[Prologo]

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PRÓLOGO

Albert era conocido por ser uno de los mejores violinistas y pianistas de su época.

Anteriormente su padre le a enseñado a tocar el violín convirtiéndose en su instrumento favorito, a pesar de que desde muy pequeño ya sabía tocar el piano por su madre. Era un chico hábil y con una capacidad de aprendizaje más rápida que los demás. Aunque claro, sus padres eran demasiado estrictos, ellos tenían una ideología absurda y deseando que su hijo fuera una buen hombre.

Su padre era...¿Como explicarlo? se guiaba por los prejuicios, estándares y opinión sobre lo que decía la sociedad, no le gustaba ser juzgado por otros. El señor Polmand era un gran empresario en todo Europa sus compañías de vinos se expandieron a lo largo de Francia y Alemania, se volvió un accionista reconocido.

—No quiero que vuelvas a pintarte las uñas ¡Albert! tú no eres un maricon.

—Siempre reprimiendo los gustos de tú legítimo hijo ¿no padre? —soltó una pequeña risita y por lo visto su padre no parecía tan feliz por aquella acción.

—Y por el mismo hecho no quieres llegar hacer ilegitimo ¿cierto? muchos hombres quisieran tener lo... —el chico lo interrumpió.

—lo que yo tengo, si, me lo has hecho saber cada maldito día. —su voz se agrandó, estaba molesto y quería hacérselo notar a su padre.

—No me hables de esa manera sabes que esto es por el bien de todos y sobre todo el tuyo. Es por tu futuro.

Mientras que su madre era dulce pero no un encanto, era linda pero muy hipócrita, era perfectamente imperfecta, básicamente era una persona difícil de manejar y por supuesto una mujer muy bella que ayudaba a los negocio familiares vendiendo cosméticos y usando de modelo a su bella hija Margaret.

Siempre solía hablar de lo guapo que sus hijos eran gracias a ella, parecía un legado familiar pues la hermana pequeña de Albert eres "la chica perfecta" que todos los chicos amaban y admiraban.

—Albert, tus clases empiezan a las seis de la mañana, no seas impuntual o tu padre te hará ver las consecuencias y más aún si no ingresas a las asesorías de piano, ¿Entendiste? y no quiero que me dejes una mala impresión con las personas que vienen hoy a casa.

—Por dios deja de manipularme, claro que iré.

Ethan suplicaba no tener un papel importante para su familia, odiaba el hecho de estar rodeado por todos. Escuchando las admiraciones que recibía por los conocidos de sus padres. Era un infierno.

Algo bueno eran sus pocos amigos.

Cooper Wilson un chico con estándares más altos que cualquiera del grupo de amigos. Este chico era progenitor a una gran compañía de producción pesquera y automotriz más grande de New York. Orgulloso y un mujeriego común que estudiaba director de orquestas en el conservatorio más prestigiado de la ciudad de Boston. Era muy atractivo, además de tener los ojos más azules que el agua y su lindo cabello castaño claro.

Albert y el se habían conocido en una discoteca cerca a Time Squred, ambos eran compañeros de copas hasta que su amistad se fortaleció luego de que Cooper empezara hacer acosado por unos chicos que terminaron peleando con Albert

—Hagamos algo hoy ¿Que dices? te presentaré a unas estrellitas, tal ves una sea la indicada. —habló el castaño.

—Te lo he dicho ¿no imbecil? no me gustan las estrellitas. —Albert sé defendió nuevamente, burlándose de esa palabra que le precia totalmente absurda.

La sinfonía de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora