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Gustabo esperaba tranquilamente la llegada de sus padres a casa, normalmente los recibía cuando llegaban porque a su hermano menor le importaba una mierda lo que sus padres hacían o dejaban de hacer, y Gustabo, se cansaba de escuchar a su madre qu...

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Gustabo esperaba tranquilamente la llegada de sus padres a casa, normalmente los recibía cuando llegaban porque a su hermano menor le importaba una mierda lo que sus padres hacían o dejaban de hacer, y Gustabo, se cansaba de escuchar a su madre quejarse de lo poco que les importaban ellos, porque le dolía que creyeran que a él no le dolía si no llegaban.

Escuchó el auto ser estacionado e inmediatamente dejó su teléfono en su cama para irse corriendo a la puerta a esperar a sus padres entrar, Ivadog a su lado movía su cola de un lado a otro demostrando su felicidad.

La puerta fue abierta y su cuerpo sintió lo pesado de sus humores, lo mal que venían y pensó que era mejor irse, pero su madre, su cara triste, esa cara, no la podía dejar.

Decidió afrontar sus malos humores, dejaría que descargasen su ira en él, con tal de ver una sonrisa en sus caras.

—Hola mami, hola papá.— Dijo con una sonrisa. —¿Cómo les fue?— Preparado para escuchar toda la mierda.

—Pesado Gustabo, no aguanto mis pies, me duele la espalda, me va a estallar la cabeza.— Dijo su madre irritada.

—De la mierda, no aguanto a los anormales de mierda de la comisaría con sus estupideces, solo tocando los huevos, no saben hacer nada solos.— Respondió su padre con un tono de voz amargado.

Pero en cambio él estaba feliz, no lo habían insultado aún, podía soportar esto.

—Lo lamento, ¿quieres que te ayude con la cena, mamá?— Dijo amable Gustabo.

—No, quítate que haré tacos y tu siempre rompes las tortillas.— Mierda, ahí estaba la primera espina.

No respondió nada, quería comprender que se sentía mal.

—Papá, ¿quieres que te ayude con el papeleo?— Siguió sonriente como si no le hubiera dolido lo dicho por su madre.

—No, tu letra es horrible.—

Ouch.. está todo bien, ¿no? Simplemente están estresados, eso no es lo que verdaderamente piensan de él, solo es el estrés y malhumor hablando, ¿cierto?

Bueno, parece que no pudo mejorar su mal humor, era mejor irse...

Y más cuando escuchó la puerta de la habitación de su hermano menor ser abierta, no quería escuchar nada de lo que se vendría, se rompería en llanto.

Pero pensó demás, su hermano ya estaba a su lado.

—Horacio, cielo, ¿cómo estás cariño? ¿Has entrado a tus clases?— Preguntó cariñosa su madre, a él nunca le hablaba así.

—No, los profesores basura me tienen manía y no tengo ganas de soportar sus genios.— Dijo encaprichado Horacio.

Eso era una mentira, los maestros solamente eran justos y eso a Horacio le molestaba, le molestaba no tener privilegios y que le exigieran responsabilidad.

ㅤ୨ ♡ ୧ ━ ꒰ 𝘀𝗲𝗮𝗿𝗰𝗵 : 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗼𝘄𝗹 ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora