Desnudo

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ADVERTENCIA: Esta historia contiene mucho humor y desnudos. Se recomienda discreción.

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Setsuna caminaba por un pequeño sendero en el bosque con un paquete envuelto en mano mientras se dirigía al lugar donde se encontraría a Hisui entrenando con el Hiraikotsu como siempre suele hacer después de entrenar con los exterminadores. Kohaku le había entregado a la yashahime castaña ese paquete por parte de Sango; madre de Hisui, cuando fue a visitarla para entregarle unas herramientas para las armas que ella misma hacía para los exterminadores, dado el caso que Kohaku no pudo entregarle a tiempo el paquete a su sobrino ya que este se había retirado a seguir continuando con su entrenamiento.

La chica de ojos violetas había seguido el aroma de Hisui hasta llegar a un lago con una cascada, la chica observó en silencio en busca de su compañero de batallas pero no había ninguna señal del hijo de Sango y Miroku por ningún lado.

– ¿Dónde estará Hisui? – se preguntó para a sí misma Setsuna.

El aroma de Hisui estaba cerca de ahí, ella pensó, que lo más seguro era que su compañero se encontraría al otro lado del lago, sólo tenía que rodearlo y así poder entregarle el paquete que su líder no pudo entregarle a su sobrino.

Justo cuando Setsuna estuvo a punto de rodear el lago ella alcanzó a escuchar y ver algo que estaba a punto de salir del agua, la yashahime castaña estaba preparada para atacar al ser que estaba por emerger del agua; al momento en que eso paso Setsuna quedó paralizada mientras que un fuerte sonrojo carmesí decoró su rostro.

Lo que ella había pensado que hubiera sido un ser maligno no era más que un joven muchacho que simplemente estaba tomando un baño.

Setsuna estaba perpleja y avergonzada por la situación que en vez de huir como haría cualquier adolescente de su edad y gritar con un fuerte "lo siento", ella, se quedó ahí. Casi a la cercanía del lago mientras que los arboles era lo único que la ocultaba de la vista del misterioso muchacho.

El chico se encontraba de espaldas mientras se remojaba con el agua de la cascada; tenía el cabello castaño-oscuro que le llegaba casi al cuello, el físico de su cuerpo no era de una contextura gruesa y musculosa pero tampoco quería decir que era delgada y débil, sus brazos no eran delgados ni mucho menos débiles, sus hombros y su espalda eran anchas, y como no olvidar que su trasero era...

ALTO AHÍ

Un grito invisible hizo que Setsuna se abofeteara mentalmente y a la vez se auto-regaño por aquellos pensamientos tan descarados sobre aquel muchacho.

Setsuna jamás se había sentido tan avergonzada y decepcionada de a sí misma, mira que andar mirando como una pervertida a un desconocido mientras se tomaba un baño eso sí que es una falta de respeto a la vida privada de los demás. Justo cuando estaba por irse de ahí y en ir en busca de su compañero, ella alcanzo a ver al misterioso muchacho voltearse mientras se retiraba de la cascada, grande fue su sorpresa al saber de quien se trataba.

Era Hisui.

El corazón de la yashahime castaña se aceleró que casi juro que este saldría disparado de su pecho mientras que un grito silencioso de vergüenza escuchó en su cabeza. Definitivamente iba a salir corriendo de ahí si no fuera porque su vista se fijó más en el físico de su compañero; tenía un pecho duro, su abdomen estaba marcado pero no tan exagerado, tenía algunas cicatrices que anteriormente había recibido por parte de algunos espíritus o yokais menores, y a parte tenia marcado aquella zona...

BASTA.

No lo soporto más y huyo de ahí mientras pudo.

La pobre castaña sentía como su cara le ardía como el mismo infierno no supo si era por el calor que desprendía de su cuerpo al correr o si era por la maldita vergüenza que acaba de hacer.

Setsuna, sin darse cuenta, había llegado a la aldea de la anciana Kaede ignorando cada saludo amigable o las miradas curiosas y preocupantes por parte de los aldeanos.

– ¡Setsuna que bueno que llegaste! – la voz de Towa hizo sobresaltar a su gemela. – Estaba por ir a buscarte con Kohaku-sama porque ya te habías tardado.

– Pues ya estoy aquí, así que ya déjame. – contestó bruscamente Setsuna sin siquiera ver a la cara a su hermana, la cual tenía una expresión de sorpresa.

– ¿Setsuna te encuentras bien?

– Estoy bien, perfectamente bien.

– ¡Oye Setsuna! – escuchó la voz alegre y determinada de Moroha detrás de ella. – ¡Adivina qué Jyubei me dio una misión con una recompensa bastante jugosa! ¿Quieres saber cuál es?

– Ya déjenme tranquila. – gimió frustrada la pobre chica quien estaba siendo torturada con aquella imagen de Hisui desnudo.

– Bueno ya, si no querías saber cuál era la misión que me dio Jyubei tan solo me hubieras ignorado, no te tienes que ponerte así. – contestó algo infantil la hija de Inuyasha. – Caray, creo que tus entrenamientos con esos exterminadores hacen que te pongas de malas. ¿Acaso el exterminador ese cara de bobo te pateo el trasero en el entrenamiento?

Trasero.

El rostro de Setsuna se coloreo en un potente color rojo carmesí al recordar la, casi, retaguardia del sobrino de su jefe.

– ¡Y a ustedes que les importa! – vociferó Setsuna en un tono avergonzado.

– Setsuna... – la castaña alcanzo a escuchar una voz que la hizo no además alterar sino que también a molestarla, a lo que ella inmediatamente se girara con brusquedad y hacerle frente aquella persona.

– ¿QUÉ?

Grave error.

Pues al momento de encarar a la persona se había dado cuenta muy tarde que se trataba de Hisui.

Towa y Moroha miraron sorprendidas a Setsuna quien en ese momento estaba echa como un tomate maduro y, a la vez, parecía echar humo de las orejas, pero lo más extraño fue que la yashahime castaña no tenía ninguna expresión que se relacionara con la furia sino más bien la expresión que ella mostraba era una abochornada.

– ¿Te encuentras bien Setsuna? – preguntó Hisui preocupado por su compañera quien parecía estar estática en su lugar y con la cara completamente roja.

La exterminadora se sobresaltó cuando vio que Hisui estaba muy cerca de ella mientras colocaba su mano sobre su frente.

– Al parecer no tienes fiebre. – se lo dijo para a sí mismo el exterminador.

La hija menor de Sesshomaru comenzó a entrar en pánico al tener demasiado cerca al sobrino de su jefe, pero eso no era todo, la chica se estaba enfrentando nuevamente a las imágenes de su compañero desnudo que por causa de su mente le estaba gastando una mala broma.

– ¡CUBRETE! – ante su tremenda incomodidad y vergüenza Setsuna no midió su fuerza y le dio tremendo golpe con el paquete en su cara antes de salir corriendo despavorida.

– ¡Setsuna espera! – gritó Towa persiguiendo a hermana muy preocupada y sacada de onda por lo que acaba de ver.

– Tremenda tunda que te dio, eh. – se burló Moroha antes de escuchar a su prima Towa llamarla a que la ayudara a detener a su gemela. – Luego me cuentas lo que paso entre tú y Setsuna, picaron.

Hisui estaba realmente confundido por la situación hacia su compañera, en el periodo en que él y ella trabajaban juntos era la primera vez que veía a Setsuna comportarse de esa forma tan... vergonzosa e incómoda, pero, también se juró que había visto algo más en la yashahime castaña que lamentablemente no pudo llegar a alcanzar a ver después de la tremenda golpiza que le dio con el paquete.

– ¿Qué fue lo que paso? – se preguntó a sí mismo confundido ignorando por completo que su nariz estaba sangrando.

Entre tanto Setsuna seguía corriendo sin rumbo, en ese momento deseaba que la tierra se la tragara o que algún compinche de Kirinmaru o él mismo la borrara de la existencia y acabar así con su vergüenza.

Pero lo que la exterminadora no sabía es que dentro de algunos años, ella haría otro tipo de cosas con Hisui a parte de verlo desnudo, pero esa sería otra historia que contar.

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