Capitulo 3.

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Capítulo 3.

Una pequeña lágrima se deslizó con delicadeza por la mejilla de Kagome, a pesar de no haber tenido un lazo estrecho con Sesshomaru en el pasado le dolía profundamente verlo así. Ese no era el Sesshomaru que ella conocía ni al que estaba acostumbrada y aunque sonara masoquista prefería al orgulloso lord del Oeste que la trataba con inferioridad y en cualquier momento podría ponerle fin a su vida, porque él era así, esa era su esencia.

Poderoso, inalcanzable, frío e inigualable.

Un Kami entre los mortales y un líder entre los suyos. Ese era él. Ese era Sesshomaru Taisho.

Y Sesshomaru Taisho nunca se rendía.

-Vámonos de aquí.- Dijo Kagome sin pensar. No soportaba verlo en ese lugar, estaba segura de que con un poco de ayuda él recordaría todo, pero no aguantaba verlo en esas condiciones. Sabía que era algo loco y arriesgado pero... ¿Desde cuando su vida no había sido loca y arriesgada? Ella era Kagome Higurashi, sacerdotisa de Shikon y viajera del tiempo, y a ella nada ni nadie la detenía.

Sesshomaru asintió con obediencia, no sabía a dónde lo llevaría su nueva señora y tampoco le importaba, ella era...especial, y eso le agradaba. Algo en ella era cálido y la cosa dentro de él también parecía sentirlo. Se incorporó de la camilla y se sitúo al lado de ella. Un sentimiento de ternura se acomodó en su pecho al ver lo pequeña que era. Se veía frágil e indefensa pero algo le decía que era nada más su apariencia.

Kagome lo miro con una emoción que hace mucho no sentía. Su vida en la época moderna se había vuelto bastante monótona para alguien que había tenido la oportunidad de luchar contra youkais espeluznantes. Se sentía extremadamente feliz.

Se sentía viva.

Kagome se tomó unos segundos para idear un plan, nadie podía enterarse de que había ayudado a escapar a un paciente. Miró a Sesshomaru pensativa, este le devolvió la mirada nervioso, lo miró por otro rato en silencio hasta que vio unas ligeras manchas rojas asomarse con curiosidad entre las lagunas de oro.

Su bestia interna.

Había tenido la oportunidad de verla en su forma más primitiva cuando lo conoció, sin embargo nunca pudo entablar un conversación con esta hasta el día de hoy. Según recordaba por las lecciones de Kaede y una que otra conversación con Sango, las bestias internas eran como una especie de ente que vivía en cada youkai y que empezaba a manifestarse a partir del quinto siglo de vida como una defensa ante el peligro, con los años está se controlaba y se entrenaba para la lucha y elección de una óptima pareja. Sin embargo cuando encontró a Sesshomaru esta estaba compartiendo el cuerpo con él. Lo más probable era que al sentirse indefenso la bestia había vuelto a su faceta defensora pero al no estar totalmente conectada con Sesshomaru no había podido tener el control total de su cuerpo llevando a que ambos tuviesen una parte de este. ¿Qué había provocado que la bestia se relegara de nuevo? Entre más miraba a Sesshomaru más preguntas surgían en su mente.

Las dos manchas rojas se fueron agrandando hasta ocupar la totalidad de los ojos de Sesshomaru, su cara y sus marcas también se deformaron. Kagome sintió un ligero pánico al pensar en que pudiera llegar a la faceta más primitiva y convertirse en un gigante perro blanco, pero nunca pasó.

La bestia la miraba con curiosidad y algo de recelo. Kagome se limitó a sonreír con amabilidad mientras intentaba recordar su nombre. Estaba segura de que en uno de sus berrinches Inuyasha le había dicho el nombre de la bestia de Sesshomaru mientras juzgaba a la misma de tonta e impulsiva.

"Yunque...Yaque...Yuca..."

-Yako.- Salió finalmente de sus labios en un susurro dudoso.

Locamente enamorado | sesshome|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora