𝔞𝔯𝔱𝔦𝔰𝔱𝔞 𝔡𝔢𝔩 𝔭𝔢𝔠𝔞𝔡𝔬

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Todo el deseo que lo consume por dentro. Ardiendo hasta morir.

Totus ardeo.

Iam amore virginali.

Totus ardeo.

Wonwoo observó sus manos vacías.

¿Lo sabría? ¿Lo entendería siquiera? Todo el amor y el deseo que ardía por dentro. ¿Habría palabras con que expresar todo aquello?

Wonwoo no lo sabía, no lo dejaba de pensar. No podía pensar en realidad. ¿Qué sucedía con él últimamente?

Todo su ser, cada nervio, cada fibra, cada músculo, cada parpadeo, cada mirada, cada parte ardía en deseo. Por Junhui.

Oh, ardía en deseo por tenerlo. Por poseerlo, por amarlo de una manera más íntima, más que sólo sus besos y el amor que se habían confesado, aquel que se daban de manera incondicional.

Últimamente era así, a cada momento. Se sentía a la deriva, yendo hacia una isla con destino incierto, navegando un mar de olas sicigias. De tormentas que nunca llegan, bajo la oscura noche rodeando la luna menguante, sonriente al lado de sus hijas, las estrellas.

¿Qué quedaba para él? ¿Qué deparaba en su viaje?

Venus en el horizonte al amanecer, cuando aún el cielo mantenía su azul oscuro y libre de sol.

Marte, el rojo protector, en algún punto de ese firmamento, velando por ambos con un silencio digno, con el amor en las manos, el fuego, oh, totus ardeo.


[ 𝖛𝖊𝖓𝖊𝖗𝖊 & 𝖒𝖆𝖗𝖙𝖊 ]


Las risas de sus amigos, la algarabía que se levantaba alrededor de ellos cuando a uno se le ocurría un juego mientras los demás estaban de acuerdo. El alcohol no faltaba, ni la energía agradable de su familiaridad.

Los trece alrededor de una mesa. Wonwoo lo observaba con una sonrisa, pues no era mucho de conversar, sino más de mirar entretenido a sus amigos. Le bastaba con eso.

Sin embargo, a su lado, las carcajadas agudas sí que se robaban su atención, a veces completamente.

Junhui estaba sentado a su lado, con las mejillas ligeramente rojas por el alcohol, pues no lo toleraba bien. Tampoco participaba mucho a viva voz, y cuando lo hacía, era para hacer un comentario que terminaba haciendo a todos reír.

Incluso estando entre sus amigos, que no eran pocos, los ojos de Wonwoo ya tenían dueño.

Junhui y él estaban saliendo, tenían tiempo siendo pareja, casi un año y medio.

Nació de forma natural, esa atracción mutua. Incluso como amigos, entre ellos siempre hubo una sinergia especial. No podían permanecer separados, porque pertenecían juntos, cómo la luna y la noche.

Pero para Wonwoo, nunca era suficiente. Todo su amor se le acumulaba en las manos, y le ardían, le latía el corazón con fuerza en el pecho, queriendo más, sin poder encontrar un punto de calma en el fuego de su interior.

Necesitaba más.

Oh, Marte, dios de la guerra impasible, imposible de saciar.

Para él Junhui a su lado era la bendición más grande, y su perdición también. La belleza de su amante era tanta que no podía hacer más que admirarla y querer dedicarle infinidad de versos poéticos.

A su Venus en la tierra, a Junhui, suyo y hermoso. Suyo y tan puro, tan precioso.

Estiró el brazo y tomó la mano de Jun que no sostenía el vaso con la bebida.

La Espuma de Venus (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora