La Espuma de Venus (WonHui)

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Jun abrió la puerta de su habitación y caminó hasta detenerse en la orilla de la cama. No encendió la luz porque su ventana tenía las cortinas recorridas que dejaron entrar la luz naranja de las lámparas de la calle.

Había dejado de llover.

Toda esa luz, junto a la de la luna, caía sobre su cama vacía.

Escuchó la puerta rechinar detrás hasta que se cerró y la presencia de Wonwoo entró a la habitación. Su corazón golpeó con más fuerza en su pecho.

De tantas cosas que podía hacer, se quedó quieto. Tenía puesta su pijama de seda blanca, tan suave al tacto, tan fresca en su piel que sentía más cálida conforme los segundos pasaban.

Wonwoo se detuvo a su lado y le tomó las manos, sentándose en la orilla de la cama y viendo hacia arriba, a Jun frente a él.

—Mi ángel, cualquier cosa que me pidas, yo te la daré. Hasta donde quieras llegar, hasta ahí llegaré también —dijo sin dejar de mirar a los ojos de Jun que miraba hacia abajo.

—Quiero estar contigo, Wonwoo... De esa manera —dijo con voz baja, sintiéndose nervioso, pero con emoción en su estómago como un bonito revoloteo—. Quiero entregarme a ti.

Y Wonwoo tomó una respiración profunda porque esas palabras lo llevaron a la locura y no supo cómo mantuvo su calma, pero lo hizo.

Lo hizo, con ojos más oscuros, con un asentimiento.

—Yo te cuidaré, siempre lo haré. No es una promesa, es un hecho.

Junhui desvió la mirada, ya con el rostro rojo. Todo era tan íntimo. Él de pie entre las piernas de Wonwoo que estaba sentado y viéndolo desde la cama.

—Wonwoo, te amo y te necesito... —dijo Jun, volviendo la mirada al azabache, acariciando su mejilla con una mano y viéndolo directamente.

—Y yo te deseo tanto, Jun, no tienes idea de cuánto te amo, eres todo para mí —respondió Wonwoo, besando la otra mano de su pareja que no había soltado—. Estás seguro conmigo.

Junhui asintió, con una sonrisa, porque confiaba en su novio. Luego se inclinó hacia un lado, buscando en su mesita de noche, mientras Wonwoo lo veía con curiosidad.

Buscó entre sus cosas del cajón y sacó un tubo, pasándolo a Wonwoo sin verlo a la cara, no se atrevía.

Su novio lo tomó y luego alzó las cejas después de darse cuenta que era, ¿cuándo había conseguido eso su lindo y tímido Junhui? Le daba muchas sorpresas.

Era lubricante.

Aunque Jun no era el único con una expectativa.

Wonwoo se rascó la nuca, un poco nervioso él también.

—Dejé los condones en mi cartera, en la sala —reveló y Junhui lo miró con ojos muy grandes.

No sabía si sentirse halagado de que Wonwoo cargara con ellos con la intención de tener algo con él (y nunca se lo pidió ni lo forzó).

—No, no lo uses... —dijo, bajando la mirada—. No es necesario, no me voy a embarazar, aparte... Quiero sentirte por completo y también quiero sentir tu... Ya sabes, dentro de mí —dijo, jugando con sus dedos, aún con cierta timidez.

Wonwoo se llevó una mano a la cara y gruñó, con el rostro ardiendo y sintiéndose excitado.

—Me vas a matar, Junnie, vas a ser la muerte para mí —dijo y Jun bajó las cejas, acercándose de nuevo a él.

—¿Por qué lo dices, corazón? —preguntó, acariciando la mejilla de Wonwoo, el cual lo miró con sus ojos oscuros.

—Mírate... Eres tan bello y yo te amo tanto —Wonwoo se puso de pie, acercándose al rostro a Jun, ojos fijos en sus labios—. Y eres todo mío.