MARCHITO.

78 14 2
                                    

La nieve caía lentamente frente al delgado cristal de la ventana, casi podía sentirla entre sus manos por el frío que se extendía desde sus dedos hasta un poco más allá de sus muñecas. Él deseaba poder volver a tocarla algún día, libremente.

Shiro se removió en su incómoda cama de hospital, sintiéndose repentinamente melancólico.

— ¡Shiro! Buenas noches –sonrió radiantementente mientras entraba a la habitación sin antes haber tocado la puerta.

Shiro sonrió igualmente.

— Buenas noches, Kaori –cuando estuvo lo suficientemente cerca, la nombrada apoyó sus antebrazos en la cama del castaño– creí que todos estarían en sus casas ahora.

— Pues, se me hizo un poco tarde y sabía que tú estarías despierto –comenzó a jugar con los dedos de la mano ajena.

Kaori se había ofrecido como voluntaria en el hospital hacía unos cuantos meses, ayudaba a las enfermeras en el ala infantil a cuidar a los niños, les daba paseos a las personas mayores y contaba historias a los demás pacientes cuando se lo permitían.

Luego de unos minutos hablando, se hizo lo suficientemente tarde como para que una enfermera entrara en la habitación y reprendiera a Kaori por quedarse hasta tan tarde, ya que los pacientes debían descansar y ya no era horario de visitas, entonces prácticamente la arrastró fuera de la habitación. Kaori siempre se preocupaba por Shiro, la tenía un gran cariño y le rompía el corazón verle siempre decaído, por eso buscaba siempre hacerle compañía y sacarle una que otra sonrisa. Cómo si Shiro fuera su hermano pequeño al que debía proteger.

Devolvió su vista a la ventana, apreciando nuevamente la nevada que había comenzado desde el día anterior por la tarde. La sensación de melancolía había vuelto, ahora con más fuerza.

꧁ ________ . •  ❀  • . ________ ꧂

Su mirada se veía mucho más vacía que nunca, cómo si la poca ilusión y el brillo que había ganado hablando con Kaori se hubieran convertido en una mezcla de decepción y dolor. El hospital nunca se había visto tan deprimente, casualmente, justo en ese momento, los pasillos se encontraban desiertos y existía el silencio más profundo que se pudiera imaginar. Incluso el pequeño jardín trasero del hospital se veía gris y sin vida, como una pintura hecha simplemente de tonos que oscilaban entre el blanco, negro y gris.

«Lo siento mucho shiro, tan solo te quedan nueve meses de vida»

Fueron las palabras exactas de su doctor. Se había preparado mentalmente para esa noticia durante años, más en específico desde el momento en el que recibió un diagnóstico. Lo supo desde un principio, cómo si lo hubiera adivinado.

Y aún así dolió mucho más de lo esperado.

La noticia le había dejado devastado, fue lo único que le hacía falta para estar completamente roto.

Las lágrimas nublaron su vista y entonces tuvo que dejar de observar la rosa que yacía en el suelo.

Sus colores la habían abandonado y eran reemplazados por un tono amarillento y opaco, su tallo había cedido ante la gravedad y sus pétalos de encontraban esparcidos por la tierra.

Su vida no era muy diferente a la de esa rosa, ella tampoco vivió demasiado, ambos se veían enfermos y la única diferencia que había era que ella se había marchado unos meses antes que él.

Realmente se encontraba marchito.

— ¿Shiro? ¿Estás llorando? –preguntó la mujer de largo cabello ébano, notando lo rojos que se encontraban los ojos y nariz del joven y el esfuerzo que hacía para limpiar los restos de sus lágrimas sin que ella se diera cuenta– ¿Qué ocurrió?

Shiro soltó un suspiro entrecortado, tratando de tranquilizarse y delatandose en el proceso.

— No, yo... Eh... No pasa nada –dió su mejor y a la vez más falsa sonrisa– Estoy bien, gracias por preocuparse Akira-san ¿Usted cómo está?

Akira sabía que Shiro le estaba mintiendo, lo conocía casi como a uno de sus hijos, tanto así que había a prendido a reconocer sus gestos y actitudes. Por lo mismo, sabía que Shiro no era la clase de persona que le cuenta sus problemas a todo mundo, él era bastante reservado y se necesitaba hacer muchos méritos para lograr que el chico te confiara sus problemas. Ella sabía que él prefería ahogarse con sus problemas a solas antes que aceptar la ayuda de alguien más. En cambio, el joven ofrecía su ayuda y apoyo a quien lo necesitara y escuchaba a todo aquél que quisiera desahogarse.

Akira estaba convencida de que algunas personas eran como las velas, ellas se queman a sí mismas para dar luz a alguien más. Así era Shiro.

— Estoy bien –dijo, sin estar segura de cómo hacer que el joven le contara lo que lo atormentaba– Mis hijos vendrán a verme hoy ¿Te gustaría conocerlos?

El joven de cabellos castaños asintió con inseguridad.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Mi pasatiempo favorito es hacer sufrir a mis personajes. Es involuntario.

•́  ‿ ,•̀

En fin, me gusta esta temática. Espero que alguien lea está cosita fea :(
Por cierto me encanta el protagonista.

Nos leemos en el siguiente capítulo

Nos leemos en el siguiente capítulo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

❀|𝐉𝐮𝐧𝐠𝐬𝐡𝐨𝐨𝐤|❀

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 31, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝕄𝕒𝕣𝕔𝕙𝕚𝕥𝕠 |BNHA x Male! Oc|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora