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REMUS LUPIN se sentía confundido, furioso y traicionado, ¿cómo era posible que Sirius Black, el hombre que consideraba mejor amigo, hubiera hecho tal cosa? Suspiró mientras caminaba débilmente siendo ayudado por Madame Pomfrey hasta la enfermería.
—Remus —llamó la mujer al notarlo más callado de lo normal.
—Estoy bien, Poppy —cerró los ojos sintiendo la cama calientita y blanda—. Solo necesito descansar.
—Iré por el medicamento —la enfermera desapareció por una puerta dejando a Remus solo con dos estudiantes más en las camas.
La puerta principal fue abierta pero nadie entró, Remus supo inmediatamente de quién se trataba.
—Lunático —llamó un Sirius preocupado despojándose de la capa de invisibilidad.
Remus le dio la espalda—. Vete al carajo.
—Remus, solo queremos hablar de lo ocurrido —dijo esta vez James—. Sirius está realmente arrepentido de lo que hizo.
—Ah, ¿Qué hubiera pasado si hubiera matado a Severus o peor, lo hubiera transformado en esto? —le reclamó a Sirius—. Creí en ti, acepté que supieran mi secreto porque pensaba que no me veían como un monstruo... pero me equivoqué.
—No es verdad, Remus —Peter lo miró aterrado—. Tú estás lejos de ser un monstruo.
—Díselo a Severus —negó—. Váyanse de aquí.
—No nos iremos hasta que me perdones —Sirius intentó acercarse pero Remus lo alejó.
—De verdad Sirius, no estoy para juegos —habló seriamente—. Estoy... ¿Por qué lo hiciste?
—No pensé que fuera a hacerlo —murmuró—. Él estaba curioseando de más y quería darle una lección.
Eso enfureció a Remus que, quejándose un poco, se sentó en la camilla—. ¿Te parece que soy un circo?
—Remus...
— ¡Estoy enfermo! —les recordó con lágrimas—. No hay solución para mí y ustedes son lo único bueno que tengo en mi vida pero parece que solo soy el payaso.
Antes de que alguien pudiera decir algo más madame Pomfrey salió de su oficina con las pociones de Remus en la mano. Al ver al trío negó.
—Señores Potter, Black y Pettigrew —se acercó a Remus quien al verlo soltar algunas lágrimas se preocupó—. Creo que la hora de visitas terminó.
—Lo sentimos, Poppy —James hizo una mueca—. Descansa Lunático.
Sirius bajó la vista arrepentido antes de ser jalado por James fuera de la enfermería.
—Remus —llamó con voz quedita Peter—. Lo siento.
El rubio dejó una barra de chocolate en la cama de Remus antes de seguir a James y Sirius. Cuando la enfermera y el licántropo estuvieron solos finalmente la mujer habló.
— ¿Estás bien? —quiso saber sentándose en el pie de la camilla del chico.
Remus suspiró—. Todo empezó con Severus...
Le contó absolutamente todo a Poppy e incluso se permitió llorar frente a ella. Tanto tiempo juntos les había dado la confianza de contarse sus problemas.
—Ese Sirius Black ve todo como un juego —Poppy negó acobijándolo—. Pero vas a ver que todo se va a solucionar, Remus, dudo mucho que lo haya hecho con la intención de lastimarte es solo... es joven y a veces no piensa en las consecuencias de sus actos.
Antes de que Remus pudiera decir algo más la puerta se abrió dejando ver a cuatro chicas entrar a la enfermería. Las rubias ayudaban a la rubia-fresa mientras que la castaña caminaba frente a ellas buscando con la mirada a la enfermera.
—Madame Pomfrey —la castaña suspiró aliviada acercándose a ella.
—Señorita Bones —saludó viendo una última vez a Remus para ir con las chicas.
—Lamentamos la hora, Poppy —Meredith hizo una mueca—. Pero Rose se sentía mal.
—Es mi periodo —explicó la rubio-fresa quejándose—. Hoy es peor.
—Debió verla —Irisa habló por primera vez pasando su mano por la cintura de Rose para sostenerla mejor—. Se retorcía en la cama del dolor.
—Acuéstenla en esa camilla —les indicó la mujer adulta—. Voy por el medicamento.
Rosalind se acostó soltando un gemido de dolor.
— ¿Quieres que hagamos algo por ti? —preguntó Irisa.
—Mátenme —pidió dramáticamente entre quejidos.
—Eso no se puede —Amelia bostezó—. ¿Alguna otra cosa?
—Quedó un poco de esa poción —explicó agarrando su estómago—. ¿Pueden tirarlo?
Amelia suspiró, por supuesto que no le gustaba para nada las decisiones que Rosalind estaba tomando pero era su mejor amiga y debía apoyarla.
—Yo me encargó —dijo Irisa acariciando el cabello de su amiga—. ¿Otra cosa?
— ¿Pueden torturar al idiota de MacMillan? Es el culpable de que yo esté aquí —soltó algunas lágrimas.
—Puedo lanzarle un mocomurciélago —Amelia se encogió de hombros.
—Será mejor que vayan a dormir, chicas —Poppy le pasó un vasito con un líquido espeso a Rosalind—. Mañana estarás bien.
—Descansa, Rosie —las chicas la miraron.
Antes de salir, Irisa echo un vistazo al lugar dándose cuenta que Remus Lupin había oído absolutamente todo lo que habían dicho. Cuando sus miradas se toparon alejó su mirada de inmediato.
—Creo que tenemos un problemita —murmuró la rubia en voz quedita.
La mirada de Bones y Diggory fueron a la Malfoy.
—Puede que Lupin haya escuchado nuestra plática.
Amelia quiso golpearse la cabeza contra la pared pero se contuvo—. Yo hablaré con él —suspiró—. Vayan a dormir.
—Descansen —la ravenclaw camino en dirección contraria a las hufflepuff anhelando poder dormir.
Sin duda, había sido una noche del terror para muchos en Hogwarts.