
Me muero por divertirte y que me beses cuando despierte
Acomodado en tu pecho, hasta que el sol aparezca. (Armando recuerda los momentos vividos en las noches de amor juntos)
Me voy perdiendo en tu aroma,
Me voy perdiendo en tus labios que se acercan
Susurrando palabras que llegan a este pobre corazón,
Voy sintiendo el fuego en mi interior.
Me muero por conocerte, saber qué es lo piensas,
Abrir todas tus puertas
Y vencer esas tormentas que nos quieran abatir,
Centrar en tus ojos mi mirada,
Cantar contigo al alba
Besarnos hasta desgastarnos nuestros labios
Y ver en tu rostro cada día
Crecer esa semilla
Crear, soñar, dejar todo surgir,
Aparcando el miedo a sufrir.
Me muero por explicarte lo que pasa por mi mente,
Me muero por intrigarte y seguir siendo capaz de sorprenderte,
Sentir cada día ese flechazo al verte,
¿Qué más dará lo que digan? ¿Qué más dará lo que piensen?
(Armando recuerda a cámara lenta la entrada de ella en la iglesia, tan callada, tan cambiada, tan triste...)
Si estoy loco es cosa mía
Y ahora vuelvo a mirar el mundo a mi favor,
Vuelvo a ver brillar la luz del sol.
Me muero por conocerte, saber qué es lo piensas,
Abrir todas tus puertas
Y vencer esas tormentas que nos quieran abatir,
Centrar en tus ojos mi mirada,
Cantar contigo al alba
Besarnos hasta desgastarnos nuestros labios
Y ver en tu rostro cada día
Crecer esa semilla
Crear, soñar, dejar todo surgir,
Aparcando el miedo a sufrir.
(Armando saca de su cartera la foto de la antigua Betty y la besa. Betty, mi betty, has regresado... y una pequeña sonrisa ilumina la cara de Armandito....)
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Capítulo 4 (Primera parte): un año de cambios
Mientras Javier se alejaba de Bogotá, Betty regresaba a su casa con la niña en el coche de Nicolás. A su mente venían uno tras otro los recuerdos del último año. ¡Cuánto había cambiado su vida y ella misma desde la última vez que recorrió esas calles!, pensaba...
Hacía poco más de un año ella estaba en Cartajena a punto de regresar a Bogotá para enfrentarse a la Junta y devolverles Ecomoda a los Mendoza y a los Valencia. Ya había perdonado a Armando frente al mar y estaba preparada para regresar y empezar una nueva vida... Pero el destino tenía para ella otros planes...
Nico: Aló, Betty, ¿cómo se encuentra?
B (contenta al recibir la llamada de su amigo): Bien Nicolás, dispuesta a regresar y acabar de una vez por todas con esta pesadilla de Ecomoda
Nico: Bueno... a ver... cómo le digo...
Nicolás le explicó que la habían llamado del Banco Montreal para ocupar un cargo en la dirección de la sucursal que la entidad tenía en Buenos Aires. Si quería, el puesto era suyo. Sin dudarlo aceptó, dejando que el azar jugara un poco con su vida... Ese mismo día arregló ante notario los papeles para dar plenos poderes a Nicolás y a don Hermes sobre Terra Moda y, por lo tanto, sobre Ecomoda. Llamó al banco Montreal, preparó todo para partir el día siguiente hacia la capital argentina y se despidió por teléfono de sus padres. Nicolás, con su autorización, ya les había contado la verdad de lo que había sucedido en Ecomoda, incluida la relación entre Armando y Betty. Para don Hermes no fue fácil, pero comprendió el dolor de su hija y le prometió que no diría nada a nadie, incluido el propio Armando, asegurándole que sólo ella tenía derecho a exigir explicaciones y que ya la vida se encargaría de poner a cada uno en su sitio....
Llegó a Buenos Aires con el alma hecha pedazos pero con la firme decisión de que al bajarse de ese avión daba carpetazo a su pasado y empezaba de cero, con la lección aprendida y con muchas ganas de vivir. Se instaló en un precioso ático de un viejo edificio en el centro de la ciudad, cerca de la sede del banco, con mucha luz y color. Y empezó a trabajar...
Era la asistenta de dirección del doctor Javier García, un hombre de unos treinta y pocos años, moreno y de complexión fuerte. Betty, de camino a casa recordaba con una sonrisa como, la primera vez que lo vio, sentado en su despacho, absorto en el trabajo pero tan bello, pensó que si Aura María estuviese allí estaría de acuerdo con ella en que ese hombre sí era un triplepapito en toda regla. Lo que no sospechó Betty en ese momento era que Javier, al percatarse de su presencia, estaba pensando lo mismo de ella. Él se prendó de sus ojos, de su mirada triste pero decidida y tierna, y ella se quedó con su sonrisa de niño travieso.
Pasaban muchas horas trabajando juntos en la oficina y éso se tradujo en poco tiempo en una gran confianza y complicidad. Ellos lo tomaron como una prometedora amistad que alegraba sus vidas. Sin embargo, para sus compañeros de trabajo era evidente que entre ellos había química, que sus cuerpos no se eran indiferentes y que coqueteaban dulcemente sin ellos mismo percatarse.
Pero el destino no iba a permitirle a Betty deshacerse del recuerdo de Armando tan fácilmente. A las dos semanas de llegar a Buenos Aires se sintió mal, avisó en el trabajo y fue al médico. Estaba embarazada. El mundo se le vino encima. Se fue a casa y se acostó para no tener que pensar. Eran demasiadas emociones encontradas y demasiadas decisiones que tomar... Y las tomó... al día siguiente se despertó, abrió de par en par todas las ventanas del piso, dejó que el aire barriese cada rincón de su casa de fantasmas, se acarició el vientre y pensó que la vida, a fin de cuentas, le había dado un regalo y un motivo más para seguir adelante con la nueva Betty. Y si no eran las mejores condiciones, pues no pasaba nada...
Contárselo a sus padres fue complicado. Don Hermes y Nicolás habían empezado a trabajar en Ecomoda por decisión de don Roberto, que desde el primer momento apreció la capacidad de trabajo y la honestidad de estas personas. Don Hermes había cumplido su promesa y jamás reprochó nada de lo ocurrido con su hija a los Mendoza o Valencia, incluido Armando. Al principio le costó pero con el tiempo comprendió que su mejor venganza era no contarles nada de su hija, ni mencionarla siquiera. Eso los desconcertaba y llenaba de preguntas.... y para Armando era el peor de los tormentos. Todos seguían sus vidas como si nada hubiese ocurrido, pero todos, aunque sin decirlo, eran conscientes de que todo había cambiado y mucho.
Don Hermes, doña Julia y Nicolás recibieron la noticia como un jarro de agua fría, pero Betty les hizo ver todo lo bueno que ese niño o niña iba a traer a sus vidas y al final acabaron celebrando con champagne la buena noticia. Los padres de Betty felices por ser futuros abuelos y Nicolás, pq ya se veía como padrino, y en cierta manera como un segundo padre para ese bebé. El hecho de que Armando era el padre ni se nombró ni hizo falta, pq para todos ellos ese hombre no existía ni existió nunca en sus vidas...
Al día siguiente Betty se incorporó al trabajo. Sus compañeros y el propio Javier le estaban preguntando por su salud cuando llegó un mensajero con un precioso ramo de rosas rojas. Al leer la nota no pudo evitar que sus ojos se llenasen de agua y que alguna que otra lágrima corriese por sus mejillas. Todos se quedaron sorprendidos y le preguntaron qué decía la nota y pq esas flores...
B: Bueno, no pensaba decíroslo hasta ahora, pero bueno, ahí va... Tengo una gran noticia que daros, quizás la mejor de mi vida... (posó una mano en su vientre y les dijo...). Estoy embarazada!!!!!!!!!
Todos se quedaron parados, sin saber qué pensar, especialmente Javier....
Capítulo 4 (segunda parte): un año de cambios.
Suena el teléfono móvil y Betty, parada en su carro en un semáforo, abandona sus recuerdos de Buenos Aires y de Javier, para atenderlo...
B: no te preocupes mamá, de verdad, yo me encargo ahora mismo de llevárselos. Pero me tienes que dar la dirección, pq yo nunca he estado allí.
A los diez minutos, Betty estaba aparcando delante de una gran casa señorial en las afueras de la ciudad. El lugar le pareció el escenario perfecto para un cuento de hadas. Pero lo que maravilló a Betty no fue el edificio sino el precioso jardín que lo envolvía, revosante de flores y plantas por cada rincón.
Bajó del coche y, sin quitarle ojo a Isabel, que jugueteaba en el carro con su chupete, llamó a la puerta.
B: buenos días. ¿Podría hablar con el señor Mendoza, por favor, con don Roberto Mendoza?.
H: pase por aquí... ¿Quién desea verlo?.....
B:.........
Pero no hizo falta que contestara...
R: Beatriz, qué sorpresa verla aquí, pero pase, pase -dijo mientras bajaba por las escaleras del recibidor.
B: mucho gusto en volver a verlo don Roberto. Verá...yo venía pq mi padre, en su testamento, dejó algo para usted y venía a entregárselo...
R: no, Beatriz, vea yo no necesito nada.
B: no, no, no se preocupe... no es nada valioso materialmente... es un recuerdo que mi padre quiso que usted guardase en honor a la amistad que los unió en el último año.
R: está bien Beatriz...-dijo emocionado e intrigado por saber de qué se trataba.
Se dirijieron al carro de Betty y del maletero sacaron un amplio baúl, que don Roberto y el mayordomo cargaron hasta el salón mientras Betty cogía en brazos a Isabel y los acompañaba. Cuando entraron se encontraron con doña Margarita y Armando, sorprendidos por la situación y la presencia de Betty y la niña en su casa.
DM: ¿qué pasa Roberto, qué es eso que cargan?.
B: (viendo que don Roberto apenas atendía a nada que no fuera el baúl): es un recuerdo que mi padre quiso que conservase don Roberto, como agradecimiento por la amistad y los buenos momentos que compartieron- dijo pausadamente y mirándolos con una pequeña sonrisa.
Doña Margarita y Armando saludaron entonces a Betty cortesmente. Doña Margarita iba a preguntarle quién era esa precisiadad de bebé que cargaba pero las palabras de don Roberto la interrumpieron.
R: (con lágrimas en los ojos y cogiendo algo de dentro del baúl) su colección de tangos....
B: (también emocionada) sí, su adorada colección de tangos, era su mayor orgullo. Tanto mi madre como yo estamos de acuerdo en que usted mejor que nadie sabrá valorarla.
Y cogiendo uno de los discos, don Roberto se acercó a la cadena musical y puso la aguja a girar. Las notas de un tango empezaron a llenar los rincones de la casa mientras todos observaban expectantes lo que ocurría...
DR: Margarita, con tu permiso. Beatriz, me concede este tango.
Doña Margarita asintió con una sonrisa y cogió de los brazos de Betty a Isabel. Betty sonrió y aceptó la mano que le tendía don Roberto.
DR: se equivoca Beatriz, su mayor orgullo era usted -y cogiéndola por la cintura sus cuerpos se acoplaron con delicadeza para seguir la cadencia de la música. Por unos minutos se trasladaron del amplio salón de la mansión de los Mendoza a un viejo bar de Buenos Aires, donde la música sonaba en un viejo tocadiscos y la gente fumaba y bebía para soñar vidas mejores.
Don Roberto y Betty bailaban sin dejar de mirarse con un pequeña sonrisa de complicidad pero totalmente entregados al ritmo de la canción. Doña Margarita, sorprendida por lo bien que lo hacían, se sintió orgullosa de ese hombre que a pesar de los años mantenía ese atractivo que la había cautivado cuando lo conoció.
Por su parte, Armando estaba embobado mirando a su Betty. Cuando la vió entrar en casa, un escalofrío recorrió su cuerpo. La vió tan bella, tan bella como jamás la había soñado. Pero lo que más le pertubó no fue su belleza, sino la paz, la serenidad que desprendía todo su cuerpo, en cada movimiento, en cada gesto, con su sóla presencia, con su sola mirada. En esos ojos profundos en los que tiempo atrás había perdido el rumbo de su vida y en los que ahora ya no quedaba la rabia hacia el mundo y el dolor que tenían tiempo atrás. Pensó que esa tranquilidad sólo la podía dar la felicidad y le dolió en el alma pensar que su Betty había podido encontrarla lejos de él... Siguió con detalle cada movimiento de su padre y ella bailando y por un momento, su imaginación le llevó a pensar que era el quien la tenía entre sus brazos y la agarraba bien fuerte para que jamás se le fuera a marchar...
La canción acabó entre los aplausos de Armando y doña Margarita.
R: Beatriz, baila usted muy bien -le dijo mientras besaba su mano- ha sido un auténtico placer compartir esta canción con usted.
B: no, el placer a sido mío -dijo ruborizada pero sonriendo.
DM: no sea modeta Betty, ha sido la mejor pareja de tangos que ha tenido mi marido nunca. Sino fuera pq confío en usted estaría celosa. Pero cuéntenos, donde ha aprendido a bailar así y quién es esta preciosidad de bebé....
R: Por qué no se queda a tomar con nosotros un café y nos cuenta Betty, por favor.
Betty no tuvo más remedio que aceptar y los cuatro se dirigieron a la terraza del jardín donde le sirvieron el café. Armando permanecía callado, por miedo a estropear el momento, pero no así doña Margarita que, con la niña en brazos, atosigaba a Betty a preguntas, no tanto por satisfacer su propia curiosidad, que la tenía, como porque sabía que su hijo estaba deseando saber qué había sido de su vida en el último año y no se atrevía a preguntar.
B: Bueno, aprendí a bailar tangos en Buenos Aires, donde vivo ahora. Voy a clases de baile con Javier, el hombre que me acompañaba en el funeral, no sé si se acuerdan...
Armando apenas conseguía mirarla a la cara, pero escuchaba con sumo interés cada palabra, aunque temía lo que le podrían descrubrir cada una de ellas.
Doña Margarita (con la niña en brazos): ¿y esta preciosidad quién es, su ahijada?
B (con una sonrisa): no, no, es mi hija, Isabelita.
Don Roberto, doña Margarita y Armando quedaron perplejos, fijando sus miradas en la niña y sin saber muy bien qué decir...
DM: disculpe Betty, pero no sabíamos nada, nadie nos comentó...
R: no entiendo, ¿cómo puede ser que nadie nos dijera que había tenido un hijo, ni don Hermes, ni Nicolás, ni su madre?. Con todo el tiempo que compartimos en Ecomoda y fuera, es imposible que algo así se nos hubiera pasado por alto.
B: (cogiendo a la niña, que Armando miraba fijamente sin decir palabra, de los brazos de doña Margarita) no fue su intención ocultarles nada, lo que ocurre es que las circunstancias en las que nos enteramos de mi embarazo no fueron las mejores... yo apenas me había repuesto de todo lo que había vivido en Ecomoda, estaba empezando una nueva vida, el padre de la niña no me amaba... En fin, no era fácil ni para mi ni para mi familia... y por eso hicimos todo con discreción, ellos sufrieron mucho al principio, ya sabe cómo era don Hermes..., aunque con el tiempo comprendieron que este bebé era un regalito del cielo. ¿Verdad mi muñequita linda?- dice mientras hace carantoñas a su bebé.
DM: y entonces ¿el padre...?- a doña Margarita le podía más la curiosidad que el temor a llevarse una mala contestación por ser indiscreta.
B: Javier ... iba a contestar pero alguien la interrumpió.
Armando había escuchado en silencio cada palabra de esa conservación. La voz de Betty, su perfume, sus gestos calmados y tranquilos, su serenidad, su presencia lo tenían totalmente embriagado desde que la vio entrar por la puerta. Tenía tanto miedo de decir o hacer algo que la alejase de nuevo de él... Pero desde que Betty dijo que Isabel era su hija, él no dejó de mirarlas en silencio y ese miedo se fue disipando y lo sustituyó una gran seguridad.
A: Betty, me permite cargar un poco a la niña- dijo dulcemente mientras se levantaba y extendía los brazos hacia ella para que le diese a Isabel.
B: yo no sé si....- no contaba con esta reacción de Armando y estaba desconcertaba.
A: por favor- dijo con firmeza frente a sus reticencias.
B: está bien...- y le puso a Isabelita en brazos.
A: venga acá mi niña preciosa- estaba tan emocionado que apenas podía hablar cuando recibió a su hija en brazos.
Betty, don Roberto y doña Margarita se quedaron en silencio, desconcertados por el comportamiento de Armando. Roberto miró a su esposa buscando una explicación, doña Margarita bajó la mirada, por unos momentos cerró los ojos, y levantándose le dijo a su marido que necesitaba que le ayudase con algo dentro de casa y salieron de la terraza.
Armando sólo tenía ojos para aquella cosita chiquita que ahora sostenía en sus brazos delicadamente, como si fuera lo más importante de su vida. No se acordaba de haber cogido nunca a un bebé y tenía miedo de que aquella muñequita tan pequeña se le escurriese entre los brazos y por eso la apretaba contra su pecho, con la cabecita apoyada en su cuello. Acariciaba su pelo y su cuerpecito como si no creyese que era real...
A: (con las lágrimas cayendo por sus mejillas): mi amor, mi pequeña, su papá ya está aquí para cuidarla, ah, me oyó, mi princesita bella...
Betty casi se desmaya al oír eso. No sabía qué hacer, ¿cómo era posible que estuviese tan seguro de que era su hija?, nadie le había dicho nada. Dios, qué iba a hacer ahora!!!!! Esto no estaba en sus planes, esto tiraba debajo de nuevo su vida. Por un momento, pensó en decirle que él no era el padre, que tras su engaño ella había estado con otra persona, pero al empezar a hablar y cruzarse con la mirada de Armando no pudo, no pudo hacerlo, a pesar de todo lo que eso significaba.
B: Armando....
A: shhhhhh...........no digas nada Betty, por favor, no más... le dijo con los ojos cerrados y abrazando a la niña.
Betty no pudo ir contra esa súplica, contra esa mirada llena de ilusión, y se dejó caer en el asiento, abatida por los sentimientos que golpeaban su corazón y su cabeza y se quedó allí, sin reaccionar, emocionada viendo como Armando, con las mejillas llenas de lágrimas y una gran sonrisa en los labios, paseaba con Isabel acurrucada entre sus brazos por el jardín y la besaba.
Durante el embarazo, Betty no pudo evitar pensar varias veces en cómo sería este encuentro entre padre e hija, pero ni en sus mejores sueños se imaginó a un Armando tan tierno y entregado. Y estaba tan bello, pensó.... Algo más delgado que hace un año, pero igual de atractivo, con su preciosa sonrisa, sus hoyuelos, su mirada ilusionante, su aroma... y recorrió su cuerpo de arriba abajo con la mirada, reconociendo al hombre que tanto había amado y deseado. Y le gustó verlo vestido informal, sólo con unos vaqueros y un jersey de lana color crudo, que le daban un aspecto muy hogareño.
Don Roberto y doña Margarita miraban desde la ventana de la cocina a Armando con la niña en brazos. Don Roberto había escuchado estupefacto como su esposa le contaba lo que había pasado entre Armando y Betty y que ella conoció de boca de Marcela después de la fatídica junta de Ecomoda. Don Roberto entendió entonces muchas cosas... pero sobre todo encontró una explicación a la tristeza que se había apoderado del alma de Armando el último año y que tanto le preocupaba.
DR: ¿y pq no la buscó y le dijo toda la verdad, que se había enamorado de ella en ese sucio juego, pq no me dijo nada?, yo hubiera intentado ayudarlo...-dijo con rabia.
DM: él estaba destrozado, estaba seguro que ella no le creería, que la había perdido para siempre, nadie le daba noticias de ella, se sentía derrotado y sin fuerzas para seguir viviendo... Por eso se refugió, primero en el alcohol, y luego en el trabajo para tener por lo menos tu perdón y resarcirte por la decepción que te causó... Por eso no te contamos nada, él no quería que empeorase la imagen que ya tenías de él... Y dejó que el tiempo curase las heridas confiando en que el destino, y su constancia, le darían una segunda oportunidad con Betty. Y aquí está la oportunidad, nuestra primera nieta, Roberto, pq no hay duda de que es hija de Armando, hasta tiene sus hoyuelos- y una gran sonrisa iluminó la cara de doña Margarita.
Don Roberto la abrazó y juntos se quedaron un rato contemplando con emoción la escena de Armando con su hija en brazos.
DR: Nuestra nieta, Margarita, la hija de Armando y Betty. Ojalá todo salga bien... ojalá.
DM: todo saldrá bien, ya verás, estoy segura.
Betty observa callada cómo Armando está embobado con su niña y empieza a pensar en las consecuencias que todo lo que ha ocurrido esa mañana va a tener en su vida, en la de Armando, en la de Isabel y en la de Javier.
Armando ve la mirada abatida de Betty y va a su lado con Isabel en brazos.
A: Beatriz, yo no es pq sea su padre, pero creo que nuestra niña es el bebé más bello del mundo- dice con los ojos llenos de ilusión y una gran sonrisa a la que Betty no puede decir que no.
B: yo ya lo llevo diciendo desde que nació pero nadie me hace caso...-le responde cómplice.
A: pues nada, ya tenemos modelo para la próxima colección de Ecomoda.
Los dos se ríen nerviosos, temerosos de cómo se desarrollen las cosas a partir de ahora. El silencio hace mella y es Isabel quien lo rompe con su llanto. Armando la acuna pero ella sigue llorando.
B: doctor, deme a la niña, que tiene hambre.
A: mi cielo, no llores más, que ya ahora su mamá le da su comidita, si?- le dice a la niña mientras la colma de mimos.
B: ven mi amor, que usted debe estar hambrienta.
A: Betty, ¿y trajo la comida de la niña?. Pq sino se la voy a comprar un momento. Usted dirá...
B: no, la niña todavía es muy chiquita, no llega a los dos meses, y prefiero darle el pecho mientras pueda.
A: ah, entonces las dejo- dijo algo cohibido por la situación mientras se levantaba torpemente para irse.
B: no se preocupe- le dice con una sonrisa sincera- se puede quedar, claro, si le apetece... no me molesta que vea. A fin de cuentas usted la engendró, con lo cual ya que más da, a estas alturas no vamos a ser tan pudorosos...-dijo sin darle más importancia al asunto.
Y mientras Betty decía esto se estaba desabotonando la camisa para darle el pecho a Isabel. Armando se sentó a su lado y miró la escena emocionado sin decir nada. No pudo evitar fijarse en el pecho de Betty y pensar que apenas conocía ese cuerpo que tan sólo había poseído en la oscuridad. Y sintió deseos de volver a tenerla entre sus brazos, pero esta vez para conocer a la perfección cada rincón de ese cuerpo que tanto deseaba. Betty notó como la mirada de deseo de Armando le quemaba la piel y no pudo evitar sonrojarse. Armando lo notó y sonrió por volver a ver a su Betty de siempre. Para no molestarla más, dejó a un lado esos pensamientos y se centró en mirar a su niña. Verla allí tan pequeña e indefensa, aferrada al pecho de su madre, le conmovió el alma y le dolió pensar en todos los momentos que había perdido de compartir con ellas. Y en silencio unas lágrimas recorrieron sus mejillas.
A: gracias Betty, gracias por dejarme compartir este momento con ustedes. Gracias por darme una hija.- le dijo mientras acariciaba la cabecita de Isabel.
B: no, gracias a usted, que me dio un motivo para vivir y seguir adelante, esta preciosidad... A pesar de todo lo que pasó entre nosotros, este es el mejor de los regalos que he recibido en mi vida.
Los dos se miran tiernamente, entonces suena el teléfono móvil de Betty. Armando se lo acerca a Betty, que sigue amamantando a la niña.
B: aló... es que pasó algo imprevisto... luego te cuento... sí, ya voy para casa....espérame.
Betty acabó de alimentar a la niña y al ver la tristeza de Armando desde la llamada le dijo.
B: ¿Armando, ocurre algo?.
A: (mirándola fijo a los ojos, muy serio) tenemos que hablar, hay muchas cosas que debemos aclarar, por el bien de los tres. No te vayas ya por favor, yo sé que tu rehiciste tu vida en otro lugar, con otra persona, pero esto lo cambia todo, todo...-decía atropelladamente.
B: a ver, a ver, por partes. Relájese, aún no regreso a Buenos Aires. He decidido quedarme unas semanas en Colombia, mientras mi madre se recupera de la muerte de papá y decide qué va a hacer de su vida. La llamada que recibí ahora era suya. Se va unos días al pueblo, con una hermana suya, y tengo que ir a llevarla a la estación de autobuses y despedirme.
Ar: ¿y él...?
Be: supongo que se refiere a Javier... Aunque no tendría pq decirle nada, le aclararé que él se ha ido esta mañana a Buenos Aires. Cuando llegué a aquí venía de despedirlo en el aeropuerto.
Armando se llena de esperanza al imaginar q va a tener a las dos mujeres más importantes de su vida de nuevo a su lado, o por lo menos en la misma ciudad y localizables. También piensa que, con Javier lejos, va a tener un oportunidad para luchar por conseguir el perdón de Betty y reconquistarla.
Ar: como ya le dije Betty, necesitamos hablar. Le parece si esta noche la invito a cenar?. Donde quiera, al Le Noir, al Mesón de San Diego, o a mi apartamento... lo que usted quiera.
Be: sí, es cierto, tenemos mucho que hablar. Pero mejor será que venga usted a cenar a casa de mis padres, no quiero dejar a la niña sola, es muy chiquita todavía.
A: por mi perfecto. Yo llevaré el postre. ¿A que hora voy?
Be: a partir de las cuatro voy a estar en casa, que tengo muchas cosas que hacer, así que cuando usted quiera.
Ar: perfecto, sino le importa iré sobre las cinco, para estar con Isabel antes de que la acueste y luego le ayudo a preparar la cena.
B: el doctor Armando Mendoza en la cocina, eso no me lo pierdo por nada del mundo- dice con una sonrisa cómplice. Bueno, Isabelita llegó la hora de q se despida de su papi, que nos tenemos que ir.
A Armando esas palabras lo llenan de ilusión y coge a la niña en brazos para darle un último achuchón. Se la devuelve a Betty y las acompaña hasta el coche. Betty le dice a Armando que la despida de sus padres, ya que se va si decirles nada.
B: hasta después entonces. Chao doctor.
A: hasta luego, allí estaré- y mientras ella sube al coche Armando le da un beso de despedida en la mejilla. Beso a la que los dos no dan aparentemente importancia, como si fuese un beso de despedida normal, pero que sin embargo ha removido sus corazones.
Betty se va en el coche y toca con su mano la mejilla donde él la había besado y Armando, entrando en la casa, pasa los dedos por su labios. Betty sonríe y Armando da saltos de alegría. Don Roberto y doña Margarita salen a recibirlo sonriendo y aunque saben lo que ha ocurrido quieren que Armando sea el que les confirme la noticia.
DR: hijo, ¿qué pasa, pq tanto alboroto?.
A: ustedes no se hagan los desentendidos, que yo bien los vi cuando miraban desde la ventana de la cocina. Vengan acá darme un abrazo que ya soy padre y ustedes abuelos- les dice con una gran sonrisa.
DR: hijo, tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti. Serás un excelente padre y marido, no cabe duda.
A: eso ahora sólo depende de que Betty me acepte...
DM: si confías en mi intuición, te diré que yo creo que esa mujer te sigue amando... pero bueno, yo lo que quiero ahora es abrazar cuanto antes a mi primera nietita, ¿cuándo la podremos ver?
A: esta tarde voy a estar con ellas. Cenaré con Betty en casa de sus padres y hablaremos de todo...Voy a poner todo de mi parte para arreglar el pasado, conseguir su perdón y empezar de nuevo con mi familia, con mi mujer y mi hija. ¿Qué bien suena verdad?. Ay, han sido demasiadas emociones, estoy nerviosísimo, espero hacer bien las cosas...
Y así se fueron a brindar los tres por la llegada de un nuevo Mendoza a la familia. Luego Armando se fue a duchar y prepararse para ir a las cinco a casa de Betty.
Las horas van pasando y Armando se pone cada vez más nervioso pensando en la cita que tiene con Betty y con su hija en casa de doña Julia. Después de cambiarse varias veces de ropa decide ir informal, con unos pantalones de lino de color crudo y una camisa blanca que resalta su piel morena.
Llega la hora de marcharse, pero antes de irse Armando coge de la bodega de la casa una botella de vino para llevar a la cena. Sus padres observan entre risas lo nerviso que está su hijo, y se pregunta donde está el Armando que dirige una de las empresas más importantes d Colombia sin que le tiemble el pulso.
DR: Armando, pareces un quinceañero enamorado. Por favor, relájate.
DM: haz caso a tu padre, hijo. Ni que fuera tu primera cita. Ya verás, todo saldrá bien. Ve junto a Betty y haz lo que sea, pero yo quiero ya aquí a mi nieta, me oyes- le dice con una gran sonrisa.
A: ojalá todo vaya bien. Estoy muy nervioso. Esta noche va a decidir mucho en vida. Bueno, ahora me tengo que ir, mañana les cuento. Y no me esperen levantados...- dice con una sonrisa pícara que le marca sus hoyuelos mientras se va.
Mientras tanto, Betty se había encargado de llevar a su madre a la estación de autobuses, pues se iba unos días a casa de una hermana. Aunque Betty no le comentó lo sucedido a doña Julia para no preocuparla, su madre la notó rara.
DJ: Bettica, yo casi mejor me quedo aquí con usted, yo no la veo bien. ¿Pasa algo que yo no sepa, mija, dígame?
B: Váyase tranquila mami, no es nada grave, ya le contaré cuando regrese. Lo importante es que usted se distraiga, todo está bien, se lo prometo.
Tras dejar a su madre camino del pueblo, Betty realizó unas compras y volvió a su casa. Y fue entonces cuando por primera vez se paró a pensar en todo lo que había pasado. Le daba miedo el nuevo rumbo que estaba tomando su vida, pero sabía que era inevitable y prefirió dejar que las cosas sucedieran de modo natural. ¿De qué servía hacer mil planes y tomar mil decisiones si luego el destino jugaba con su vida a su antojo, como tantas veces...?.
Llamó por teléfono a su casa de Buenos Aires, necesitaba hablar con Javier, pero nadie le contestó, así que encendió el ordenador, dejando a la niña acostada a su lado en el sofá. No quería pensar en la conversación pendiente que iba a tener con Armando. Y se puso a trabajar. Con todo lo que había ocurrido desde la muerte de don Hermes, Betty no había tenido tiempo de entrar en Internet y poner capítulos nuevos en una foronovela que escribía sobre una telenovela que le había encantado y con la que se sentía muy identificada. (¿A qué no adivinan cual es?). Entró en su foro, colgó un capítulo nuevo, y leyó los nuevos que había en los demás foros. Disfrutaba tanta con esas historias tan bellas que el tiempo se le pasó volando, hasta que el timbre la devolvió a la realidad. Se arregló algo el pelo, tomo aire y abrió la puerta.
A: Buenas tardes Betty- dijo dulcemente.
B: Que tal don Armando- le contestó muy serena mientras lo invitaba a pasar.
A: (dándole un precioso ramo de flores de diferentes colores y fijándose en lo preciosa que estaba su Betty) espero que le gusten... También traje vino para la cena y algo que quiero que tenga nuestra hija. ¿Será q puedo verla o está dormida ya?.
B: No, no, está despierta, y muchas gracias, no tenía pq molestarse en traer nada- dijo distraídamente mientras se fijaba en lo atractivo que estaba Armando y se dejaba envolver por ese perfume que tantos recuerdos le traía....
Pero pronto vuelve a la realidad e invita a Armando a pasar al salón, donde está isabel. Él la coge en brazos mientras Betty abre el regalo que le trajo a la niña.
A: es Espinqui, mi peluche favorito cuando era pequeño. Está un poco gastado, pero para mi tiene muchos recuerdos que lo hacen especial, y me gustaría que Isabelita lo tenga.
B: la verdad, es que doctor usted es una caja de sorpresas. Muchas gracias, le va a encantar.
A: gracias Betty... ¿Le puedo pedir un favor?. Me gustaría que de una vez nos tuteásemos, a fin de cuentas ya somos padres de una niña en común...- le dijo con una gran sonrisa.
B: tiene razón doc.., Armando... Bueno, tengo que preparar a la niña para acostarla, si me quiere ayudar...
A: me encantaría... aunque no se nada de bebés...
B: no te preocupes, yo tampoco sabía hasta hace algunos meses.
Juntos se van a bañar a Isabelita. Armando, con mucha ilusión, se hace cargo mientras Betty le va diciendo lo que tiene que hacer. Al ver que Armando está disfrutando tanto haciendo de padre, se va a su habitación para preparar la ropa de la niña y deja que los dos se conozcan a solas. Cuando a Armando le toca colocar el pañal y vestir a la niña, la cosa se complica y Betty se acaba riendo a carcajadas, al igual que Armando, por su torpeza. Los dos disfrutan de esos momentos como si no hubiese un pasado en común que los aparta.
Betty da el pecho a la niña antes de acostarla, mientras Armando las mira pensando en todo lo que daría por quedarse allí para siempre con ellas y formar una verdadera familia. La acuestan en su cuna y Armando se la come a besos (a la niña, no nos hagamos ilusiones...) antes de dejarla dormir tranquila.
A: ¿que linda es verdad?, mi angelito.
B: sí, ahí sí tuvimos suerte, salió idéntica a su padre- le dice con risa de pato.
A: no digas eso Betty, usted, tu eres la mujer más hermosa que he conocido- le dice mirándola fijamente a los ojos.
B: el amor de padre ya te ciega Armando, jaja.
Van a salir de la habitación de Betty cuando... (no pensaréis que voy a desaprovechar la ocasión, vamos, que no soy tan mala...)
B: Armando, pero si tienes la camisa empapada de bañar a la niña!. A ver, sácatela (eso, eso), que como te quedes con ella te vas a resfriar. Seguro que tengo algo por aquí que te pueda servir.- dijo mientras rebuscaba entre las cosas del armario de su cuarto. Y cuando se dió la vuelta se encontró de frente con el torso desnudo de Armando. Los dos se quedan mirando fijamente, llenos de deseo pero también de temor y desconcierto. No se dicen nada. Ella se ruboriza y Armando sonríe marcando sus hoyuelos al ver cómo ella se sonroja. (Betty, mi Betty, sigues siendo la dulce Betty de siempre..., piensa Armando).
Como puede Betty se acerca a él y le da una camiseta que ella utiliza para dormir. Cuando se la da, Armando, decidido, le coge la mano, la atraer hasta pegarla a su cuerpo, Betty se deja embriagar por su calor y su aroma, y sin pensarlo la besa con toda la ternura y la firmeza de la que es capaz. Betty pensó en resistirse, pero su cuerpo y su corazón era más fuerte que su cabeza y se entregó a ese beso, que poco a poco se iba convirtiendo en fuego y tambaleaba sus cimientos.
POR UN BESO DE TU BOCA, de David Bustamante:
EN TU BOCA ME QUIERO ESCONDER (PARA SIEMPRE)
DARLE LA SEMILLA DEL QUERER. (A TU VIENTRE)
QUIERO TU FIGURA CABALGAR (SIN CENSURA)
Y EN UN BESO TE QUIERO LLEVAR (A LA LUNA)
DE TUS LABIOS QUIERO SABOREAR, ESA AGÜITA TIBIA QUE ME DAS.
DEJA MI PASIÓN EN LIBERTAD Y HUMEDECE MI FELICIDAD.
DE NARANJA QUIERO COLOREAR (TU SONRISA).
Y DE HIERBABUENA PERFUMAR (TUS DELICIAS)
Los dos se devoraban con pasión, con desespero, necesitaban reconocerse y decirse todo lo que guardaban sus almas y que les estaba corroyendo la vida. Armando la abrazó con fuerza contra su cuerpo y fue descendiendo sus besos urgentes por el cuello de Betty, haciendo suyo cada rincón, para volver a apropiarse de su boca y mirar cómo ella se entregaba. El placer de su rostro le dió fuerzas suficientes para atreverse a cargarla en brazos y llevarla hasta la cama sin dejar de besarla. Allí la depositó suavemente, pidió su consentimiento con la mirada y encima de ella siguió devorando ese cuerpo que tanto deseaba.
YO QUIERO ATRAPARTE, ACORRALARTE EN MIS DESEOS.
(POR UN BESO DE TU BOCA)
YO ME MUERO.
(TU CINTURA ME PROVOCA)
DESESPERO.
(TIENES DOS ADORNOS LINDOS)
EN TU PECHO.
(DULCES COMO TAMARINDOS)
QUE ME APROVECHO. (BIS)
Betty quería morirse en sus brazos y Armando quería llenarla de placer y demostrarle cuánto la amaba. Y así, él fue descendiendo sus besos hasta llegar al inicio de sus pechos, dudó un momento, miró a Betty y al ver su cara de placer siguió su recorrido. Con delicadeza fue devorando cada seno hasta hacer gemir a Betty de placer y ver sus pezones duros. Entonces volvió a tomar su boca mientras con las manos masajeaba los senos de Betty.
QUIERO DESNUDAR TU CORAZÓN
PARA TU SECRETO CONOCER
PORQUE TÚ ERES UNA EN UN MILLÓN,
ERES UN TESORO HECHO MUJER.
DE TU ENCANTO YO QUIERO BEBER (Y EMBRIAGARME).
DESLIZARME TODO POR TU PIEL (Y ADMIRARTE).
QUIERO SER EL NIÑO QUE DESCUBRE TUS PASIONES.
Betty aprovechó la ocasión para ser ella la que llevara la iniciativa y giró el cuerpo de Armando para ponerse ella encima. Verla sobre él, dispuesta a amarlo hasta el agotamiento excitaba todavía más a Armando, que se rindió a los deseos de su amada. Betty fue recorriendo ansiosa el cuerpo de Armando, besando su boca, su cuello y devorando cada rincón de su torso. La cara de placer de Armando la invitaba a seguir, el suplicaba que siguiera, y poco a poco fue descendiendo por su cuerpo... Armando ya no aguantaba más, llevaba demasiado tiempo esperando ese momento, esperando volver a tenerla, volver a hacerla suya, únicamente suya... Así que se incorporó para encontrarse de frente con la mirada de Betty y empezar a desnudarla y desnudarse.
Mientras seguían con su ritual de pasión empezó a sonar el teléfono en el salón, ellos lo ignoraban, no querían parar porque tal vez luego no tuvieran valor para volver a empezar... Pero Isabelita se despertó con el ruido del teléfono, que no paraba de sonar, y lloraba y lloraba...Y a Betty no le quedó más remedio que deterner su recorrido por el cuerpo de Armando.
A: no Betty, no me pidas que pare porque no puedo, por favor- le dijo con voz ronca de pasión.
B: lo siento..., tengo que atender, puede ser algo importante...- y diciendo eso se puso la camiseta, cogió a la niña en brazos para calmarla y bajó a atender el teléfono, dejando a Armando hecho polvo en la cama.
A: Diosito, pq me haces esto, anda pon algo de tu parte, por favor, que esta mujer me tiene loco- dijo mientras miraba al cielo y se dispuso a vestirse y ver quien era el que llamaba.
(POR UN BESO DE TU BOCA)
YO ME MUERO.
(TU CINTURA ME PROVOCA)
DESESPERO.
(TIENES DOS ADORNOS LINDOS)
EN TU PECHO.
(DULCES COMO TAMARINDOS)
QUE ME APROVECHO. (BIS)
(POR UN BESO DE TU BOCA...)
Betty coge a la niña en brazos para calmarla y baja al salón a coger el teléfono.
B: Aló?
Voz: Aló, ¿mami, eres tú?-contestó una voz de niña al otro lado del teléfono.
B: sí mi cielo, ¿qué tal estás? Ay, que ganas tenía de oírte...
Armando, que en ese momento estaba entrando en el salón, se queda parado, con la cara descompuesta por lo que acaba de escuchar.
Voz: yo también... Papi me dijo que te llamara, porque él se ha quedado sin batería en el móvil y está en una reunión en el banco, y por eso no se pudo comunicar contigo desde que llegó. Me pidió que te dijera que el viaje fue bien y que ya te hecha mucho de menos, como yo...
B: mi vida, yo también te hecho mucho en falta... te quiero mucho, ya lo sabes, pero pronto estaré de vuelta en casa. Pero cuéntame, que tal todo por ahí....
Betty seguía escuchando mientras se levantaba para mecer a Isabelita, que ya estaba más calmada. Entonces chocó de frente con la mirada de celos y dolor de Armando. Pero ella bajó la mirada y siguió con la conversación un rato...
B: Bueno mi amor, pórtese bien y cuídeme de su papi, que ahora es usted la mujercita de la casa. Ya los llamo yo mañana... Su hermanita, que está muy chillona y no para de llorar, también le manda un besote. Chao, mi cielo.
Esta despedida barrió la mirada de celos de Armando y la sustituyó por otra de desconcierto. No entendía lo que estaba pasando.
A: Betty....- le dijo entre súplica y reproche.
B: Voy a acostar a Isabelita y hablamos, ya- le dijo tajante.
Armando se sentó en el sofá intentando encontrar sentido a lo que había escuchado y al rato Betty regresó.
B: Armando, volvamos a empezar la noche sí, como si tu acabases de entrar por esa puerta y nada hubiese pasado. Hagamos las cosas bien por una vez en nuestra vida, por favor...
A: (que olvide qué, ni lo sueñes, lo que pasó en tu habitación lo deseabas tanto tu como yo, aún me amas, lo sé..., ahhhh me vas a volver loco) Está bien Betty...- dijo resignado, sabiendo que llevándole la contraria a una mujer tan tozuda no iba a conseguir nada bueno.
Armando y Betty se dispusieron a preparar la cena como si fueran una pareja más, mientras conversaban.
B: ya sé que estás esperando que te explique qué ha sido de mi vida durante este último año, pero las damas preguntan primero, así que te tocó empezar a ti. Cuéntame, soy toda oídos...- le dijo con una sonrisa pícara a la que Armando no se pudo negar, por mucho reproches y dudas que atormentaran su mente.
A: con una condición. Sólo quiero la verdad, la de los dos, por mucho que duelan las cosas. Yo no quiero más malentendidos entre nosotros, por favor. Necesito que escuches y creas lo que te tengo que contar, aunque eso no arregle las cosas entre nosotros.
B: prometido- le dijo mientras cerraba los ojos por un momento y se disponía a escuchar cosas que sabía iban a remover los cimientos de su alma y de su actual vida. Los dos se sentaron en la mesa, sin mirarse a los ojos, mientras la comida se hacía en el horno.
A: bueno...,uf, por dónde empezar...- se quedó un momento pensando en las consecuencias iban tener las palabras que pronunciase, pero ya no había vuelta atrás y empezó a desnudar su alma para Betty. Sí... empezaré por los celos, por los malditos celos.... todo estaba bien hasta que la cercanía de Nicolás Mora empezó a crear dudas en Mario y en mi sobre si habíamos hecho bien en poner Ecomoda en tus manos. Yo confiaba ciegamente en su lealtad hacia mi, pero saber que tal vez Nicolás era más importante que yo para ti me atormentaba y dejé que Mario envenenase mi cabeza con temores sobre la empresa, aunque yo a quien temía perder era a ti. Un día él me propuso enamorarte para mantener la empresa segura y yo, aunque al principio dudé, acabé aceptando. Y sabe, al final creo que fue la mejor decisión que pude tomar en mi vida. Porque poco a poco tus besos, tus caricias, tu amor incondicional hacia mi, tu pasión... despertaron mi corazón para amarte como nunca había amado a nadie y como nunca volveré a amar. Reconozco que al principio te besaba obligado y las tarjetas te las escribía Mario, no yo. Pero las cosas cambiaron... la primera vez que hicimos el amor (Betty se sonroja al oírlo y se mueve incómoda en la silla mientras Armando habla con la mirada fija en ella) para mi fue algo especial, tan dulce..., sin yo siquiera saberlo ya te empezaba a amar y mi cuerpo lo reconoció antes que mi razón. Después de eso no fui capaz de estar con ninguna otra mujer, ni siquiera con Marcela. Y la segunda vez ya fue la confirmación. Esa vez, aunque no me creas, te hice mía con todo el amor de mi alma, nunca había amado y ni me habían amado con tanta entrega como esa noche. Pero cuando por fin estoy seguro de mis sentimientos hacia ti, cuando soy yo el que empieza a escribirte las tarjetas, cuando deseo con toda el alma tenerte a mi lado día y noche para amarte, aparece otra vez Nicolás y los celos me matan. Porque fue por temor a perderte a ti y no a la empresa por lo que te celé con Nicolás. Y bueno, el día de la Junta, yo iba decidido a dejar a Marcela y empezar una nueva vida a tu lado, pero Mario me convenció de que antes de hacerlo te enviara lejos una temporada, y pensé que era la mejor idea, no para librarme de ti, como tu piensas, sino para protegerte de los ataques de los demás cuando conocieran la verdad.
B: (mirándole fijamente a los ojos): ¿en verdad te enamoraste de mi, de Betty la fea?- le preguntó con los ojos llenos de lágrimas por lo que acababa de escuchar.
A: (devolviéndole la mirada llena de amor y decisión) con toda mi alma- le contestó mientras las lágrimas seguía recorriendo sus mejillas.
Y cada uno buscó en la mirada del otro una verdad que ya anidaba en sus corazones.
A: (secando con sus pulgares las lágrima del rostro de Betty, lo que provoca una descarga de energía entre los dos) esperé tanto por este momento, que me parece mentira que estemos aquí, los dos, me parece un sueño del que nunca quisiera despertar....
B: ¿y que pasó tras mi marcha? Por qué no me buscaste si tanto me amabas- le reprochó pensando todavía en lo que acababa de escuchar y apartando su rostro lejos de las manos de Armando.
A: (calma hermano, no se precipite o lo va a estropear todo) Sí la fui a buscar. Pero sus padres y Nicolás me dijeron que se había ido y que no me dirían donde estaba. La esperé día tras día, pero no llegaba, estaba hundido pensando en el dolor que le había causado y en que había perdido a la mujer de mi vida. Todos me envenenaban contra ti, me decían que no eras el ángel que yo pensaba y me atormentaban. Fui de bar en bar intentando calmar mi dolor, pero no era suficiente, y una noche busqué la muerte peleándome con unos tipejos que no tenían culpa ninguna de mi pena. Marcela vino a recoger los pedazos que quedaban de mi y quiso que volviéramos a estar juntos, pero ya no era posible, cogí mis cosas y me fui para mi apartamento. Esto fue la gota que colmó la paciencia de mis padres, que me repudiaron por todo lo sucedido. Yo seguí esperando tu regreso día tras día, hasta que vino tu padre y Nicolás con el poder que les diste y se hicieron cargo de la parte financiera de la empresa. Me dejaron bien claro que jamás tendría noticias tuyas por ellos y a partir de entonces me dediqué por completo a la empresa, con la esperanza de que si algún día volvieses te encontrarías a un Armando nuevo, del que te pudieras sentir orgullosa y al que pudieras perdonar algún día y tal vez volver a amar. Tu no regresaste pero al menos, con el tiempo, mis padres compredieron así que había cambiado y madurado y me perdonaron.
B: y no as rehecho tu vida al lado de ninguna mujer....- le preguntó bajito, como temiendo la contestación.
A: no, mi corazón hace tiempo que ya tiene dueña, tú. Y mi cuerpo sólo te desea a ti, a tus besos, a tus caricias, al calor de tu piel. Aunque no me creas ya te dije que desde que estuvimos la primera vez juntos no he vuelto a estar con nadie. Yo sé que son muchas cosas, que hubo muchos malentendidos entre los dos, pero ya irás comprobando que todo lo que te he dicho es verdad...
B: está bien, no vamos a discutir por eso, pero entiende que me resulta tan difícil creer todo eso. Todo lleva su tiempo. Bueno, la comida ya está hecha, subo un momento a refrescarme y cambiarme, que Isabelita me ha dejado hecha un cristo, y ya bajo.
Mientras Betty se cambiaba, Armando puso la mesa, bajó la luz del salón, encendió las velas que había repartidas por allí y colocó en el centro de la mesa, en un pequeño jarrón, algunas de las flores del ramo que le había traído a Betty. Esta nervioso y no podía parar de hacer cosas. Cuando estaba descorchando la botella de vino la vio bajar por las escaleras y no pudo evitar mirarla de arriba a bajo. Estaba bellísima, sólo con un vestido blanco de lino, con finas tiras de seda, por la rodilla, y el pelo suelto y liso cayendo por sus hombros. Definitivamente era su ángel, un ángel que olía a azahar.
Betty: (que sintió la mirada de Armando piel y los detalles que había puesto Armando para hacer más romántica la velada) se le nota la experiencia en esto de preparar cenas especiales, eh...
A: (decidido a conquistarla, auque sabía que sería difícil) pues vea que no, de hecho es la primera que preparo, siempre lo habían hecho para mi, que le vamos a hacer, y yo no había encontrado la mujer adecuada para deleitarla con mi amor, señorita- le dijo muy coqueteando con ella, pero al acabar de pronunciar sus palabras, una terrible duda le invadió.
A: ¿por qué todavía eres señorita, no, o eres señora?- dijo con la voz temblorosa.
Armando esperaba la respuesta con la mirada seria y fija en ella, apretando los puños temiendo la respuesta. En ese momento preferiría morir a tenerla otra vez a su lado pero con otro hombre, y más ahora, que sabía que tenían una hija en común.
B: (sonriendo) Armando, qué cosas dices. Acaso ves que lleve alguna alianza de casada. No juegues hombre, después de mis maravillosas experiencias amorosas, ya he perdido la fe en el género masculino. jojo!!!!. Yo ya estoy muy escaldada. No me voy a pasar la vida tropezando en la misma piedra. No señor, tengo un buen trabajo, grandes amigos, una hija maravillosa, bueno, dos (y su cara se iluminó al pensarlo) y a Javier, que es un excelente padre y un gran compañero. Y con eso me llega, por lo menos de momento...
Después de oír esto Armando ya no sabía si respirar aliviado o ponerse a llorar.
A: (con cara de desesperación) Betty, yo no entiendo nada de nada. Por favor...
B: está bien, está bien, ahora me toca a mi contarte lo que fue de mi vida desde que me fui de Bogotá (POR FIN!!!!!!!!!!!, diréis todas jajajaja). Es lo justo, después de escucharte... A ver, ¿por dónde empiezo?...
A: ¿a dónde te fuiste cuando te marchaste tras la maldita Junta?- le pregunta decidió a aclarar el pasado que los separa.
B: el gran secreto... Pues me fui a Cartagena, sí, a Cartagena, como ayudante de doña Catalina a trabajar en la organización de Miss Colombia.
A: ¿con Cata?- dice desconcertado.
B: sí. ¿Recuerdas aquel día en que enfermó doña Inesita y tú no me querías dejar marchar con Nicolás y te pusiste violento conmigo?. (Armando baja la mirada sintiéndose culpable pero Betty sigue hablando con seguridad y muy serena). ¿Recuerdas que te dije que alguien había entrado en Presidencia y que nos había visto besándonos?. Pues era Cata. El destino quiso que ella fuera mi ángel de la guarda, mi hada madrina. El día que descubrí la carta de Calderón sufrí una crisis nerviosa, pero tú ni te diste cuenta y ella me ayudó a salir del hueco en el que me tenías metida y me consoló, sin pedirme explicaciones de lo que pasaba. Luego, tras encontrarnos besándonos en Presidencia empezó a sospechar de qué se podía tratar y me ofreció ir con ella a Cartagena. Allí le conté toda la verdad, aunque después de escucharte comprendo que sólo era mi verdad. Que las cosas no eran tal y como yo las pensaba... Las palabras de Betty eran como dardos calientes que uno tras otro se clavaban en el corazón de Armando, pero esta última frase le había dado una pequeña tregua y seguía escuchándola...
Betty: Cata me ayudó a transformarme físicamente pero también a ver la vida de otra forma, a ser una nueva Betty. Fue como volver a nacer, pero con los errores aprendidos....- dice sin derramar una sola lágrima, segura de haber superado esa etapa.
Sin embargo, las lágrimas corrían por las mejillas de Armando, que era incapaz de mirar a Betty a los ojos.
B: En Cartagena descubrí la luz, la belleza del mar... aprendí que yo sí valía la pena, que yo sí podía ser amada tal como era, sin mentiras, sin engaños...- dijo con una sonrisa de nostalgia.
Por primera vez Armando levantó la mirada para encontrarse con el rostro de su Betty. Su expresión lo decía todo. Hubiera querido preguntarle quién fue ese desgraciado que se había atrevido amar a su Betty y lo más importante, si ella le había correspondido. Pero sabía que no tenía ningún derecho y bajó la mirada lleno de celos.
B: Cuando ya estaba a punto de regresar a Bogotá para devolveros Ecomoda, surgió una oferta del Banco Montreal en Buenos Aires y sin dudar acepté, con la firme decisión de empezar una nueva vida de cero y así lo hice... Al poco de llegar a Argentina me enteré del embarazo y le di gracias a dios por darme ese regalito que tanto amo. A pesar de todo yo sí había concebido esa niña con amor y sinceridad... Después de lo que has dicho, me alegra saber que tu también lo hiciste así, aunque yo entonces pensaba lo contrario...
B: Desde el primer momento, mi familia, Nicolás y Javier, que trabaja en el mismo banco que yo, estuvieron a mi lado. Fue un embarazo muy difícil... pero él siempre estuvo ahí, día y noche pendiente de mi, con su hija, claro, que ahora también es mi hija, Candi. Una niña maravillosa...
Pero mientras iba diciendo esto por la cabeza de Betty pasaban una tras otra imágenes de su vida al lado de Javier que evitó contarle a Armando, porque veía en su rostro el daño que le hacía escuchar aquello.... Pero eso no impedía que ella recordase........................................................................
Después de recibir el ramo de rosas que le enviaron sus padres y Nicolás a la oficina para felicitarla por su embarazo, Betty les dio la buena noticia a sus compañeros de trabajo. Todos la felicitaron, todos menos Javier, que fue incapaz de reaccionar y se fue lejos de allí intentando recobrar una paz que había perdido en ese momento. Sabía que sólo eran amigos, compañeros de trabajo, pero el sentía y sabía que Betty también, que había algo especial que los unía y que creaba la magia que los envolvía al estar juntos. Temía perderla, temía que su historia se repitiese y necesitaba aclarar su mente. No regresó en todo el día. Todos en el banco se dieron cuenta pero nadie dijo nada porque todos, excepto Betty, sabían lo que debía estar pasando Javier.
Betty estaba algo dolida por su actitud, pero al mismo tiempo sentía que le debía una explicación y no sabía muy bien porqué. Al llegar a su casa se puso un camisón lila de seda y una bata a juego y se dispuso a preparar la cena. Estaba cayendo un gran chaparrón pero hacía mucho calor, lo que creaba un ambiente muy agradable que en Betty se tradujo en nostalgia y soledad, sin nadie con el compartir ese momento. Encendió velas por toda la casa para alejar la tristeza, como le había dicho Cata. Y mirando a su alrededor, sintió que esa casa, con su aire envejecido pero lleno de color y vida en cada rincón, se había convertido realmente en su hogar. El timbre la sacó de sus pensamientos y fue a abrir, algo extrañada porque no esperaba visita.
Y era Javier. Estaba allí, sonriéndole con su preciosa boquita, con el cuerpo empapado por el chaparrón que lo había cogido. En una mano llevaba una botella de cava y con la otra sostenía un inmenso oso de peluche.
J: mi amigo y yo (abrazando al oso por el cuello) pasábamos por aquí y pensamos que tal vez la señorita nos pudiese ayudar a tomar esta botella de champagne. Verá es que estamos de celebración...
B: (siguiéndole el juego cómplice) ¿y se puede saber qué celebran usted y su amigo?
J: que la mujer más maravillosa que usted se pueda imaginar, va a ser mamá- le dice que una gran sonrisa.
Betty no pudo evitar que unas lágrimas cayesen por sus mejillas. Esa noche se sentía tan sola y él estaba ahí, brindándole su cariño sin siquiera saber nada de ella más allá de lo que compartían en el trabajo.
J: (preocupado al verla así) Ey, porque lloras, ¿tan mala compañía somos?- le dijo mientras se acercaba a ella y levantaba con sus manos su rostro.
B: No, lo que pasa es que tenía miedo de que esto cambiara las cosas, como no me habías dicho nada en todo el día, desde que supiste de mi embarazo...- le dijo haciendo pucheritos sin poder evitarlo.
J: (regalándole una de sus maravillosas sonrisas al verla tan sensible) Uy, ya veo que empiezas a padecer los síntomas del embarazo...
B: ay, disculpa Javier, disculpa mis lloriqueos y pasa, por favor.
J: (al ver lo bella que estaba con ese camisón) no, yo no quisiera molestar, tal vez estás con tu pareja o tu novio celebrando, no quiero ser inoportuno, sólo era para disculparme por no felicitarte a la mañana. No estuvo bien de mi parte...- dijo algo nervioso.
B: no hacía falta, yo entiendo... Y claro que estoy sola, demasiado sola diría yo, así que pasa, no seas tonto. O es que su amigo y usted ya no me quieren invitar a esa copa de cava- le dijo sonriendo mientras se limpiaba las lágrimas...
Y así, en la penumbra iluminada por las velas, con el calor empapando sus cuerpos y la tormenta retumbando en sus oídos, cada uno contó al otro su vida y sobre todos sus mutuos fracasos en el amor. Entonces descubrieron que esa magia que les unía procedía de los más profundo de sus almas, que su dolor era el mismo. Que los dos habían amado hasta la saciedad y que los dos acabaron con el corazón destrozado sin piedad. Ninguno de los dos estaba dispuesto a volver a entregarse, a volver a amar, pero los dos clamaban a gritos amor y cariño para aligerar esas heridas y la soledad que los consumía. Los dos eran ángeles deseando encontrar la felicidad. Y allí estaban ellos, sin buscarlo, dispuestos a quererse sin amarse, a mimarse y a protegerse mutuamente, para acompañarse en la vida y para recuperar juntos la sonrisa y la paz. Sin riesgo a volver a sufrir, sin promesas ni ataduras.
Desde esa noche fueron inseparables. Cuando Betty conoció a Candi, la hija de Javier, su corazón dio un vuelco. Era igual que ella cuando era pequeña, con el capul, los frenillos, la ropa antigua.. pero inteligente e imaginativa. Y esta vez le tocó a Betty ser la hada madrina para evitar que esa niña pasase los sufrimientos que ella había vivido.
Los tres formaban una maravillosa familia. Cada semana Betty tenía un precioso ramos de rosas frescas esperando en su oficina, dedicado por Javier y Candi. Cenaban siempre juntos y los fines de semana se iban todo el día al parque o hacían compras en el centro comercial. A veces, Javier y Betty salían al cine, a cenar o a tomar algo. Los amigos y compañeros de trabajo de Javier estaban muy contentos por verlo tan dichoso de nuevo al lado de una mujer tan tan especial. Todos pensaban que el hijo que esperaba Betty era suyo y cuando ellos se dieron cuenta de la confusión se miraron, se sonrieron cómplicemente y callaron, dejando que siguieran pensando eso.
Al quinto mes de embarazo Betty tuvo que dejar de trabajar, porque el embarazo se complicó. Javier y Candi echaban mucho de menos tenerla siempre a su lado, así que con la excusa de que tenían obras en casa se instalaron en la de Betty, feliz de tenerlos a su lado. Compartiendo el hogar, sus lazos se fueron haciendo más fuertes. Entre Betty y Candi había una complicidad de amigas y un cariño de madre e hija que hacía muy feliz a Javier. Por otra parte, la relación entre ellos dos se iba acentuando. Después de aquella noche, los dos empezaron a tomarse confianza y poco a poco se fueron volcando afectivamente el uno en el otro. Javier transformaba en risa cada gesto de Betty y nadie se sorprendía de verlos cogidos de la mano por la calle bromeando, abrazados, paseando mientras Javier la cogía por la cintura o los hombros... Se prodigaban besos y mimos, pero sin ir más allá... Realmente se querían, se gustaban físicamente y se admiraban mutuamente y si no tuvieran un pasado que los alejaba a los dos del amor, se hubieran enamorado perdidamente el uno del otro. Por eso no podían evitar mimarse y comportarse como una pareja más, porque ellos realmente se sentían como una única familia. Y el día de la madre, cuando Candi, delante de Javier, le pidió a Betty que la acompañara al colegio a celebrar esa fecha y le preguntó si podía llamarla mami, Betty supo que estaban formando una familia, atípica, pero una familia.
Betty le correspondió a Javier dejándole ocupar el papel del padre de su futuro bebé. En el hospital ella era la señora de García. Los dos compartieron la emoción de las primeras pataditas, de las ecografías, las clases preparatorias para el parto y el propio nacimiento de la niña. No sabían lo que les depararía el destino, pero cuando Javier cogió por primera vez a Isabelita y la depositó en brazos de Betty para que conociera por primera vez a su hija, los dos tuvieron la certeza de que, pasara lo que pasara, algo especial los uniría para siempre. Eran dos ángeles curándose mutuamente las alas que otros les habían cortado............................................... .................................
Pero Armando saca a Betty de sus pensamientos.
A:¿entonces estáis juntos?- preguntó dolido.
B: si te refieres a si somos pareja, la respuesta es no. Pero somos mucho más que eso, somos una familia, los cuatro.... Nos queremos como tal e intentamos llevar la vida feliz que las respectivas personas de las que nos enamoramos nos negaron. Pero, no, no estamos juntos...
Armando sonrió y dio gracias al cielo por la oportunidad que tenía.
Y las horas pasaban sigilosamente.... los nervios y el temor que cohibían al principio a Betty y Armando dejaron paso a las sonrisas sinceras e incluso a una pequeña complicidad. Cada uno, con su verdad, cerraba heridas en el otro que habían permanecido abiertas demasiado tiempo. Cada uno, se perdía en la llama que brillaba en los ojos del otro y jugaba a escuchar mientras se adentraba en el interior del alma de otro para encontrar la vida. La ausencia de los últimos meses se llenó con anécdotas y recuerdos, de palabras y de imágenes... la noche los arropaban y ellos sentían que volvían a nacer el uno para el otro.
Armando miraba embobado a Betty, la veía tan bella, tan dulce, tan segura de si misma... que no podía envitar recorrer con su mirada ese cuerpo que lo llamaba a gritos y esa boquita que tanto deseaba devorar. Quería recordar cada detalle, cada rincón de ella... Si por el fuera la hubiera hecho suya allí mismo, y la idea no le disgutaba.... Betty notaba esa mirada quemando su cuerpo pero, aunque halagada, se hacía la despistada... Armando no se daba por vencido y los celos al pensar que Javier había disfrutado de tantas noches así en su lugar precipitaban sus pasos. Hasta que Betty decidió intervenir.
B: no- dijo suavemente, pero con el semblante serio y mirándolo fijamente.
A: qué?- dijo temeroso y borrando su sonrisa.
B: para ya...- insistió con calma.
A: siento si...
B: Armando, lo que tenga que pasar entre los dos pasará. No fuerces las cosas, esta noche ya ha sido un gran paso, disfrútalo y ya.... yo no sé...
Armando la mira fijamente, se levanta y se pone de rodillas a su lado y coge sus manos.
A: siento si he hecho algo que te ha incomodado. Pero es q volver a encontrarte, tenerte aquí, a mi lado... no soportaría volver a perderte, no lo soportaría...- y unas lágrimas cayeron por sus mejillas, para llegar a las manos de Betty, que no puede evitar llorar ella también. El hombre que hasta hace un día ella consideraba un ser despreciable le estaba demostrando que podía convertirse por su amor en el ser más maravilloso que ella jamás pensó. Y sin apenas percatarse de lo que hacía, lo atrae hacia su regazo y lo abraza fuerte a su vientre mientras le da pequeños besos en su cabeza.
B: ojalá supiera ahora lo que el destino nos depara, pero no sé.... sólo te puedo garantizar que tu eres el padre de mi hija y eso ya nos unirá para el resto de nuestras vidas....
A: Betty, te he necesitado tanto.....- y así continúan abrazados hasta que los lloros de Isabelita hacen que nuestra parejita se tenga que separar.
Suben al cuarto de la niña y Betty la coge en brazos.
A (muy preocupado): Betty, ¿le pasa algo? No llora demasiado...
B: Ay, Armando, es que tu aún no conoces a esta señorita, que es una caprichosa, no se a quien me recuerda.... (los dos se miran sonriendo).
A: a mi no me mires, será a ti, yo caprichoso????????????, jaja.- dice marcando sus maravillosos hoyuelos.
B: ay!!!!!!! y a demás mentiroso.... lo que le ocurre a esta niña es que tiene el síndrome de cangurito. ¿Verdad cielo? (le dice a la niña). Es que desde que nació Javier y yo la acostumbramos a que se quedara durmiendo apoyada en nuestro pecho, con su cabecita acostada en nuestro cuello. Por lo visto, el calor que tienen así los bebés es lo más parecido que hay al del útero materno y por eso se relajan y se quedan dormiditos... lo usan algunas clínicas para ayudar a los bebés prematuros.... Lo que pasa es que esta niña se nos enganchó y ahora no hay modo de que se duerma sino es con la técnica del cangurito...
A: (celoso al pensar que fue Javier el que disfrutó de todas esas cosas que le pertenecían) yo podría intentarlo... me gustaría...- dijo tímidamente.
B (feliz al ver su interés por ejercer de padre): claro. Quítate la camiseta, que así es mejor, y recuéstate en la cama, que es más cómodo....- le dijo con una sonrisa mientras continuaba acunando a la niña.
Armando, feliz de convertirse de una vez en padre, hizo lo que Betty le pidió y cuando tuvo a su niña recostada en el pecho y con su cabecita apoyada en el hueco entre el hombro y el cuello, se sintió el hombre más feliz del mundo... Isabelita dejó de llorar al sentir el calor del cuerpo de su padre y como éste le acariciaba su cabecita mientras le tarareba canciones que recordaba de su infancia. Betty recogía la habitación dejando que ellos disfrutaran de ese momento, pero no podía evitar emocionarse al verles así. Al poco rato padre e hija ya estaban durmiendo y Betty los tapó con una manta, le dio un beso a cada uno y se recostó al otro lado de la cama. Y así, nuestra parejita, con la niña en sus brazos pasó su primera noche juntos, recuperándose de sus heridas...
La luz de la mañana empezó a inundar la habitación y como no, la primera en despertar fue Isabelita, que con sus llantos despertó a sus padres. Armando fue el primero en abrir los ojos, y al hacerlo se encontró con la niña arropada entre su cuerpo y el de Betty, su Betty, que descansaba recostada pegadita a él. Las miradas de los dos se encontraron a escasos centímetros.
A: buenos días, princesa.- y la besó en la mejilla pero rozando sus labios.
B: buenos días... Ya ve doctor Mendoza que su hija además de caprichosa, heredó de usted la gritería.
A: toda una Mendoza, sí señor...- y cogió en brazos a Isabelita, que se calló al instante.
A: (todo contento al ver como la niña se calma): no sabía yo que se me daban tan bien los bebés, de hecho nunca me acercaba a ellos...
B: no se equivoque, doctor Mendoza, a usted no se le dan bien los bebés, sino las mujeres, por eso Isabelita se rinde a sus encantos...- le dice riéndose mientras le tira la almohada.
Y así, se levantan y los tres se arreglan para ir a casa de los padres de Armando a almorzar y pasar allí la tarde. Parecían una familia cualquiera un domingo cualquiera y Armando se sorprendió a sí mismo pensando en lo feliz que sería con esa vida el resto de sus días, con su hija y su mujer, con su familia...
Al llegar a casa de los Mendoza, don Roberto y doña Margarita los reciben con una gran sonrisa y besos para todos. A Armando no le preguntan por lo que pasó anoche, porque ya suponen que todo va bien al ver sus caritas y Armando les guiña el ojo cómplice.
Los abuelos se vuelcan con Isabelita... don Roberto comparte con Armando y Betty sobre Ecomoda... doña Margarita y Betty hablan sobre la maternidad... don Roberto y Armando miran con orgullo a sus mujeres juntas mientras hablan del futuro.... y la mañana va pasando.... Hasta que sí, SUENA EL MÓVIL DE BETTY!!!!!
Armando se incomoda al oír el teléfono, todo estaba siendo perfecto y temía que fuera Javier.... Betty se aparta para atenderlo y luego se vuelve al salón...
B (al ver los ojitos de Armando): era Nicolás, por si quería ir a comer a su casa. Pero ya le dije que estaba aquí...-le dice a Armando con una sonrisa...
Y todo respiraron tranquilos, tenían miedo de perderlas en cualquier momento....
El almuerzo y la tarde transcurría felizmente, como hacía mucho que en esa casa no ocurría... todos volcados en llenar cada instante de luz, compartiendo anécdotas y sonrisas, con la niña de brazo en brazo, como si fuesen una familia en verdad.... Pero algo iba a cambiar las cosas...
Armando y su padre conversaban en la terraza mientras miraban a doña Margarita y a Betty jugar con la niña en una manta en el jardín.
DR: hijo, yo sé que hubo veces que te fallé y que no estuve ahí como debía para apoyarte en todo, pero quiero que sepas que estoy muy orgulloso del hombre que eres ahora y de la familia que tienes. No las dejes marchar por nada del mundo. No te equivoques esta vez....
A: yo sé papá, ellas son lo que más amo en la vida. Si de mi dependiese me casaba ahora mismo con Betty, pero ella necesita tiempo y lo entiendo.... esta vez voy a hacer las cosas bien, te lo prometo papá, no os defraudaré ni me defraudaré...- y padre e hijo se funden en un sincero abrazo....
Pero se separan al ser interrumpidos por el mayordomo, que llega al salón acompañado por un hombre.
DR: ¿qué se le ofrece señor?
Hombre: disculpen que los moleste, yo......
Y ya no siguió hablando porque Betty entró en ese momento y el hombre corrió a su lado para fundirse con ella en un largo abrazo....
B (separándose de ese hombre y cogiéndole las manos): Michell! Qué haces aquí? Qué sorpresa!- le dice muy feliz.
M: princesa, qué ganas tenía de verte!!!!
B: ahhhhh, yo también... -y se vuelven a fundir en otro abrazo.
M: pero, déjame verte, cada día estás más bella, mi pequeña.
B: como buen francés, siempre tan adulador
M: no digo más que la verdad, bella dama- le dice mientras le besa la mano galantemente.
B (al percatarse de las caras de desconcierto de don Roberto y Armando): uy, perdón. No les he presentado. Don Roberto Mendoza, su hijo, Armando Mendoza, Michell Duanell (o algo así, q nome acuerdo ).
Los tres se saludan muy friamente, con evidente desconfianza. Ninguno era del agrado del otro. Y Armando se moría de las ganas de saber quien era ese tipo q venía a entorpecer su felicidad.
B (intentando romper el hielo): y bueno, qué te trae a Bogotá?. Porque Michell Duanell no abandona su amada Cartejana así como así.
M: cierto. Ya te cuento... pero antes, ¿dónde está la otra niña de mis ojos, que me muero por tenerla en brazos?.- le dice con una gran sonrisa.
B: ven, Isabelita está en el jardín, y así aprovechas para contarme. Si nos disculpan un momento...- y Betty sale del salón cogiéndole la mano a Michell y dejando a don Roberto y Armando en el desconcierto más absoluto.
Ya en el jardín, Michell coge a la pequeña en brazos y se la come a besos y mimos bajo la atenta mirada llena de alegría de Betty. En el último año, Betty y Michell se habían convertido en grandes amigos y cómplices, aunque a él le hubiera gustado ser algo más.... Pero Betty no había dejado que su relación fuese más allá de la amistad y Michel se conformaba con tenerla a su lado de vez en cuando, iluminando su vida a ratos, cuando ella iba a pasar unos días a Cartajena o cuando coincidían en algún sitio, como ahora en Bogotá. Su corazón renunció definitivamente a ella el día que, en un viaje a Buenos Aires, decidió hacerle una visita por sorpresa. Entonces se encontró de golpe, con una Betty embarazadísima, un Javier entregado a cudiarla junto a su hija, una preciosa casa, unos amigos.... Y supo que sería incapaz de estropear ese hogar que ahora protegía a Betty, después de lo que ella había sufrido.... Y así Michell pasó a ser el tito de la famila y el mejor amigo y apoyo constante de Betty y Javier. Aunque el amor siguiese ahí, amildonado y soñador....
Doña Margarita los dejó solos en el jardín y Michell y Betty se quedaron charlando entre risas y juegos. Mientras tanto, Armando se desesperaba mirándolos desde el salón.
A: pero quién se cree ese tipo para llegar aquí y tratar así a mi mujer y a mi hija, quién se cree, ah?. Y quién diablos es....
DR: hijo, intenta tranquilizarte, seguro que sólo es un amigo- intentaba inútilmente calmar a su hijo...
A: papá, acaso crees que no me di cuenta de cómo la mira, ay no, a ese francés se le nota a leguas que le gusta mi Betty. Pero quién es, quién es?.... y entonces Armando se acordó de que Betty había dicho que Michell era de Cartajena y que durante la cena de anoche ella le había comentado que en esa ciudad ella había aprendido que valía la pena, que podía ser amada tal y como era.... y Armando ató cabos...
A: no, maldita sea, no...-dijo golpeando con su puño la mesa mientras miraba a Betty, Michell e Isabelita en el jardín.
DR: ¿qué pasa hijo, por dios?- estaba preocupado.
A: ya sé quién es él- dijo con las manos tapándose sus ojos.
DR: ¿quién es?
Armando ya no le contestó porque se dirigía decididamente junto a ellos. Betty y Michell seguían poniéndose al día en sus cosas y no lo vieron acercarse, hasta que de repente oyeron una voz seria que les decía:
A: qué, están disfrutando de la tarde?
Betty y Michell se giraron y se encontraron con la mirada desafiante de Armando, que intentaba con todas sus fuerzas controlar la rabia y el miedo que lo embargaban. También quería demostrarle a Betty que ya no era el gritón histérico de antes, que era un hombre maduro aunque no tonto....
M: sí, muy bien, gracias- le responde secamente. Ahora, si nos disculpa... Betty, princesa, necesitaba hablar contigo a solas, mi avión sale dentro de dos horas y no puedo irme sin antes comentarte algunas cosas y ya casi no tengo tiempo...
B: claro Michell, faltaba más... demos un paseo por el jardín.
Michell se adelanta y Betty se acerca a Armando.
B: Armando, puedes cuidar mientras a Isabelita, por favor, esto es importante...
Armando quiso revelarse y exigirle explicaciones, pero cuando lo iba ha hacer ya Betty le había puesto a su pequeña en brazos y, después de darle un beso en la mejilla que lo cogió desprevenido, se alejó acompañada de Michell por el jardín. Un beso que le devolvió a Armando parte de la tranquilidad perdida....
Betty y Michell caminaban por el jardín. El tiempo iba pasando y el cielo se iba cubriendo poco a poco de grandes nubes negras. Amenazaba tormenta, en la noche de Bogotá y en sus corazones. Armando, con la niña en brazos, don Roberto, haciendo como que leía el periódico, y doña Margarita con una revista, intentaban como podían disimular su preocupación. De vez en cuando miraban hacia el jardín disimuladamente y no les gustaba lo que veían. Betty y Michell conversaban con el semblante serio y con cara de preocupación. En un momento dado, vieron como Michell sacó del bolsillo de su chaqueta lo que parecían unas fotos y Betty las miró detenidamente. Al acabar los dos estaban en silencio, Betty se levantó, se quedó parada un rato mirando al estanque, se giró de nuevo a Michell, y le dijo algo que hizo que Michell la abrazara cariñosamente.
Así, con el cielo ya totalmente cubierto de gris y negro, volvieron a la casa, donde los esperaban todos...
M: bueno me tengo que ir, muchas gracias por su hospitalidad. Siento mucho haberles molestado, pero yo necesitaba hablar con Betty antes de irme y Nicolás me dijo que estaba aquí, y bueno, siento haberles molestado ....
DR: no se preocupe...
M: bueno, Betty, quedamos así entonces... yo ya arreglo todo en Cartajena y las espero mañana. Tan pronto lleguen al aeropuerto me llaman y las paso a recoger. OK?.
B: ok- y los dos se abrazan, mientras Michell le susurra al oído un todo saldrá bien, ya verás, que Armando no llega a oír y que despierta todavía más sus celos.
Michell se va, dejando a los Mendoza con las ilusiones hechas añicos y muchas dudas rondando sus cabezas....
Y allí se quedaron todos, doña Margarita y don Roberto, Armando, Betty y su hija, todos en silencio, sin atreverse a decir nada, sin saber cuál iba a ser el siguiente capítulo de su historia, temiendo los juegos del destino....
Armando acunaba a Isabelita y no decía nada, para desesperación de Betty. Doña Margarita y don Roberto decidieron dejarlos solos para que resolviesen sus problemas y se despidieron alegando que tenían cosas que solucionar en la ciudad y que volverían muy tarde.
Cuando se quedaron solos, Betty ya estaba dispuesta a soportar un ataque de furia y gritos de Armando, como los que soportaba cuando era su asistenta. Y Armando lo sabía bien, como sabía que esta vez no daría un paso en falso que le llevase a perder a su Betty. Si algo bueno tuvo para él este año de soledad lejos de ella es que había podido serenar su carácter.
Así que se sentó con la niña en brazos en el sofá.
A (aparentando más serenidad de la que en realidad tenía, con tono dulce): Betty, ¿qué ocurre?
B (muy sorprendida por la actitud de nuestro bello bobo, sentándose a su lado...): Armando, lo siento, pero tengo que irme mañana a Cartagena... Tengo asuntos que solucionar allí y que de momento no te puedo explicar.... pero te prometo que todo saldrá bien...
A (serio y algo temeroso): yo sé que no soy nadie para pedirte explicaciones... pero ahora que sé que tenemos esta preciosidad, me gustaría que me dejases formar parte de tu familia... yo... me gustaría que me considerases como alguien más al que tener en cuenta a la hora de organizar tu vida... más que nada para que nuestra niña y yo tengamos la oportunidad de estar el mayor tiempo posible juntos, sobre todo ahora que nos acabamos de encontrar... sólo te pido eso, por favor...
Betty lo escuchaba y se perdía en su voz, hablaba con tanta ternura y serenidad, que Betty se vio desarmada al querer refutarle algo. Este Armando la descolocaba, estaba preparada para enfrentarse al déspota energúmeno y mujeriego que conoció en el pasado, pero no estaba preparada para levantar muros contra el hombre de sus sueños. Aún así, no podía evitar sentía algo de nostalgia de aquel Armando impulsivo y loco que le trastocó la vida en el pasado. Y se sorprendió a sí misma preguntándose si ese Armando ya no existía o si era que ella ya no tenía el poder de despertar ese lado instintivo de él...
B (con una pequeña sonrisa): tienes toda la razón, lo siento.... Me va a costar un poco acostumbrarme a que ahora mi niña tenga a su papi pendiente de ella cada día...
A (besando a su hija, como quien no quiere la cosa): pendiente de ella y de su mami...
Y los dos se miraron, si saber muy bien por donde seguir la conversación.... Afuera se seguía fraguando una tormenta y la hora de la despedida se acercaba...
A (triste): Betty, y a que hora te vas mañana?
B (disimulando su desgana por tener que irse): muy temprano, sobre las 10...
A: te podría pedir un favor...
B: claro, di...
A (algo nervioso): me gustaría que os quedáseis conmigo, aquí, en la casa, hasta que os marchéis... Me gustaría disfrutar el máximo tiempo posible de la niña, ya sabes...
B (tras pensárselo un poco): está bien Armando, te lo has ganado, jaja.
A (con una gran sonrisa): yo creo que sí, he sido un niño bueno, ¿a que sí? jaja.
Y se pasaron el resto de la tarde en el salón de la casa, escuchando música y jugando con la niña. Betty fue reconstruyendo para él cada momento que se perdió de Isabelita y Armando fue escuchando cada palabra con ilusión.
Llegó la noche y tras acostar a Isabelita, Armando y Betty se dispusieron a cenar. Era ya su segunda cena juntos y los dos la enfrentaron con el corazón abierto de par en par al otro. El gran comedor de la casa los arropaba pero los segundos transcurrían rápidos en su contra, con tantas cosas por decir y sin atreverse a pronunciarlas... Charlaron de Ecomoda, de sus gustos, de cosas que nos los separase... Hasta que inevitablemente se hizo tarde....
B (con una pequeña sonrisa): bueno, creo que será mejor que me vaya a acostar. Ya es tarde y mañana tengo que madrugar... gracias por la cena Armando, ha sido muy linda...
A (desilusionado al ver que se terminaba la velada): gracias a ti por quedarte... A mi también me ha gustado mucho compartir este día con vosotras.... Espero que puedas solucionar pronto los asuntos que te llevan a Cartagena y volváis pronto... Aquí os estaré esperando...
B: gracias Armando... bueno, hasta mañana entonces... dijo mientras se retiraba nerviosa y apartaba la vista de Armando.
A (dijo en el último momento): Betty...- ella se giró ilusionada.
B: ¿Qué, Armando?
A (nervioso): si necesitas cualquier cosa, que no te de pena en decirme...
B (desilusionada): claro que no... buenas noches.- Betty subía las escaleras despacio, con la mirada de Armando anclada en su espalda.
Subió al antiguo cuarto de Camila, donde ya Isabelita dormía. Al cerrar la puerta no pudo dejar de sonreír por todo lo que su corazón volvía a sentir. Era como una chiquilla al reencontrarse a su primer amor de adolescencia. Cogió una camisa que había en el armario, que con toda seguridad era de Armando, y se la puso a modo de camisón. Estaba tan nerviosa que era incapaz de conciliar el sueño así que decidió salir a la terraza de la habitación, que daba al jardín de la mansión. La tormenta estaba cada vez más cerca y el bochorno de calor y la humedad calaba hasta los huesos. Salió descalza, con el pelo suelto cayendo sobre sus hombros, aspirando el aroma a tierra y caminando despacio hacia el balcón. Al llegar allí levantó sus brazos mientras cerraba sus ojos para desperezar su alma y liberar toda esa energía que aceleraba su corazón.
Armando estaba desesperado, dando vueltas a su habitación, descalzo, sólo con un pantalón de pijama azul.... Imposible conciliar el sueño con ella durmiendo en la habitación de al lado, y sabiendo que se marchaba al día siguiente con el muelón del francés. Los celos no daban tregua a su razón...
Y entonces la vio. Su ángel... tan bella, tan dulce, tan sensual... entrando en la terraza solo vestida con su camisa.... Dios, cuanto la amaba, y cuánto la deseaba... Y sin siquiera darse cuenta salió a su encuentro... Mientras ella se acercaba a la balconada, él se acercaba lentamente a ella, sin hacer ruido, seguro de cada paso... Y cuando ella bajó sus brazos después de desperezarse, él se pegó a su espalda y recibió sus manos atrapándolas entre sus puños... El cuerpo de Betty se estremeció al sentir a Armando pegadito a ella. Mantuvo los ojos cerrados, sólo aspirando el olor de ese hombre que tanto añoraba (Una más para el club de fans... ). Él acercó su rostro al cuello de Betty para sentir su calor... cuánto la había extrañado... No se dijeron nada... Él pasó sus manos a la cintura de Betty y la giró. Ella mantenía los ojos cerrados, tenía miedo de abrirlos y descubrir que sólo se trataba de un sueño... Armando la vio tan dulce, tan delicada... que tenía miedo de lastimarla con cualquier caricia.... Con una mano en su mentón levantó el rostro de Betty y posó sus labios en los de ella. Fue un beso suave, apenas rozándose, apenas diciéndole nena, que esto sí es real, que aquí estoy, esperándote para vivir... le siguió otro pequeño beso y otro y otro... cada vez más apresurados, más urgentes... hasta que la apretó fuerte contra su cuerpo e invadió cada rincón de esa boquita que tanto deseaba.... Betty se entregaba a cada beso, a cada caricia, dejándose llevar por la magia... Se besaban con desesperación, con veneración, dejando que su deseo aflorase por cada poro de su piel....
Armando la levantó en brazos y mirándola a lo más profundo de su ser la llevó a su habitación. La depositó a un lado y se quedaron frente a frente, ante el campo de batalla de su amor.... Ella depositó una mano sobre su pecho y el se la tomó para llevársela a su boca y comérsela a besos... Mientras lo hacía, la miraba con tanta pasión, con tanto deseo... Ella retiró su mano con delicadeza y siguió su recorrido por el pecho de Armando, abriendo un camino de pólvora a medida que avanzaba.... La excitación de Armando era cada vez mayor y más evidente... Pero su reencuentro tenía que ser especial y él hacía todo lo posible por relajarse...
Armando bajó la mirada y uno a uno fue abriendo despacito cada botón de la camisa de Betty mientras la quemaba con la mirada. Betty temblaba e inclinaba la cabeza hacia atrás, sin saber como canalizar todo lo que sentía en ese momento. Tras desabotonar el último botón, Armando posó sus manos en sus clavículas y empezó a apartar la camisa hacia los hombros hasta verla caer en el suelo.... Betty se quedó sólo con unas braguitas de encaje blancas y Armando recorrió descaradamente cada porción de ese cuerpo que aún ahora descubría por primera vez... Sus miradas de deseo se cruzaron y Betty tomó la alternativa. Él también necesitaba sentirse deseado, ella no era la única con inseguridades pendiendo de un hilo...
Lo miró con tanto deseo que esta vez fue él el que se sonrojó. Ella se acercó más a él y lentamente fue desatando el lazo del pantalón de pijama... Cuando ya estaba suelto, se pegó a su cuerpo, atrajo su rostro hacia ella y lo empezó a besar, sin timidez, con ansia de demostrarle todo lo que llevaba dentro... Armando posó sus manos en la espalda de Betty y poco a poco fue descendiendo hasta apretar sus muslos, para seguir hacia sus pechos... Verla llena de deseo, entregada a cada caricia, temblando en sus brazos lo volvía loco... La volvió a coger en brazos, pero esta vez para recostarla en la cama y empezar a devorar primero su boca, después su cuello, luego sus pechos, luego su vientre, luego sus muslos... volviéndola loca de sensaciones y placer... estaba descontrolado y ella también.... el deseo los superaba... era tanta la urgencia y tanto lo que se les ofrecía para deleitarse que se desesperaban.... Cuando ya no podía más, Armando la miró y ella comprendió que había llegado la hora de volver a ser uno, y sólo pudo responderle con una sonrisa cómplice.... Los dos estaban tan excitados que Armando pudo entrar de una sola embestida... Quiso pararse quieto en su interior para prolongar el momento, pero cualquier movimiento de Betty lo descontrolaba y ella necesitaba sentirlo en lo más profundo de su alma y de su cuerpo. Así que Betty se empezó a mover con cadencia, provocándole... Armando ya no lo pudo soportó más y respondió a su provocación entregándose con todas sus fuerzas y todo su amor... juntos empezaron a cabalgar... hasta que por fin llegaron al clímax y desfallecieron...
A (pegando su rostro al de ella): te amo, me oyes, te amo... y nada de lo que digas o hagas puede cambiar esto que siento...
B (con lágrimas en los ojos): yo también te amo, mi doctor... imposible no amarte...- le dijo mientras lo besaba.
A: gracias por devolverme la vida
B: gracias por darme la vida...
Esa noche siguieron amándose con veneración, hasta reconocer cada centímetro del cuerpo amado, cada olor y cada sabor... Después de la urgencia del primer encuentro, llegó la dulzura, la entrega sosegada, descubriendo sensaciones, ofreciendo placer a raudales, calibrando la pasión hasta llevarla al límite y volver a comenzar de nuevo su ritual... Acabaron envueltos en sudor, sin fuerzas y sus cuerpos desprendiendo deseo... Afuera una tormenta bañaba la tierra... Su piel hervía y sus corazones latían desbocados... Eran dichosos....
Continuará.....
Último capítulo:
A la mañana siguiente Betty cogió el avión rumbo a Cartagena. En el aeropuerto, Armando se despidió de su mujer y de su niña con una angustia y una ansiedad tan grandes q apenas podía contener las lágrimas. Tenía miedo de volver a perderlas por segunda vez en su vida.
Durante la siguiente semana Armando no tuvo noticias de Betty. Tan sólo una noche, antes de acostarse, recibió un mensaje en su móvil que decía Dulces sueños amor. No reconocía el número, pero supuso que era de Betty. No se atrevió a llamar, le había prometido confiar en ella y dejar que solucionase sus cosas sola. Tan sólo le contestó Dulces sueño vida.
Los días iban pasando y la angustia de los Mendoza crecía a pasos agigantados. Querían respetar la decisión de Betty pero cada día su necesidad de saber lo que estaba pasando era mayor. El viernes su preocupación terminaría.
A las cinco llamaron al timbre de casa y a Armando casi le da un vuelvo el corazón cuando al abrir la puerta se encontró a su Betty y a Isabelita paradas delante suya con una dulce sonrisa. Las abrazó y comenzó a besar lleno de felicidad.
A: has regresado mi vida, ummmmm...tenía tanto de miedo de perderte.-
B: ¿de veras?.- preguntó con una sonrisa pícara
A: con toda mi alma.-contestó mientras la comía a besos.
Ya más tranquilos y frente a una taza de té, los Mendoza escucharon de boca de Betty la historia de esos días en los que había estado fuera. Comenzó explicándoles que las fotos que Michell le enseñó el día que vino a buscarla a la casa de los Mendoza eran de Clara, la madre de Candi, la ex-pareja de Javier.
Betty les contó como conoció a Javier y como un día él le confesó su historia de amor frustrada con una mujer, Clara, la madre de su hija. Era una historia de amor preciosa, pero con un final inesperado, demasiado inesperado.. había algo en ella que a Betty le resultó un incomprensible, extraño... Una pareja de enamorados, que deciden casarse, que tienen una niña preciosa, y de repente ella desaparece, sin dar explicaciones, sin una nota siquiera, cuando apenas faltan unas semanas para la boda y sin que aparentemente hubiese problema ninguno... Algo fallaba para Betty en ese cuento de hadas roto... Clara desaparece por completo, sin dar explicaciones, Javier se hunde, busca a Clara sin éxito por todas partes, y acaba autoconvenciéndose de que ella no quería esa vida que él le ofrecía y que, sin el valor suficiente para decírselo, había decidido abandonarlos... De esto hacía ya cuatro años..
Semanas después de conocer esta historia, siguió explicando Betty a los Mendoza, ella comentó a Michell sus dudas acerca de lo que le había contado Javier sobre Clara, y el francés prometió investigar por su cuenta con los datos que Betty le proporcionó. Y pronto sus indagaciones tuvieron resultado. Con las fotografías como prueba, buscó a Betty y le contó lo que había averiguado. Por eso Michell había acudido a Bogotá a buscarla el día que llegó a la casa de los Mendoza. Había resuelto el misterio de Clara.
Así Betty decidió acudir a Cartagena y escuchar de boca de un detective amigo de Michell lo que había averiguado. Así supo que Clara, tras abandonar a Javier y a Candi, se había trasladado a Rosario a vivir con una amiga suya hacía cuatro años, al poco tiempo de diagnosticarle un cáncer muy avanzado. Los médicos no le ofrecieron prácticamente ninguna esperanza de vida en su momento, pero ahora, después de un largo y duro tratamiento las cosas estaban yendo muy bien y se estaba recuperando lenta pero paulatinamente y ya hacía una vida casi normal.
Al escuchar esta historia, Betty comprendió el pánico que debió sentir Clara cuando, a poco tiempo para su boda con Javier y con una familia maravillosa ya creada, le comunicaron su enfermedad. El miedo a hacer sufrir a los suyos, el miedo a someterlos a una terrible agonía y el miedo a un final dramático hicieron el resto y Betty comprendió lo que había pasado.
Al día siguiente Betty cogió un avión a Buenos Aires y le contó a un Javier estupefacto todo lo que sabía. La decisión era obvia. Cada uno hizo sus maletas, se fueron al aeropuerto y Betty cogió un avión rumbo a Bogotá y Javier y Candi otro a Rosario, para recuperar a Clara y para recuperar los años perdidos. En la despedida hubo muchas lágrimas porque terminaban una etapa de su vida en la que los tres habían sido muy felices, pero también mucha ilusión por retomar la vida y los amores que ellos habían escogido y q el destino les había arrebatado injustamente.
B: gracias, Javier, gracias por todo. Has sido el mejor regalo que pudo poner la vida en mi camino.
J: gracias a ti Betty, por la ilusión, por el cariño y por devolverme a Clara. Gracias a ti.
B: mucha suerte...
Y con lágrimas de emoción, Betty acabó de narrar a los Mendoza su largo periplo de los últimos días...
Los Mendoza cogieron entonces a Isabelita para ir a acostarla y se retiraron de la sala.
Armando, que había estado callado todo el tiempo mientras escuchaba a Betty, se acercó entonces a su lado y muy dulcemente secó sus mejillas.
A: mi Betty... te he echado tanto de menos estos días... no vuelvas a irte, no vuelvas a irte nunca por favor... .- le decía mientras la besaba dulcemente...
B: no, no me volveré a ir...- respondió mientras se abrazaba a Armando.- he venido para quedarme, para quedarme para siempre. Esta vez sí.
A: mi princesa, te quiero...
B: y yo a ti mi vida...
Y colorín colorado nuestra parejita favorita fue eternamente feliz...
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MI MAGIA PARA BETTY Y ARMANDO
RomanceHistoria de Amaranta (bolboreta), mi intención no es apropiarme de ésta obra ni de ninguna otra. Disfruten la lectura. Era el momento de regresar a casa. Betty dejó de mirar por el ventanal del aeropuerto que daba a las pistas de aterrizaje, sacó de...