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Había pasado todo un fin de semana desde que visitó a Segismundo; no había hecho mucho durante esos dos días, el sábado había estado descansando y el domingo había estado con su familia en la iglesia mientras servía para el sacerdote

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Había pasado todo un fin de semana desde que visitó a Segismundo; no había hecho mucho durante esos dos días, el sábado había estado descansando y el domingo había estado con su familia en la iglesia mientras servía para el sacerdote.

Desde sus 11 años había sido consagrado en la iglesia como servidor principal durante las misas, además de ser un misionero activo dentro de la organización, promovía a los jóvenes y orientaba a los pequeños a hacerse la primera comunión.

Aunque todo era una farsa, no creía en un dios, ni en una religión, ni en todo ese sistema corrupto de capitalización que ofrece la salvación y vida eterna para todos aquellos que entreguen un diezmo. Estaba obligado a hacerlo, detestaba las misas y la biblia, no le gustaba nada de lo que ahí había y ni hablar de los creyentes, le parecían la cosa más putrefacta e hipócrita de toda la sociedad.

Odiaba los domingos y ser servidor de la iglesia, pero no podía hacer nada contra ello, no estaba en su poder o elección decidirlo.

Pero estaba acostumbrado y supo sobrellevarlo bien, a pesar de la pelea de sus padres –nuevamente– con Horacio acerca de su asistencia en el templo, sus padres no lograron convencerlo de ir y estuvieron de mala hostia todo el tiempo, intentó ignorarlos, no estaba de ánimos para servir de confidente también.

[ ... ]

Por fin era lunes, no había dormido nada bien anoche, el insomnio lo estaba consumiendo. Pero, aún así, se levantó a las 5:30 a.m para alistarse e irse a el instituto, todo estaba bien, hasta que su madre se despertó.

Amaneció malhumorada, sin querer hablar con nadie y prefirió dejarla ser, y no decir nada al respecto. Fue una mala decisión, terminaba de preparar su café cargado cuando la vio en el sofá llorando.

—¿Qué pasó mami? ¿Por qué llora?— Preguntó con un tono comprensivo y cariñoso hacia su progenitora.

—Ninguno de ustedes me valora, no me entienden, siento que me odian. ¡Soy su madre! ¿Por qué me tratan así? ¿Qué les hice...? Tu padre, me trata como una loca durante toda la noche y tu hermano no me obedece, y tú, ni me miras.— Dijo llorando a cántaros, quejándose de todo y todos. —¿¡Por qué son así conmigo!?— Gritó alterada, parándose y agarrando de los hombros con fuerza al menor que estaba paralizado viéndole fijamente sin expresión en su rostro, el pelirrojo sentía la sangre hervir por sus venas, quería gritar y que esa mujer le quitara las manos de encima, pero retenía todo en apretar sus propios puños.

La mujer le soltó y se fue a despertar a Horacio, mientras que él, corrió al baño para sostenerse sobre el lavamanos y empezar a temblar de la impotencia que sentía, la rabia estaba a punto de consumirle, pero recobró la compostura y se paró rígido frente al espejo, sus ojos amenazaban con soltar unas lágrimas rebeldes, respiró hondo varias veces hasta lograr calmar el fuerte y agitado latido de su corazón y salió del baño con una expresión completamente seria.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2022 ⏰

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ㅤ୨ ♡ ୧ ━ ꒰ 𝘀𝗲𝗮𝗿𝗰𝗵 : 𝗴𝘂𝘀𝘁𝗮𝗯𝗼𝘄𝗹 ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora