Una muerte "inolvidable"

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La ira consume mi corazón, pero la tristeza me mata. Tal vez no debería ser tan buena, tal vez lo mejor es estar en una cárcel, encerrada por mis pecados. Unos pecados inolvidables... Tengo ansias de asesinato, me vienen ataques de ira que ya ni controlo. No me gusta ser así, pero esa voz en mi mente no calla, me repite una y otra vez que lo haga. No quiero, pero sé que si quiero que se calle, tengo que hacerlo. La oscuridad de la noche invade las silenciosas calles de Nueva York, mientras estoy atenta, escondida detrás de un edificio de vete a saber qué. Sólo me fijo en mi objetivo, atenta a cualquier movimiento. Un faro parpadea frente a mí y, como mi sombra está pegada en la pared, nadie puede distinguir mi cuerpo. Es una calle solitaria y pasa muy poca gente. Casi no hay nadie a estas horas de la noche. "Hazlo..." Miro a mi lado izquierdo, viendo a aquel pelirojo de ojos verdes, consu típica sonrisa pícara. La seriedad se muestra en mi rostro. "No lo dudes, soy el único que está contigo, y sabes que lo que haces es lo mejor para ti" Aprieto mis labios con fuerza, tiene razón... Subo la capucha de una chaqueta negra de cuero que llevo puesta, colocada junto con unas gafas de sol del mismo color. No tardo en captar el sonido de los pasos de alguien, mi objetivo está cerca... Me aparto de la pared mientras la luz del faro se apaga de nuevo, permaneciendo apagado. Por fin, ha llegado. Me despego de la pared, mientras pasa frente a mí, observándome algo incómodo. Me coloco detrás de él, siguiéndolo por las espaldas. Noto cómo él aumenta la velocidad de sus pasos, sé que está aterrorizado, y me gusta esta sensación de poder... La sensación de fortaleza y superioridad ante alguien de más edad que yo. Sonrío a la vez que sigo su ritmo. "No tardará en llegar a la carretera, no puedes dejar que se vaya" Tiene razón, estará lleno de gente, o lo hago ahora, o no podré hacerlo. Corro hasta él, cogiendo un cuchillo de mi bolsillo derecho y, fugazmente, me acerco a sus espaldas, apuntándole en la garganta.

-Sígueme-susurro en su oído y noto cómo mi víctima traga su saliva mientras siento que intenta hacer un movimiento para apartarse de mí-Si das un paso en falso, te mato aquí mismo.

Mi víctima queda paralizada y acaba obedeciendo. Conozco bien estas calles, siempre paso por ellas. Empujo al joven hasta un callejón oscuro y desierto, lo empujo contra un montón de cubos de basura y me agacho a él, con el cuchillo cerca de su nariz.

-E... espera. ¿Qué te he hecho yo?

Sonrío de nuevo, me gusta esto... "No le respondas" No volteo la cabeza esta vez, sé que nadie excepto yo puede verle, porque es alguien inexistente, pero existente en mi mente...

-Esto no te importa-susurro ante la luz de la luna llena. Quiero acabar con esto de una vez, acerco el cuchillo hacia su cuello, rozándolo. Noto cómo traga la saliva. Bajo mi mirada, siguiendo el recorrido de aquel cuchillo poco a poco-Quién iba a decir que hoy te toca morir, ¿eh?

Noto cómo baja su mirada hacia mí y yo me quedo firme, observando la trayectoria que sigue el cuchillo, mientras su camisa se va rompiendo poco a poco, mostrando la herida que le estoy causando. Sé que no tardará en atacarme, pero no me da miedo, no es el primero.

-¿Por qué haces esto? Eres muy joven...

Sé que sabe quién soy, ya que estoy saliendo mucho en los periódicos, aunque nadie sepa cómo es mi físico ni cuál es mi verdadero nombre. No respondo, pero él sigue hablando:

-Eres... aquel asesino en serie que todo el mundo busca... ¿verdad? Al que llaman "El Gato Negro"

Sonrío. Sí, lo sabe.

-Bingo.

-Creí que... "El Gato Negro" era un chico, pero lo que veo es completamente diferente.

Le miro, es el primero que me dice esto. Pero dudo que sepa el por qué en todos mis asesinatos está siempre... Eso... Lo extraño, es que parece que no va a protegerse, parece que sabe que, haga lo que haga, está acabado. Esto me complace más todavía y me acerco más a él, gateando. Sin poder evitarlo, baja un poco su mirada, hasta clavar su mirada en mi escote. Todos lo hacen, no es el primero, así que le resto importancia. Alza su mirada, algo sonrojado, y mira a otro lado.

El Gato NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora